En tiempos de las llamadas democracias inacabadas, líquidas y demás epítetos elucubrados por las luminarias, académica y editorialmente bendecidas, la única salida válida para reconstituir el contrato social, que subyace como sostén a nuestra institucionalidad representativa, es el de reconsiderar ese principio ramplón y tramposo, que nos hizo creer durante mucho tiempo que lo real es sinónimo de lo expectante, la unificación maléfica entre acto y potencia, debe ser escindida, para que tengamos normativamente, una sociedad en donde el ciudadano valga numéricamente en voto, de acuerdo a cuanto le debe ese estado tutelar, es decir sí el mismo ha estado para brindar, educación, salud, trabajo y seguridad, no puede representar en cantidad lo mismo para aquellos, al que ese mismo estado, ha permanecido ausente, generándoles todo tipo de inconvenientes, que naturalmente, repercuten también en un tejido social e institucional que nos proponemos reconstruir, mediante esta nueva consideración filosófica-política-jurídica.


La sinrazón de un crimen, de una muerte, sea natural, accidental, tempranera o en su tiempo “esperable”, el acto demencial que cada cierto tiempo algún ser humano perpetra sobre otro (hacia la mujer como ¿género? O por mera correlatividad de un vínculo insoportable, mucho de los agresores de mujeres, se suicidan por caso), al contar con una cobertura mediática y una cierta proximidad que nos genera la víctima (aproximaciones identitarias lo que nos despierta la sensación que a cualquiera nos pueda ocurrir) sacuden la opinión pública y el ánimo generalizado. El hallazgo del cadáver de la joven correntina de Esquina, como la muerte de un reconocido periodista, enluta tanto la región y despierta irrefrenables intentos por encontrarle una lógica o explicación a la sinrazón de la humanidad.


¿Que impulsa, a un correntino de clase alta o en verdad perteneciente a esas esferas dirigenciales o de poder, que habita en la cocina donde se cuece todo lo económico, lo político y lo social, sin siquiera detenerse a mirar por sobre el hombre, o con soberbia, a un comprovinciano suyo que vive en un barrio bajo, o que pretende ser parte de lo que no es, dado que ni siquiera considera un par humano como para sobrarlo?. El otro y el poder en nuestros tiempos actuales, en donde casi todos, somos casi siempre los mismos, dirigentes, candidatos, segundas líneas, terceras, cuartas, comunicadores, sicarios de la comunicación, escribas, escribas con calidad de literatos. Mientras que esa vacuidad de la gente, el electorado, el pueblo, no deja de ser siempre hablado, pensado, deseado por nosotros, los mismos, que no somos no un millón, ni cien mil, ni diez mil, seguramente mil, y sí a usted le llegó esto, es porque es parte de esto.


A días de volver a elegir representantes políticos, no es necesario ser filósofo o filosofar para dar cuenta que el mundo es una representación, la esencia misma de la humanidad, entendida desde nuestra razón, conciencia, yo, perspectiva (y todos los conceptos que de allí alumbran escuelas del pensamiento) es otra cosa y, en otro momento, de lo que somos en el aquí y ahora; eso o esto, es representación. Entonces el estado somos todos y nadie a la vez, de allí que esa abstracción requiera también de seres o de tipos, semi-abstractos, es decir los políticos, que dicen representarnos (nominal, legal, electoral o a veces legítimamente) por más que no lo hagan y por más que el modo que imponen para que los elijamos no sea (abierto, plural, libre, etc) lo que dice ser. La pasión futbolística, tiene sus representantes de hecho, que son ni más ni menos que los tipos que le ponen “calor y color” a la tribuna, que le ponen música y olores, por más que esta deba nutrirse, cada tanto, de actos violentos y sanguinarios e irracionales. Acaso un estado ausente que deja morir de inanición (desnutrición) en el desamparo de la inseguridad o en la desolación de su opulencia e hiperpresencia en sus administradores, al costo de su retiro en la prestación de sus obligaciones, ¿no es tan o más criminal que las barras bravas?. Se debería crear un padrón de hinchas y elegir a nuestros representantes de la pasión, es lo único en que difieren de los políticos.


