La realidad no es tal, sino conjetural…La intervención deseada y las mil cara del interventor.
Desde la versión martinezllanista de “a veces cuando se pierde se gana y viceversa” la política demuestra, en forma contundente, que la realidad, la que creemos objetiva e imperturbable, es solo una perspectiva, un pliegue, un cariz, de algo que nos excede en posibilidad, en análisis y por ende en supuestas conclusiones que nos lleven a eso que queremos y lo creemos como cierto. Pasando por la vieja premisa, falsa y falaz, desde su autoría que se la cree propia del general, cuando es Aristotélica, de que la verdad es la única realidad, el cedazo de los relatos y de las posverdades, se llevaron puestas las presunciones, como las ideologías. El Justicialismo, en todos los órdenes, es un sello que cotiza y muy bien en la bolsa electoral, y que en caso de ser intervenido en el distrito Corrientes (las razones sobran, habría que tratar de encontrar argumentos de porque no intervenir un partido al que como tantos otros, se lo privo de ser tal) lo único que generará es que la administración, el manejo o la cuota de poder que representa, pase, con toda discrecionalidad de manera igual a la que se enquistó en el mando hasta la actualidad, a otras manos.
El mito de la fundación española, a sangre y fuego, nace de la matanza, trocada relato mediante, en que mediante una acción directa de la divinidad, se hubo de construir lo que somos, sumando a la Virgen Morena , porque no Gaucho gil, y toda nuestra cultura cristiana que va más allá de la religiosidad propiamente dicha, lo cierto es que a nivel político también es un milagro que nuestra provincia siga siendo viable (a finales de los `90 se discutía en el Congreso de la Nación la inviabilidad de ciertas provincias, incluida la nuestra) sin contar con la ayuda o intervención de un ser superior o sin estar sometida al favoritismo o sectarismo del poder central.
La filosofía como creación. La definición conceptual de filosofía ha sido inquietud de diversos filósofos a lo largo de la historia, dejando como resultado innumerables concepciones en diferentes contextos y épocas. Cada concepción permite darle un enfoque de acuerdo a la definición que se tenga, no existe una respuesta única y una definición exacta de lo que es filosofía, cada filósofo la caracteriza de acuerdo a sus presupuestos teóricos; es por ello que uno de los principales debates y discusiones tradicionales del ámbito filosófico es su definición. Es pertinente dedicar un espacio para conceptualizar el término filosofía. Para el presente trabajo se asume la perspectiva de Deleuze y Guattari (1993), quienes afirman que “la filosofía es el arte de formar, de inventar, de fabricar conceptos […] crear conceptos siempre nuevos, tal es el objeto de la filosofía. El concepto remite al filósofo como aquel que lo tiene en potencia, o que tiene su poder a su competencia, porque tiene que ser creado” (pp. 8 - 11) Es decir, la tarea del filósofo es examinar, validar o invalidar los conceptos, pero su labor no termina allí, también es crear sus propios conceptos e innovar en la creación de éstos, establecer un sistema para analizar su tiempo y su cultura; por medio del concepto se analizan los acontecimientos. El filósofo no sólo se ocupa del pensar y del entendimiento, sino también de los aspectos de las diversas dimensiones del ser humano.
En algún momento de la historia, el hombre convino, o mejor dicho a ciertos hombres les convino, determinar que la razón espiritual, fundante, trascendente o basal de la vida, consistía en nutrir un aspecto abstracto, intangible, lo dieron en llamar “dignidad” (una especie de valentía, edulcorada, disminuida) e inmediatamente lo vincularon, como condición necesaria y suficiente para adquirirla, al trabajo; fin de la historia antigua y comienzo de la moderna; el capitalismo solo necesitaba a un tipo como Marx y sobre todo a los marxistas para dominar, conceptualmente al globo. Sí los primeros hombres determinaron que el negocio, es decir el trabajo, la empresa, etimológicamente implicaba, negar el ocio, el ocio contemplativo, el de la razón, del pensamiento, ¿en qué momento el mundo se volvió tan autómata, para invertir los conceptos y fijar que trabajar es sagrado, necesario e indispensable y no hacerlo es un crimen a la naturaleza humana?.
