Tal como el sol, como el mismísimo Dios, el principal elector de la provincia, no dejo de ser protagonista en su ausencia estival, cuál domingo de descanso para el creador. Tuvo su propio Judas, que sigue negando, por tercera vez que lo traicionara y todos continuaran pendientes de su salomónica decisión que dejará en armonía la provincia con el aire fresco y la luz mala, al menos hasta que se elija, si continuaremos en el reinado de quién cada cierto tiempo, plebiscita su gestión, y cada determinados períodos, como ocurrió con su primo, debe delegar la poltrona del poder, tal vez para probarnos en nuestra fe.


Sí no resultara ofensivo, que en plena provincia con los índices más elevados, tanto de marginalidad económica, social, como precariedad laboral, expresiones continuas, como desopilantes de la reverberación de la cultura machista, del encumbramiento de los machos alfa en la toma, disputa y reparto del poder como botín de guerra, de que la energía siquiera alcanza para tener los aires acondicionados prendidos para mitigar los cincuenta grados a la sombra (la revolución forestal de la que dicen ser protagonistas, se lleva árboles como poder de absorción de las tierras, haciéndolas más inundables, y las ganancias, para ellos, como las vaquitas y los granos de arroz exportados) podría resultar tolerable, o dejar pasar, sin decir nada al respecto, que la señora a cargo de los reinados, nos hable, muy suelta de cuerpo, como de ideas, del acervo cultural que expresa el reinado del chamamé, objetado explícitamente por una agrupación de género, arguyendo que la misma avala la cosificación de la mujer.


La obra del ensayista Correntino, Francisco Tomás González Cabañas, “La democracia desiderativa” aún en trabajo de edición se presentará en calidad de adelanto en el marco del festival “Esquina esta de Arte” en la sureña Ciudad Correntina, este viernes 13 de enero, a las 19 horas en la escuela Normal. En dicha oportunidad, se presentará también el último trabajo editado del intelectual “La democracia incierta”.


¿Acaso la democracia occidental que nos hemos forjado, no continúa conceptualmente, con los principios básicos del nazismo, que creíamos derrotado, con la cuestión migrante, con el cerco galvanizado en los inicios geográficos de Europa, pese a que los de afuera mueran en persecuciones, en archipiélagos de excepción y naufragios?


“La confusión hace su trabajo y gana espacio. La proliferación es directamente proporcional a la indiferenciación.” Escribe Claudia Schvartz en el prólogo a unos textos de Artaud que en un pasaje dedica su escrito de la siguiente manera: “Que la muralla espesa de lo oculto se hunda de una vez sobre todos esos impotentes charlatanes que consumen su vida en admoniciones y vanas amenazas, sobre esos revolucionarios que no revolucionan nada”. Nosotros deberíamos cambiar la caracterización de revolucionarios, por la de comunicadores demócratas que no democratizan nada, censurando las críticas constructivas que se le realizan a la democracia, para mejorarla, consolidarla, enaltecerla y jerarquizarla.


En las últimas décadas, o en verdad desde siempre, producto de la inveterada costumbre del ser humano de desear aquello que no puede ser, se viene sosteniendo que necesitamos, dar un giro, acerca de nuestras perspectivas de cómo somos y estamos respecto al mundo. El término romántico, y su propia historia no tan romántica, de revolución, asoma en cada acción que se propone modificar en nombre del bien común. Hasta incluso, esa misma revolución se llevó a cabo en el campo semántico, el término, se modificó a cambio. El cambio, siempre para una teleología que considera un tipo de bien, es casi el imperativo categórico de nuestro tiempo.


Tanto la Declaración de los Derechos Humanos como la Convención Americana son claras y explícitas en cuanto a sostener el principio de presunción de inocencia. Acendrado en máximas del derecho como “in dubio pro reo” y “onus probandi” la consagración de esta formulación metodológica (dado que no deja de ser tan solo esto mismo) del derecho a la defensa, surge como reacción a un estadio anterior en el campo del derecho penal, en lo que se dio en llamar el proceso inquisitivo. Transcurridos siglos de aquel entonces, y tras los desequilibrios que producía el uso y abuso del mecanismo modificado, de un tiempo a esta parte (luego de las aberraciones que Occidente perpetró sobre sí mismo en la segunda guerra mundial) consideramos, en el campo del funcionariado político (exclusiva y excluyentemente al que accede haciendo uso de la soberanía delegada o del sistema representativo, mediante lo electoral) que se reinstaure lo que se dio en llamar “juicios de residencia” que consistía en precisamente lo contrario de lo que se sostiene en cuanto a la presunción de inocencia. Partimos de la base, de que lo normal, es decir sobre lo que actúa el derecho, se modificó ostensiblemente, en cuanto al gobierno, la comandancia de la cosa pública. El sujeto pasible de esta modificación sustancial del principio de inocencia que se plantea, es única y excluyentemente el político que habiendo accedido a su condición de tal, por voto popular, meses antes de terminar su faena, será considerado culpable de la figura legal de “democraticidio” en tanto y en cuanto, ante el proceso de su defensa, que tendrá las garantías de siempre y por ende inmodificables, demuestre lo contrario.