Hace veinte años, era aceptable que nos dijeran que antes que la dictadura, esta democracia era más que una fiesta cívica, o el paso previo a lo perfecto. Sin embargo, se acumulan décadas, en donde esta incertidumbre democrática, se pretende sostener bajo pretensiones académicas como “democracia inacaba” u otros eufemismos que intentan que las próximas generaciones, es decir dentro de algunos lustros y sin que ya le podamos decir a ellos que lo democrático es lo mejor, ante la dictadura (que será una cuestión historicista en tal momento) puedan llevarse puesta, esta simulación de elegir, cuando en verdad, es un pérfido sistema enquistado por los intereses de una minoría que nos impele a optar entre los que ellos deciden que tenemos que, y aquí cambian el concepto, “elegir”, de acuerdo a lo que establece lo que entiende como “la democracia”.


Y te querés matar. Hasta hubieses preferido que aquellos estudios, que te hicieron, también, temblar la pera, te dieran mal. Porque no renovar la banca, es la muerte civil, la muerte económica, la muerte de las prerrogativas de ese estado al que te acostumbraste a enajenarlo, a vejarlo, tanto silenciosa como inercialmente. Ya nadie te llamara ni estará pendiente de tu humor, por eso esta misiva es para vos, que ya, hasta dejaste de tener nombre propio (quizá nunca lo tuviste, pero recién te estás dando cuenta). Ni siquiera el tiempo te pertenece; porque le podes ganar otra batalla circunstancial a la adicción que te perpetra en el poder, corrompiendo la esencia de lo democrático y de la institucionalidad, por más que tengas a la norma electoral, amparándote, cobijándote, escondiéndote, como el pantalón de tu patrón, ese que te puso y te dio entidad política, social y económica; como te decía, puede que le arrebates a la ciudadanía unos buenos sueldos más, de los jugosos, estrafalarios y suculentos honorarios que te pertenecen por representarlo, pero vos, cada cierre de lista, tenes el Jesús en la boca, la respiración entrecortada, tu vida y por ende tu muerte, pende de esa lapicera, al que le imploras hasta la indignidad que te vuelva a signar, que te brinde la felicidad, ficticia y fugaz de seguir siendo alguien por un puñado de años más.


Sin internarnos en los alambicados y sinuosos caminos de nuestra cultura caudillesca y patriarcal, nos debemos, al menos exclamar en líneas fugaces, un grito de libertad (que podría ser callado por un billetazo de esos que abundan en los tiempos electorales), ante el dominio político que representa, el hombre providencial, el sucesor de la deidad, o califa, en la provincia y tal dominio, no está en cómo se llame o en lo que haya hecho o dejado de hacer, simplemente asombra que toda la clase política, incluso los que no juegan o jugarán con él, bailan al compás del susodicho y no hacen otra cosa, que pretender agradarle por más que ello significa caer en indignidades personales.


En tiempos electorales, en este tránsito que nos ha tocado, por estas tierras latinas que nos han visto nacer, desde hace más de 50 años que se combate, entre heroica y románticamente, contra un imperialismo económico y político, con base geográfica en el norte de nuestra américa, y que ha dividido al mundo, taxativa, semántica y concretamente por algunas décadas, división que sin embargo y tras el frío de esa guerra, aún se mantiene en nuestros discursos, en nuestro hablar y en nuestro ser. Ninguno de nuestros políticos, latinoamericanistas, progresistas, populares o como los quieran llamar, alimentados por sus respectivos grupúsculos de intelectuales, más preocupados por lucir cucardas académicas otorgadas por casas de altos estudios europeas, piensa política y menos filosóficamente, desde nuestra autenticidad, de cómo podríamos organizarnos más ecuánimemente como sociedad, sin tener que pedir permiso o soslayar a la Europa atávica, que pese a su crisis, nos mira por sobre el hombro ante nuestra dependencia instalada en lo arquetípico de nuestra dirigencia.


