El voto, el votar y el valor de lo democrático.
El mundo de las significaciones y de la lógica racional del hombre, se pierden en el inmenso océano de la nada, cuando uno siente que todo está viciado por lo mezquino del interés, aromatizado por el hedor nauseabundo del materialismo, corroído por las ceras de la mediocridad, bañadas por las aguas de la envidia y el rencor, petrificadas por la gélida ventisca de la ambición desmedida, y santificadas por la máscara pedante, enferma y perversa de una hipocresía, macabra, pérfida y espeluznante. Así uno puede sentirse al descubrir o develar la mentira, a sabiendas de un político o de un espacio político que pretenda, tan sólo la ventaja de una minoría o de un sector, por más que esto implique el blandir una bandera que intente representar a las mayorías.
Pero a la vida se la crítica porque existe, la misma nos puede parecer despreciable, sin embargo, es una presencia ineluctable, un campo en primavera, una playa al amanecer, un pájaro de libre vuelo, una flor saliendo del capullo, imágenes implacables de que vivir es tan trágico, porque tras sí acumula un misterioso caudal de inabordable belleza. Y todos los que critican con obsesión la condición de vida se esfuerzan en realidad en encontrar una mayor perfección, dentro de lo eterno y maravillosamente bello. Por ello la esperanza se renueva, ante cada elección, ante cada vez que los ciudadanos, somos convocados a emitir el voto.
Sí alguien se pregunta acerca del valor de la crítica, bien podría ir al banco, hacer un trámite, operar en la bolsa, ejercer cualquier tipo de práctica oficiosa o profesional, pero sea su almohada, su espejo, pareja, familiar, cura, amigo, psicólogo, jefe, patrón, en algún momento del día le instalarán la duda, el mal de la incertidumbre, aquello que no se contesta con precisión ni en clave matemática, y eso no tiene precio, ni valor, tan sólo es parte de la vida, pero sí ese punto no se entiende, es como estar viviendo a medias, tal como el político rodeados de tipos que sólo dicen que sí, gestionan, ejercen el poder, gobiernan, a medias.
“La crítica puede ejercer un efecto irreversible cuando aquello que nos era dado como originario y fundamental se pone en evidencia como recurso de dominación ejercido sobre nuestra subjetividad. Este sentido de la crítica tiene una clara motivación movilizadora. Se busca con ello desencadenar en el interlocutor una toma de partido contra el discurso que, hasta antes de la crítica, el propio interlocutor podía identificar (engañado, domesticado) como ley natural o verdad divina. Habermas señala que la crítica “pone en cuestión la verdad de una teoría sospechosa poniendo al descubierto su falta de veracidad, demostrando a una teoría que en principio presupone una comprensión desmitologizada del mundo, cómo en realidad sigue prisionera del mito”. (Martín Hopenhayn)
Sin embargo, el actuar de ciertos grupos políticos, construidos para el engaño, puede llevarte a pensar que las mafias no están tan equivocadas. De última ellos apadrinan a un cierto número de personas, establecen un código de acción, y se involucran en los manejos sociales, verdad es que adhieren a actos un tanto sanguinarios y que por lo general no conocen de leyes, pero esto es anecdótico, lo importante es que entienden que la sociedades se manejan por intermedio de grupos, de factores y de organizaciones, por tanto en comunidad hacen lo que hacen por el bien de la agrupación, sin medir medios o sin pruritos morales. La justicia, los empresarios y la sociedad general, pueden acusar a estos de vándalos, de asesinos, pero los mismos que acusan también se manejan con prácticas similares, sin tanta sangre, con mayor afección a la ley, pero todo en definitiva es una disputa de intereses entre grupos conformados, pues el derecho, los estados, las instituciones, se amoldan a las necesidades de quienes detentan en su momento el poder. Las mafias quizá generan mayor mística y liberen mayor adrenalina, por ello sus actos son más grandilocuentes y cinematográficos, por ende requieren de mayor producción y vuelo artístico.
La política es inmoral puesto que sostiene lo moral, recreándolo y haciendo de ella un verdadero círculo hermético, en el cuál todos se ven obligados a participar. Representa la generalidad de las acciones individuales e intenta instituir una justicia, que por ser una creación artificiosa del hombre, nunca llega a un estado de lo que realmente significaría lo justo.
Por todo un sistema de enlaces y de mentiras cofrádicas que beneficien a un sector, pero aquellos que tengan la posibilidad de leer con profundidad, e incluso de estar cobrando y viviendo dentro de las estructuras de estas mafias o de estos sistemas de engaño, pueden emitir un voto en ese cuarto oscuro, que será iluminado, sí estos se deciden a valorar una nueva puesta del sol, para que las futuras generaciones no tengan que pelear por estar en un sistema cerrado, de castas, de beneficios o de grupo de cofradías, sino simplemente ser y parecer, democráticamente aceptables y libres, y ser convocados y conducidos por ganas y capacidad y no como ahora, por conveniencia e interés, esto es lo verdaderamente valioso de la democracia, se la puede curar con su propio veneno.
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