La revista “Tehura” editada por la Asociación Cultural Iberoamericana, con sede en Madrid, España, en su número 9 (es de periodicidad anual) publica el artículo del ensayista Correntino, Francisco Tomás González Cabañas, “Redefinición del contrato social”. La revista es reconocida en el mundo cultural occidental, tanto de la filosofía como de la sociología, por el celo intelectual con el que revisan los artículos, y para el autor es la undécima publicación a nivel internacional que difunde sus manifiestos teóricos. González Cabañas, este viernes 13 de enero, presentará el adelanto de su próximo obra “La democracia desiderativa” en la muestra “Esquina esta de Arte” en la ciudad del sur correntino.


En el marco de las elecciones a gobernador en la provincia de Corrientes, y dada la danza de nombres que se ha iniciado y, considerando que dentro del espacio político de ECO, la candidatura a ocupar el sillón de Ferré, le corresponde al radicalismo, y los procesos actuales y modernos de elección, indican el modo y el procedimiento de consenso, antes que de elección interna o de acto de proclamación, en la arena pública, por intermedio de los medios de comunicación, en nuestra condición de peronistas, queremos expresar nuestro apoyo al Doctor Gustavo Valdés para que sea tanto el candidato de ECO, como por consiguiente el próximo gobernador de la Provincia.


En los frecuentes análisis y estudios, que desde distintos campos y saberes se realizan, acerca de la democracia, tanto como objeto social, como sujeto colectivo que nos envuelve y define, uno de los menos frecuentados por los distintos especialistas, y con ello, menos difundido por los medios de comunicación, es el de la democracia deliberativa. Sí bien la misma, surge como complementariedad de la democracia representativa clásica y de acuerdo a sus más notables investigadores, induce a un retorno a las primeras fuentes (las griegas) o nos dirige a las experiencias democráticas más concelebradas (cantones suizos), de todas maneras, en cierta medida, va al choque o a la confrontación con el sistema de mayorías, claro y nato, en que no pocas veces se reduce a la democracia representativa tradicional (o incluso sus variaciones, las que por ejemplo, destacan, promueven o avalan la confrontación democrática, siempre por instauración de mayorías, o las que alientan, una lógica más consensual o de relación dialéctica, que más temprano que tarde se define en sus contradicciones por una síntesis sometida a voto). Autores como Habermas, Rawls y Nino, son paradigmáticos de este resumen de constructivismo epistemológico como lo llamo el jurista Argentino (file:///C:/Users/Notebook/Downloads/nino-carlos-santiago-0.pdf ), que apunta a una suerte de dotación de valores, de recarga de conceptos (con la finalidad de que esto, transformará para bien a la sociedad), a la simple ratificatoria estipulada por voto, obligatorio o condicionado, en la que para muchos ha caído, por peso propio o empujada por la inoperancia de su clase dirigente, la democracia representativa de nuestros últimos tiempos. Sin embargo y más allá de ampliar los conceptos de tan interesante propuesta, lo más destacable, sin duda, es el nuevo esfuerzo, por dotar a un sistema que nos tiene cautivos, encantados, seducidos, sometidos, como abrevados y sintetizados, bajo su único poder, casi omnímodo como omnisciente; su valor desiderativo.


Lo afirmamos dentro de un análisis teórico, pero intentaremos demostrarlo en los hechos del día a día de la política vernácula. Las vacaciones del todopoderoso Gobernador, ha servido, al mejor estilo siglos atrás cuando el Rey viajaba de campaña y en su comarca se desataban las más desopilantes intrigas palaciegas, para que le operen (habiéndose dejado operar también) al siguiente en línea de sucesión que ya venía clamando que no lo olviden (prometiendo como lo hizo para llegar donde está, “inmolarse” políticamente) para asegurarse tal vez una banca en la repartija que se vendrá (elecciones legislativas provinciales). Lo destacable es como este tipo de sucesos nimios, evidencian la superficialidad en la que vivimos nuestra realidad democrática, que en vez de ser fortalecida por la clase dirigente (que es la que más se beneficia de ella) la percude, horada y socava, inexplicablemente.


