11 de abril de 2017

Lo nuestro es pensar.

“Hoy en día la amenaza no es la pasividad, sino la pseudo-actividad, el impulso de ser activos, participar, enmascarar la nada de lo que ocurre. La gente interviene continuamente, hace algo, al tiempo que los académicos participan de debates sin sentido, etc.; y lo verdaderamente difícil es dar un paso atrás, apartarse de todo eso. Aquellos que ostentan el poder a menudo, prefieren incluso una participación crítica, cualquier tipo de diálogo, el silencio, simplemente para hacernos participar en ese diálogo, para asegurarse de que se rompe nuestra ominosa pasividad. Por eso el título del cuarto congreso sobre la idea del comunismo celebrado en Seúl en septiembre de 2013, estaba plenamente justificado: Párate a Pensar…Un radical no es un genio creativo, sino un apóstol que encarna y expresa una verdad: no deja de repetir el mismo mensaje y aunque podría parecer que nadie le sigue, todo el mundo le sigue, es decir, todo el mundo sabe en secreto que está diciendo la verdad, y por eso, constantemente se le acusa de los delitos más incompatibles de egoísmos y obsesión con el poder, de indiferencia hacia el destino de su propia causa, de fanatismo, trivialidad, falta de humor, bufonería e irreverencia…En las elecciones libres, siempre hay un aspecto mínimo de cortesía: los que ostentan el poder cortésmente fingen que realmente no lo tienen, y nos piden que decidamos libremente si queremos entregárselo, de una manera que refleja la lógica de la oferta que pretende que la rechacemos… El verdadero triunfo no es nuestra victoria sobre el enemigo, sino que este comience a utilizar tu propio lenguaje, de manera que tus ideas hayan impuesto las normas de todo el campo de juego”. ( Zizek, S. Problemas en el Paraíso. Barcelona. Anagrama. 2016, p 204/210)

Quienes pretendan conducir el Peronismo, o lo hacen o pretenden supuestamente, seguir haciendo por la inercia, porque nadie los devela como Conservadores Populares, renovadores, o cualquier otra denominación, no peronista, deberían apuntar con mayor concisión a un aspecto, que por el momento, todos los pretendientes a Capitán o conductores políticos no están soslayando.  El peronismo, sobre todo el dirigencial (es decir no para el votante o militante raso para quién el peronismo pasó a ser más una cuestión de sentimiento que de argumentos, de concepto o de dogma) es básicamente filosófico, es imposible discernir su abrevar en la razón de las primeras o de las últimas causas. El Peronismo es una perspectiva de filosofía política aplicada en un terreno determinado en un momento dado. De lo contrario, las dos últimas variantes que gobernaron bajo la etiqueta peronista (la Menemista y la Kirchnerista) no se hubiesen recostado, en la derecha como en la izquierda internacional. Precisamente esta es la razón por la cual, si bien se mantuvieron por una década en el poder, no pudieron redefinir positivamente el Peronismo y hacerlo perdurar conceptualmente. Ni las tutelas del neoliberalismo ni de la izquierda eurocentrista matizada con sesgos Chavistas, podrían haber hecho más de lo que hicieron. Perón, hablaba de la tercera posición y quiénes no entendieron de filosofía pensaban que el General hablaba de geopolítica por la coyuntura de la guerra fría. Perón, otra vez, estaba profundizando la filosofía política del peronismo. La fuerza política que había fundado, no podía ni debía aceptar tutelas conceptuales, vinieran de donde viniesen.

Quienes pretendan hacerse de la conducción peronista, deben trabajar, sobre todo en esta instancia, durante este período, en reestructurar la ingeniería filosófica del peronismo. Todo lo que pueden llegar a hacer o de hecho empiezan a hacer (discutir la metodología, esto es la cuestión electoral, pretender armados sin el dinero estatal mediante liga de intendentes o de gobernadores, posicionarse en la clase media con romances estelares o apuntar a operativos clamores  de regresos imposibles) sin entender esta cuestión nodal, los pondrá, indefectiblemente en la condición de marineros, y tal como reflexionaba Platón, ningún barco, como metáfora de estado, podrá ser conducido exitosamente por quiénes vean el mundo desde tal lugar.

Entender al peronismo desde su condición filosófica es la primera razón que le exigirá la política práctica para devolver el peronismo al poder. Metodológicamente, como todo lo filosófico, pueden ser los caminos tan flexibles como diversos, sin que esto distraiga del telos u objetivo.

 En cualquier distrito, dirigentes que se consideren, conceptual y racionalmente peronistas, podrían organizar lecturas de La comunidad organizada, fomentar encuentros o coloquios de filosofía política (Perón lo hizo en Mendoza en el `49), consolidar el pensamiento como fuerza dinámica y transformadora, o a decir de Aristóteles, como motor inmóvil o primera causa de todo lo que desande luego el peronismo en las calles y más luego en una nueva probable función de gobierno.

Siguiendo con Aristóteles, el peronismo y la filosofía constituyen un compuesto “Hilemórfico” (todo cuerpo constituido por dos principios: materia y forma), una única unidad indiscernible que la distingue de todas las distintas fuerzas políticas del país y la posiciona en un sitial privilegiado en el mundo.

Finalmente y en un mismo orden de ideas, parafraseando a Martín Heidegger, cuando propugno en el ámbito de la metafísica “El olvido del ser”, los peronistas están olvidando la razón filosófica de tal expresión política, este olvido puede ser perdonable a marineros intrépidos que por bajos instintos quieran hacerse del timón de un barco, al que seguramente, más temprano que tarde estrecharán, ahora que los peronistas que pretendan capitanear el barco de sus distritos o de la nación se les escape esta cuestión neurálgica derivará, seguramente, en que el poder continué por muchos años más en otras manos.

 

Los “Peronistas Modernos”, quiénes firman tal documento harán en breve un lanzamiento público, expresando de qué manera participarán en el año electoral, definiendo para ello, el primer turno confirmado, que es el 4 de Junio la elección a Jefe Comunal, como de Concejales, de la Ciudad de Corrientes.

 

 


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