Episódicamente nos acordamos del pobre, ideal para pegarle al gobierno de turno que no nos simpatiza y que tampoco se ha encargado del tema, especial para cada muerte de obispo realizar una recolección más por menos y expiar nuestras culpas, sensacional para generar miedo a quienes sometemos amenazándolos con sumirlos a tal condición si amenazan con no seguir engordándonos. En el payasesco calendario de efemérides que conmemora días tan variopintos y sustanciales para el reverdecer de la humanidad, como el día del árbol, de la argolla gaucha o del relincho amanerado, bien podría ser un excelente proyecto a tiro de decreto para algún gobernador o la iniciativa parlamentaria para un legislador, siempre pensando al pobre para ser usado.


Sabes que sos vos a quién me dirijo, pero en vos reposan muchos que hacen lo mismo que estás haciendo por ser, algo que ya ni siquiera sabes que es, porque te has convertido en un espectro pendiente de que esa lapicera te ponga o te saque, vivís al compás de decisiones que no son tuyas y te planteas resolverle la vida a tantos. No me considero tu amigo, nunca me importo ser, sin embargo te supe apreciar y desde ese cariño te hablo y te digo lo que tus cercanos ven, sienten, perciben, huelen y palpan, pero que ocultan por temor a que esa percepción te destruya como sujeto. No sos nada de lo que decís, estas construido por cortar y pegar tantas cosas que ni te acordas, ya no sabes si te gusta el mate, el café o el chocolate, sí Mefistófeles bajará le entregarías a tu madre y a tu mujer por ser. ¿Vale pena? Lo peor de todo es que vos esa respuesta no la sabes.


Así dice Ferradas Campos en su Chamamé que en letra y musicalidad, destaca la tristeza de quién debe abandonar su terruño, y quizá pueda ser el anhelo y el deseo profundo de muchos, que pretenden otra cosa de la política, y puedan en algún momento decirle Adiós, Chau, hasta luego a una forma de vivenciar y de entender el manejo de la cosa pública, la representatividad y la legitimidad de las elecciones, como si fuese una trifulca en donde impera la ley del más fuerte, del más astuto o del más testarudo, dejando a la correntinidad toda expuesta a la verdad de su calidad democrática.


Alguna definición academicista, ha ejercido tal temor reverencial, que a contrario sensu de lo que indica la historia misma del periodismo o la comunicación, como su presente, dispuso, la persecución utópica e imposible de una verdad, a todas luces inexistente. Seguidamente y a los efectos de asegurar el control, buscado y pretendido, para que todo lo comunicable, esté enmarcado en una zona segura, de control o punible o sancionable de acuerdo a las reglas de juego, que son el juego en sí mismo, dispusieron, que la comunicación debía ser un servicio púbico.


Nuestra provincia, entró en tiempo de descuento para elegir a su próximo gobernante, en donde el hiper-ejecutivismo (o concentración de las decisiones y no delegación en el poder ejecutivo) es la forma de gobierno y en donde el caudillismo o el liderazgo concentrado es la caracterización cultural, debemos, o tenemos la obligación de poner el acento en cómo funciona el sistema del poder, el sistema de mando, con el que tendrá que lidiar, el que nos gobierne, provenga del partido o del espacio ideológico que proviniese y este tutelado a apadrinado por quién fuese.


El líder del Partido "Unidos por Corrientes", quién conforma la alianza ECO-Cambiemos en la provincia, a pocos días del acto llevado a cabo en las instalaciones del Club San Martín, en donde se convocaron más de un centenar de dirigentes, desea hacer llegar sus mejores deseos para Navidad y el deseo de un próspero año nuevo para el millón de Correntinos.


Tomás Rubén Pruyas, reconocido médico pediatra, hombre emblemático del peronismo, es Senador Provincial desde el 2011 y posee en su haber legislativo (en el trabajo formal de representación parlamentaria que realiza dentro de la legislatura) incontables proyectos de ley, como de resolución, redactados y presentados; una veintena de los primeros (de ley) son norma fehaciente en nuestra provincia. No se trata de un número, es la prueba contundente de una noción de trabajo en equipo, de labor silenciosa que devuelve al soberano, en la razón de ser de la representatividad que ha conferido a Rubén Pruyas, en un distinguido Senador Provincial por su inobjetable labor legislativa.


