El “Candidato” político y su relación con la ciudadanía o el electorado.
Ellos, la clase política, realmente forjaron esa relación de amor marital, con el ente abstracto, personalizada como la mujer llamada democracia. En ese heroico y triunfal regreso, de la oportunidad de votar, de expresar una idea política, un convicción social, los políticos representaban, no sólo al pueblo, sino también a la máxima expresión de la libertad, y para los creyente, a los deseos de dios, para con sus hijos dilectos. Contaron con una cantidad inusitada de posibilidades materiales, de instrumentos normativos, para ordenar una sociedad, ávida de consagrar, no sólo con el voto, con reconocimiento público, y hasta con admiración sacra, a los hacedores de la democracia. Eran los padres de la patria, la nobleza latinoamericana, en sus venas fluían, la sangre azul de monarcas, condes y demás personajes nobiliarios, que en Europa poseían tal entidad, y que en nuestra versión vernácula, se constituían en intendentes, gobernadores, ministros, legisladores y demás funcionarios públicos.
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