La democracia es como fumar dentro de una garrafa.
Marzo, mes del inicio del ciclo lectivo, (siempre revoltoso, entre paros, piquete y canticos revolucionarios) apertura de sesiones legislativas prácticamente en todo el territorio nacional, también el punto de arranque de las campañas electorales, En abril, Corrientes se prepara, ya están todos en la gatera, la espera de la bendición de los santulones a los pastorcitos con aspiraciones a santillos de estepillas ya se dio, y en la continua re-generación de deidades benevolentes para con un pueblo hastiado de pobreza, es que la fe en lo sobrenatural puede más, tal vez sea otra herencia del proceso pastoril de la conquista española, los templos de la tutela popular se levantan otra vez con pies de barro.
Por lo pronto, en la vereda oficialista o, en la estancia cruzando la calle, el señor no se decide por el sucesor que tendrá por los próximos años el control de los miles de acres, vacas, caballos, chivos, ovejas y humanos de Corrientes, la experiencia nos dice que hay que andar con debida cautela, no vaya ser que se corten solo y se intente instaurar una suerte de nova dinastía. Los nombres que baraja el mandamás, los moja y los seca al sol y los vuelve a mojar, son prácticamente la planta permanente del Estado de los últimos dieciséis años, gozaron desde siempre las mieles de la inmensa ubre estantal cada vez más estrujada y seca. Como diría un viejo militante de la extinta UCR, que supo ser miembro de gabinete de Arturo Illia y Raúl Alfonsín, Emilio Cappuccio sentencio un día que: el partido de Leandro N. Alem y Moises Lebenshon, se encuentra en un estado total de postración física y mental. No hay pensamiento, ni debate, ni análisis de las cosas que le ocurren al país.
Los muchachos que vencen al poder con la dignidad madrugaron a todos, se acomodaron rápido como quien no quiere la cosa, dándole a la formula galena ese plus ético y moral que se limita al chacharacheo ya que a la hora de la praxis o de los bifes funciona tal cual las estructuras más añejas de la provincialidad.
El justicialismo correntino, sobretodo el capitalino cerró su lista y va cómodo, convirtiéndose en la nueva coalición conservadora re-editando al viejo pacto autonomista-liberal, no solo por sus integrantes colacionados sino también, por su modus operandi a la hora de bendecir nombres y administrar la cosa pública. El consenso es la eterna excusa siempre perfecta para ocultar los tejes y manejes de minúsculos grupos, que se arrogan la representatividad y la democracia en nombres propios, que en realidad son agrimensores ad hoc de la propia quintita.
La cosa se torna sospechosa y espesa cuando un “partido” se pasa de una cosmovisión del mundo a través de los ojos de Karl Marx a la orilla insulsa e insípida de ECO-Cambiemos, no vaya ser que le demos la razón a Joseph Shumpeter, cuando sostiene que, en contra de lo supuesto por la concepción clásica de democracia, la realidad empírica de las democracias representativas es que el electorado no toma decisiones sobre asuntos públicos. Las elecciones, no expresan voluntad popular alguna sobre la política, lo que hay en realidad es una mercantilización de la política, donde los candidatos son productos exhibidos en una góndola de supermercado y la clientela elije el producto que no necesariamente y comúnmente no está muñidos de ideas, programas, reflexiones, pensamientos, etc. sobre el presente y mucho menos sobre el futuro. Es el caso patente de Unión Popular que de la noche a la mañana se paso del comunismo a ECO cortando de cuajo cualquier tentativa de hacer verdad o cuasi-verdad alguna posible representatividad (si se quiere) política. Y la pregunta en todo este maridaje es ¿Y la democracia?
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