La pelota no se mancha, pero la política sí
La primera parte de la frase se la debemos a quién muchos, jocosamente llaman “el filósofo” Diego Armando, a quién buena parte de la sociedad le perdona su violencia manifiesta hacia las mujeres y su público rol de “padre abandónico” por sus maravillas deportivas, algo que no debería asombrar, pues el mismo perdón público, buena parte de la misma sociedad, se lo obsequio al condenado por violación de menores, el sindicado como “Bambino” (que paradoja, el término es infante en Italiano…) a cambio de menores y más efímeras supuestas glorias deportivas que compensarían el haberle roto, el alma a, al menos, un adolescente. De todas maneras el astro tiene razón, la redonda no se mancha, más la actividad política, en cambio vive enfangada, obturando la sanidad democrática. El vínculo o el lazo de ambos mundos, fueron estrechados recientemente por las “declaraciones” de otro, y actual, astro boquense, quién, puso por intermedio de lo que dijo y cómo lo dijo, fue el epicentro de la campaña presidencial los últimos días.
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