No existe una razón científica del porque los domingos es el día en que mayor gente se suicida, tampoco del cambio abrupto de humor que podemos tener si una persona vestida con una camiseta patea una pelota dentro de una red, en ocasiones, las elecciones de una porción de ciudadanos correntinos se ven atribulados de aspectos místicos, esotéricos, quiméricos, fantasiosos o alejados del positivismo pero que apuntan a un aspecto central de la humanidad; la emotividad. Que actúa como eje rector en el epicentro democrático actual que es ni mas ni menos la elección de los candidatos en las listas regadas de recursos del estado, entre los que tendremos que optar (que no es lo mismo que elegir) en el cuarto oscuro. Ni el mérito, menos la idoneidad, sí no la emotividad, de que los elegidos le caen bien, son amigos, le garantizan el sí fácil al dueño de la lapicera, al leviatán hecho carne, es la piedra basal, el requisito básico e indispensable que tendrán los ungidos que serán nominados el próximo sábado.


Massa a cancha llena, dicen. El crematorio ad hoc macrista. China soltó sus dragones milenarios y Axel soltó una medida acorde al año. Telecom gana, los clientes incomunicados. Nisman pierde 2 a1. La comarca invadida de pájaros carroñeros migrando. Por Carlos A. Coria García.


El autor Correntino, editado por una editorial Europea, recibió diversas manifestaciones de congratulación y comentarios por parte de entidades del pensar de distintas partes del globo. “El voto compensatorio, redefinición del contrato social” amenaza a transformarse en algo más que en un buen e interesante texto de filosofía, apunta a sentar bases de un pensar la política desde un lugar más propio y auténtico, sin tutelas imperialistas (ni las económicas ni las culturales provenientes de lo eurocéntrico) pero sin salirse del concierto occidental. Se finiquitan los detalles para la presentación del libro, tanto en la Ciudad de Corrientes (con hombres de la política local) como en Buenos Aires.


“Los hombres vanidosos que se consideran capaces como resultado de la adulación que han recibido de otros, o por la fortuna que han tenido en alguna acción precedente, sin fundar su confianza en un auténtico conocimiento de sí mismos, son proclives a tomar decisiones precipitadas; y cuando se encuentran cerca del peligro o de la dificultad, huyen si pueden. Pues como no ven el modo de ponerse a salvo, prefieren arriesgar su propio honor y tratar de restaurarlo después con alguna excusa, antes que arriesgar sus vidas, las cuales, una vez que se pierden, nada es bastante para recuperarlas”. (Thomas Hobbes, Leviatán).


Ya cerradas las alianzas para la provincial, los que venimos haciendo todas las comidas del día desde que nacimos y que además le podemos dedicar un tiempo a las cuestiones públicas, sabemos que del ramillete, que sobrepasa el número de veinte, de expresiones políticas, no son más que un puñado (podríamos decir cinco) las que pueden sostenerse en algo más allá de las aspiraciones personales de los que crearon tales sellos que se aprestan a ponerse al servicio de una democracia en el mejor de los casos, eminente y exclusivamente plebiscitaria y ratificatoria del grupo de personas, perpetradas y pertrechadas en el poder como si fuesen representantes fidedignos de dictadores celestiales.


No es sencillo, tener que ejercer el rol de anoticiarle al poderoso de turno, que más allá de su circunstancial poder (que adictivamente este lo querrá perpetrar, horadando lo democrático, pese a que discursivamente diga que lo hace precisamente por finalidad opuesta) puede mejorar con sus presentaciones , tanto en su individualidad como ejerciendo su rol ante la comunidad toda, evitando manifestarse con lenguaje que use vocablos soeces o de la informalidad más rudimentaria, evitando incluso manifestarse desde el rol que ocupan, acusando con nombre y apellido a ex actores principales, desde una posición, paradojalmente de paladín de la justicia, privando al atacado de su derecho a defensa real, al acusarlo mediáticamente en vez de hacerlo en el fuero competente. Tanta legislación acertada hacia el sendero de evitar los diferentes tipos de acosos, pero ninguno que apunte hacia el corazón de los mismo, el acoso político, del uso y del abuso del poder, por parte de quiénes ni siquiera se esfuerzan por ser mejores políticos o intentarlo al menos en sus manifestaciones públicas.


