El nuevo principio antrópico, la idea del uno.
Se dio el primer debate presidencial con suspiros de institucionalidad auspiciados por la ONG “Argentina Debate” el suceso es indicado como histórico, si bien y seguramente por ser el primero los candidatos se cuidaron en cierta forma, salvo el faltazo del candidato del oficialismo gobernante, el argumento de Daniel Scioli para decir que no, cuando antes se había comprometido con el sí o mejor dicho, la excusa que esgrime amen de ser desopilante es una falacia de la dicción en composición y división, donde dos expresiones pueden significar distintas cosas unidas o separadas, pero se las usa como si tuvieran una sola significación. Sostiene que todo el mundo conoce sus pensamientos sobre determinados temas y que debate todo el tiempo, por lo tanto es sobreabundante asistir al debate con otros candidatos. La confusión de Scioli entre ideas-pensamiento y debate es crucial para entender el presente, pasado y quién sabe qué futuro del país.
Debatir no es divulgación de ideas-pensamientos, es contraponer las anteriores a las del antagonista en términos smithtianos, en el debate nos enteramos como la idea se traslada al terreno de la praxis el ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué en un lugar determinado y no en otro? Es decir que, todo ese bagaje teórico ideológico debe ser puesto a prueba, el testeo que Nietzsche auspicia a cada instante, a cada cosa y cada quien.
La cuestión en torno a los debates públicos en política partidista es necesario y crucial, el monologo no es un buen aliado y tira más hacia el autoritarismo de lo univoco desplazando la multiplicidad, en este sentido y de acuerdo a la poesía politiqueril del afianzamiento democrático, que es cosa totalmente distinta del gobierno en un territorio ¿Qué es la cosa? Se preguntaba Heidegger, pues que es un debate político y público sino una pulsión probatoria para el candidato y el corrimiento del velo de lo que en un monologo no dice y que en la interacción con otros podría ser forzado a posicionarse.
En Corrientes no vendría mal un debate público entre candidatos a Gobernador ya que estamos acostumbrados al discurso por medios adictos a cada participante que no son capaces de preguntar nada que ponga en la cuerda floja al candidato.
Lo novedoso que dejo el primer debate presidencial de la historia del país es el nacimiento de la idea del uno, es un nuevo sendero filosófico, una ruptura histórica al principio de homomensura de Protágoras que sostenía que: el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son en cuanto que no son. Entonces el hombre individual es medido en criterio de lo que es, y esto implica que no hay más realidad que las apariencias, que se manifiestan al hombre en la percepción.
Immanuel Kant pensaba que solo se podía conocer fenómenos, las apariencias, sin gente o seres sensibles no hay apariencias, por lo tanto no se conoce nada, mas aun puede ser que nada exista.
De la hommensura de Protágoras como caldo de incubación se pasó al principio antrópico donde Hombre y Cosmos se unen. Daniel Scioli con su negativa constante a enfrentarse a los oponentes para debatir reformulo la idea antigua de Protágoras y ahora: solo hay algunos hombres que son la medida de todas las cosas, es decir la arquitecta egipcia y Daniel ser convirtieron de la noche a la mañana en la medida de todo, únicos, exclusivos. O tal vez Scioli no acude a los debates porque no puede explicar cómo en 12 años de kirchnerismo y 8 años de gobernador la Provincia de Buenos Aires desaparece por las inundaciones, las escuelas son monumento arquitectónico a la decadencia, los hospitales son tachos de basura, las calles controladas por una inusitada violencia delictiva, economías regionales dando los últimos manotazos de ahogado, la provincia trasformada en una inmensa cocina de drogas, etc., etc.
Por Carlos A. Coria García.
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