¿Ensoñación o pesadilla? electoral
Los candidatos hasta el domingo de la votación bailarán narcotizados esos jingles de campaña que saturan el centro, la costanera y las radios, en ese paroxismo, animalesco, suplen expectativa por certeza, y por más que sepan (en su gran mayoría) que no le darán los votos (pues todos los que están habilitados para votar no están libres de condicionamientos barbáricos) para transformar potencia en acto, se sientan en las bancas, gastan a cuenta de las jugosas dietas, eyaculan palabras en los medios de comunicación, se pavonean con las jóvenes que se contratan para esgrimir militancia, algunos, muy pocos, con cierto vuelo romántico, se podrán detener a pensar, que algo harán por la comunidad o la provincia, porque los apoya la mujer porque sacaban buenas notas en el colegio y demás nimiedades vanas. El estado onírico, preelectoral, es responsabilidad también de las segundas líneas y en definitiva, todos o casi todos, somos parte de lo que para algunos es un sueño y para otros una pesadilla, pero mientras tanto la realidad, permanece oculta en otro lado.
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