Entre la Comandanta “Esther” y Karina y Juliana.
Envueltos en plena campaña electoral, y por ello, viciados del irredento estrépito de lo verosímil pero a su vez improbable (lo dijo en público el propio Gobernador, todos nos prometen, pero tienen que cumplir ya, al menos el 30%, en relación a la coincidencia de los tres presidenciables de que tendríamos a partir de diciembre tantos puentes como pobres en la provincia…) torbellino de compromisos de lo que ocurriría en caso de que los votemos, esgrimen, casi en sintonía diacrónica, el trillado movimiento táctico de “mover la dama”, para que desde el género, sea aún más fácil, o al menos desde otro costado, la seducción o persuasión al electorado. Lo cierto, es que sin cupo femenino, la mujer continuaría manejando lo conceptual del poder, por intermedio de los hombres, a quiénes claramente manejan y dominan, pero las excepciones, que confirman la regla, es decir mujeres que no hayan arribado al espacio público o político, junto a sus esposos o maridos y que tengan un discurso definido (estemos o no de acuerdo con el mismo) son escasas, y las mismas no casualmente, son apartadas de la consideración mediática.
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