La frase entrecomillada pertenece a Hanna Arendt y lógicamente la autora lo referenciaba al siglo que le toco vivir, al recientemente transcurrido. El agregado es nuestro y bien podría señalar el correlato, o más que nada la explicación de que nos sucede en nuestro período, que en parte, arrastra la irresolución de la criminalidad señalada por Arendt. La figura patriarcal como cómplice pasivo, ante las vejaciones de lesa humanidad, arguyendo la persecución de las gestas menores de mantener la supuesta seguridad del entorno privado, permitieron los campos de concentración, desandaría con profusión, como criterio y tino la autora. Algunas décadas después, desde una perspectiva de género, podrían aumentar la argumentación señalando que este tipo de criminal, promueve y alienta también, una noción comunitaria, totalmente desigual, como sectaria y por ende antidemocrática, de segregacionismo a la mujer, condenándola a un rol pasivo o secundario, imponiéndoles incluso, a las heroínas que no aceptan esto, de algún modo, una penalidad física (figura de feminicidio) que en algunos casos, luego de cometido busca ser solapado o naturalizado en una suerte de disputa contracultural o de contrapoder. Quienes consideran que la lucha por tener un mundo mejor, puede ser trabajado, desde esta posición de resignificar tanto la semántica de la codificación (de la patria a la matria, de la fraternidad a la sororidad) como la resignificación conceptual de toda la arqueología misma del sistema (dando por sentado que este responde a patrones mera o expresamente machistas) tienen además de una menuda labor, todo un horizonte cierto de proceder bastante claro respecto al futuro.


La posdemocracia ha construido, bolsones, archipielielagos de excepción, guetos, extensiones amplísimas de poshumanos a los que creemos (en un uso de la posverdad) como si fuesen iguales en derechos y posibilidades, pero que sin embargo en la realidad son completamente desvalidos en su propia condición de sujetos. Nosotros, insistimos en nuestra posverdad, los creemos prójimos, o próximos o asequibles a nuestro género humano, sin embargo, mediante nuestra posdemocracia los hemos transformados en los residuos necesarios, para extender nuestro ser en el mundo. En sus faltas, en sus carencias, nosotros podemos observar, sentir y percibir nuestros logros, validarlos y legitimarlos, darles sentido a nuestras vidas en la posmodernidad que nos arremete con sus excesos y provocaciones. El desafío consumista-existencial de no poder tenerlo todo, lo hemos resuelto generando quiénes no pueden tenerlo nada.


La presente expresión política surge a los fines explicitados, creemos estar en el tramo final de un proceso en donde, quiénes vienen anteponiendo sus intereses personales por los colectivos, pervierten a mas no poder, tanto el sistema como la institucionalidad democrática, llevando a grados intolerables la credibilidad política, como la insustancialidad de la misma, extendiendo o en el mejor de los casos, manteniendo, sin hacer nada al respecto, los siderales y crueles índices de pobreza y marginalidad.


Por supuesto que se trata de un juego de palabras. Todo en occidente lo es. La comunicación, la política y por ende las últimas y las primeras causas; la filosofía. El distrito del lenguaje, es el de mayor consistencia en donde se acendra la legitimidad de lo democrático; que por definición y hasta antológicamente, no sólo que es palabra, sino más que nada un juego. En el muladar latinoamericano desde que este escriba posiciona su perspectiva, el centenario partido radical (que nace de la revolución del parque y que extrañamente siglo después amalgama en el imaginario de lo que representa el valor de reinstaurar y proteger lo democrático) gobierna, peronisticamente (es decir usufructuando los límites de las leyes electorales, exprimiendo las reelecciones, generando sucesiones familiares y suprimiendo la posibilidad de internas tanto dentro del partido, como por fuera del movimiento del que es eje y que aglutina otros partidos) o como lo hizo su contrapeso (en la lógica de sostener la formalidad democrática, en la astucia del juego del policía bueno y malo, cada cual desarrolla supuestas virtudes que en verdad no son tales y que gravosamente no sortean por ejemplo el peor de los males estructurales: la pobreza y marginalidad extrema al que someten a grandes y extensos bolsones de la población) demostrando un conocimiento cabal, casi absoluto y total, de la democracia en sí misma, cuestionándose por tanto, si esa radicalidad (la de en este caso gobernar, casi hace dos décadas, tener mayoría o control estratégicos en los poderes legislativos e incidencias manifiesta en el judicial) acaso no es antidemocrática, en un terruño, en una comarca en donde casi la mitad de la población no puede sortear la pobreza a la que ex profeso es subsumida y muy pocos, que son perseguidos y hasta caracterizados (a diferencia de siglos atrás condenando a la hoguera en la actualidad, cercenados y condicionados por el ninguneo y la indiferencia que se vierte desde la cúspide del poder) poco pueden realizar, como este artículo mismo, para que se pueda pensar la radicalidad democrática.