No tendríamos la necesidad de recurrir a la sociología, para narrar lo que han definido eminentes sociólogos como teoría de las elites, para señalar los manejos y caracterizaciones de la clase dirigente, gobernante por sobre la dominada, la que es objeto de los manejos y desmanejos, criteriosos y discrecionales de quienes habitan en las facciones a cargo del poder, con sólo recorrer el espinel, político, empresarial, gremial, comunicacional, educativo, productivo, religioso y profesional de nuestra provincia a las claras sabemos que no llegan a la unidad de mil los que prevalecen por sobre la unidad de millón de habitantes.
La imagen, sintética como simbólica de lo democrático, es la urna, la caja, el cesto, su ranura, apertura, pliegue, donde cada cierto tiempo, penetramos con el sufragio, inoculamos el voto, en tal espacio y acabamos, terminamos, por lo general en el goce que se confunde con placer, extasiados por haber cumplido el mandato, lo dimanado por los mandantes o por sus leyes, creyendo que en verdad, estamos eligiendo, libremente y sin condicionamientos.
Los esfuerzos incesantes para desterrar el dolor no consiguen otra cosa que variar su figura: ésta es primordialmente carencia, necesidad, cuidados por la conservación de la vida. Al que tiene la fortuna de haber resuelto este problema, lo que pocas veces sucede, le sale de nuevo el dolor al paso en mil otras formas, distintas, según la edad y las circunstancias, como pasiones sexuales, amores desgraciados, envidia, celos, odios, terrores. Ambición, codicia enfermedades, etcétera. Y cuando no puede revestir otra forma toma el ropaje gris y tristón del fastidio y el aburrimiento, contra el cual tantas cosas se han inventado. Y aunque se consiguiese alejar éste, difícil sería que no volviese en cualquiera de las otras formas para empezar otra vez su ronda; pues entre el dolor y aburrimiento se pasa la vida. Arthur Schopenhauer, Existencia, Hastío y Dolor.
En el mismo momento en el que familiares y amigos de “Tamara Salazar” reaccionaban con iracundia ante el fallo de la justicia correntina, en Madrid, miles de ciudadanos salían a las calles, plegándose a una marcha, contra otro fallo, contra “la manada” un grupo de abusadores que ultrajó en la península a otra víctima que quedo también sin justicia. Una pena que aquellos que piensan que estas reverberaciones de una institucionalidad que debe ser repensada, reconformada, rediseñada, como el poder judicial, crean o pretendan que estos “síntomas” en su plena significancia psicoanalítica, se resuelve mediante proyectos de declaración o de campañitas de marketing de turno, sustentadas por el erario público, al servicio de los familiares y amigos de los del elenco estable del poder, que con la mirada cómplice de los que comen de las migajas de estos, creemos que todo pasara, por la simple inacción de no hacer nada.
Las sociedades humanas, se mantienen unidas por un poderoso impulso imitativo; pero este impulso es también la raíz de las crisis que amenazan con disolverlas, cuando la necesidad de imitar a los otros irrumpe en la voluntad de apropiarse de las cosas del otro y da lugar a una guerra de todos contra todos. Entonces sucede un poco como en los estadios de fútbol, en los que la ira de los aficionados tiende a descargarse unánimemente sobre el árbitro, la concordia solo se restablece encontrando un chivo expiatorio contra el que orientar la violencia (La violencia y lo Sagrado de Girard).
Tal es el nombre del siguiente título (sexto en ser editado) de Francisco Tomás González Cabañas, que se convertirá en libro mediante el sello Camelot, de Asturias España. La obra, de filosofía política, va cosechando diversas fechas de presentaciones.
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