La comunidad QOM es tonta, muy tonta. Milani el señor sepulturero. Sergio Massa se juega la Sota y pone sobre la mesa UNA. El PRO destrozo al proyecto nac & pop en tierra de Lorenzo Miguel. Martín Lousteau apura a Rodríguez Larreta. Oscar Aguad corre la coneja a puro dólar y Ernesto Sanz contra las cuerdas. En la comarca el supremo mando la orden y el Superior obedeció. Por Carlos A. Coria García.


De los tres presidenciables con mejores números preliminares (sondeos de opinión), dos en sendas visitas a nuestra tierra, han expresado, primero Sergio Massa, recientemente Daniel Scioli que “Reparan históricamente a Corrientes” dando por sentado, que la Nación posee deudas políticas, sociales, económicas y morales, o para ser más precisos, que posee deudas a secas que podrían englobar o no los tipos o clases de deudas aquí manifestadas, pero que precisamente bien podrían ser el delimitarlas, el definirlas, el suscribirlas; una buena, excelente, necesaria e indispensable tarea de nuestros políticos locales que se referencian con los presidenciables, el poner bajo papel y lápiz qué nos repararán y cómo. Se espera que la visita del tercer presidenciable con chances, no desentone y se exprese también por la reparación, por otro lado, impostergable.


Mientras el Director de la EBY, toco el honor correntino, ese que varias veces es mancillado sin que nos demos cuenta (en un programa humorístico de la capital por ejemplo, por intermedio de un personaje con el mote de “filósofo correntino” como sí los correntinos no fuésemos capaces de razonar) lo mejor que podríamos hacer es no responder a la descalificación y el agravio gratuito, sin embargo, así como nuestra tierra hizo florecer a prohombres de la historia y a miles de héroes en los diferentes conflictos bélicos que nos tocó atravesar como Nación, así como vimos florecer cantantes y deportistas de excelsa calidad y calidez, tenemos un filósofo publicado en Europa, en Alemania, aceptado en más de 20 congresos de filosofía de diferentes partes del mundo, que en oportunidad de su reciente publicación internacional, y preparando la presentación de su tercer libro (El voto Compensatorio”).


Muy a tono con el proceso electoral, el texto de filosofía política, que ha sido presentado con laudos en diferentes universidades del mundo, del autor Francisco Tomás González Cabañas, ya puede ser adquirido en el país y por ende en la provincia. “Estamos trabajando en la presentación, a la que la dotaremos de más aspectos políticos que intelectuales” profirió González Cabañas quién cedió una parte del mismo, acerca del planteo de fondo que propone para consolidar la legitimidad representativa de nuestra institucionalidad democrática.


Cristina en el hielo y su encuentro con Plátov. El hijo del pato pone huevos en varias canastas. De coronas y reyes. El número 5 que puede salvar las papas. Alejandro el dios del billete. La comarca con la misma lista de supermercado. Por Carlos A. Coria García.


No son pocas, al contrario, casi que exceden, las manifestaciones de todo tipo y tipos, que connotan aspectos sexuales con resultados electoralistas, o vinculados al quehacer de la política, casi como una sinonimia, que el grado de institucionalidad democrática, no pasa por el raciocinio sino por la lascividad de los instintos más bajos. Perdedores que “la tienen adentro”, ganadores portadores de “la más larga”, apartados que no “pueden mojar”, en el reino de los “porongas” casi que los usos y las costumbres de la democracia, están de más, esperemos que sólo sean exabruptos discursivos y no síntomas de una grave enfermedad.


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