“Estamos desde el punto de vista del análisis del poder, en una situación completamente bloqueada, en este archipiélago de la governance la corrupción es el modo en el cual este proceso se socializa: donde en un tiempo se decía sistema democrático, hoy se dice sistema de corrupción, porque el sistema actúa fuera de cualquier medida, o mejor, determinando la medida desde el mando, no desde la regla, en un modo de funcionamiento de la governance opuesto a la máquina del estado de Derecho” (Negri, T. Corrupción, nueva acumulación, refeudalización. Página 18. Editorial Quadrata. 2012. Buenos Aires).


A contrario sensu de lo que se pensaba (o de los pocos que piensan la política en la comarca) la convocatoria a las elecciones anticipadas y por ende desdoblamiento electoral, para elegir legisladores provinciales (potestad del ejecutivo provincial) más que una estrategia hacia la oposición (como para primerearlos, jugarles con la falta de recursos y con el peso del aparataje) es una bajada de línea, para evitar rebeliones en la granja, ordenar la tropa propia, que ya empieza a moverse en pleno burbujeo de las fiestas. Desde los relanzamientos de los partidos legislativos o unipersonalistas hasta los pedidos desesperados de visibilidad política, que ruegan al mandamás principal, usando a una de las víctimas de las mafias políticas, para que no se olviden de fulano o sultano, son muestras acabadas de esto mismo que expresamos.


“El espíritu de libertad supone también que la ley sea respetada. No hay democracia donde reinan el dinero, el clientelismo, el espíritu cortesano, las pandillas de malhechores o la corrupción. Esto implica, como dicen con razón los defensores del espíritu “republicano” de Francia –demasiado olvidados en cambio de la dimensión representativa de la democracia-, que el poder central haga aplicar la ley en lugar de someterse a la influencia de los intercesores locales. Cuando la ley y los representantes electos desaparecen ante los enfrentamientos de las pandillas y la policía o los que oponen a grupos étnicos que se disputan el control de un territorio, ya no es posible hablar de democracia, aunque las elecciones sean libres y los partidos políticos se alternen en el poder. (Critica de la Modernidad “Alain Touraine”).”


El precio de la libertad, no tiene que ver con ser autónomo o independiente. Ganarse el pan, por intermedio de un sueldo, es sumamente digno, deja de serlo, cuando el que paga, requiere sexo a cambio (si es que el otro no lo quiere hacer como forma de ganar recursos), que le ceben un mate (sí es que uno no fue contratado para eso) o que se entreguen a algo, de lo que uno no está convencido. Uno también puede ser autónomo, pero agachar la cabeza ante el primordial inversor, tampoco es señal de haber adquirido libertad.


A diferencia de lo que proponen ciertos intelectuales, con más pasado que presente (a tal punto esta cosificada la consideración cultural, que el pensador está sometido a la misma lógica que la del vino, a más cantidad de años supuesta más sapiencia y erudición, cuando en verdad es lo contrario, dado que sobrevivir en este sistema implica ceder y por ende embrutecer o transar progresivamente al punto límite que al estar más cerca de la muerte ya no se tiene nada más genuino que ofrecer que no se haya ofrecido) y con menos originalidad que las mismas formulaciones que dan vueltas sobre el marxismo, la democracia absoluta no sólo que es una clara invitación demagógica al onanismo intelectual, y al apagar las escasas llamaradas de cambio, sino que además es argumentalmente insostenible. La democracia avanza hacia su corrupción generalizada, a su disolución misma, en la que pretende envolver al hombre, al humanismo, al que claramente lo tiene subyugado. Resistirnos a tal frontispicio, al fin, al límite tajante, es lo único que sostiene nuestra expectativa, que nos conduce a un negacionismo enfermizo en donde no queremos pensar siquiera en la posibilidad que todo termine, y esto mismo es lo que nos empuja a tal finalidad ineluctable. Sí asimilamos que podríamos estar ante nuestro propio fin, posiblemente tengamos una probabilidad entre muchas, de pensar nuestro salvamento, salvación o salvoconducto, que no sea la cárcel, el presidio, o la terminalidad a la que nos estamos condenando con lo irresoluto de lo democrático.


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