Y si la forma del mundo se refleja de la mejor manera, en forma de música, entonces la mayor sensibilidad filosófica será una sensibilidad musical. En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad. Arthur Schopenhauer.


A un punto, patético y deleznable (para los que aún creen en el significante democracia) ha llegado cierta clase política contemporánea, que nos comunican, como si fuese un gran logro republicano que ya son o tienen candidatos para los principales cargos, sin que se respete si quiera la formalidad de expresar el “tiempo interno” (que todos sabíamos que nunca se cumplía, pero al menos en lo verbal se dejaba constancia de una necesidad de prolijidad), de respeto a las formas y a lo representativo, que es lo nodal de nuestro sistema. Parecen secuestradores, de nuestras libertades políticas, tan omniscientes en su poder y en su ejercicio abusivo del mismo, que ya no tienen ningún prurito ni empacho en declararse (con el sufijo pre, como si esto los eximiera de tamaña criminalidad republicana) posibles receptores de la delegación de soberanía al que se obliga al ciudadano. En una extensión o proyección de esta conducta, dentro de unos años, tal vez, nos muestren una “encuesta” en donde un cantor, deportista o profesional reconocido, mida bien y declaren innecesaria las elecciones (aduciendo gastos y costos) y los (o se unjan, en verdad esto nomás falta, que ellos se pongan de acuerdo) o se declaren nuestros gobernantes sin necesidad de ninguna ratificatoria.


A cualquier rezagado que no se ajustó a esta mentalidad “bee, bee” le fue dada una dosis de miedo del perro ovejero y luego también se apresuró en la línea. En un tiempo ridículamente corto esta combinación del “bee, bee”, y el miedo habían acorralado la inmensa manada entera. Todo lo que hacía falta era un hombre que hacía muy poco y un perro ovejero distribuyendo el miedo.


Sigue siendo tabú, en los ámbitos culturales, políticos y sociales, la cosmovisión de quién decide ejercer con mayor amplitud su sexualidad, y proponer, porque no, un modelo de familia, o de convivencia (a modo de convención) de mayor amplitud y de menor refracción, rechazo o segregacionismo. Desde colegios que impiden a sus egresados el modo que deseen vestir para sus fiestas, pasando por los medios y la sociedad que obliga a sus políticos putos a que sigan dentro del placard, hasta los supuestos ámbitos culturales, mayormente franqueables a la libertad, que tampoco reconocen en la genialidad de sus putos, sus logros y sus condiciones intelectuales, por su condición de tal. La puta razón de uniformidad, tan alejada de un sentir y vivir democrático, que sigue generando exclusión y división por aspectos tan nimios, como con quién cada uno decide acostarse, acompañarse o construir una epocalidad que integre las distintas perspectivas de vida.


Los que antes te vendía indulgencias, ahora te venden democracia, con inclusión social, exclusión de la pobreza y seguridad en todos los sentidos, como si esto se pudiese lograr sin estar verdadera o psíquicamente fuera de realidad. Sin embargo los que trabajan en estructurar formas superadoras en el corpus social, son poco más que estigmatizados por expresar en el pensamiento la diferencia, que es ni más ni menos que la movilidad humana del raciocinio, para que la humanidad sea tal. Quienes habitan en los márgenes de la cordura colectiva (es decir quiénes no viven como el común, sino en la orgía de los excesos y las prerrogativas materiales y de todo tipo) sin embargo, se acusan entre ellos mismos de no tener la suficiente ropa en el bolso, a modo de metáfora como para caracterizarse negativamente como locos o fronterizos, temibles, de la política.


Aún siguen las réplicas de la tropelía, los susurros al oído del violador, gimiendo de placer sometiéndonos en su goce a la peor de las calamidades. No conformes con todo aquello que lograron al despojarnos de nuestro modo de ser en el mundo, siglos después, muy metido adentro de nuestro espíritu, sigue, casi a perpetuidad, ese mensaje, ese concepto, esa forma que nos dice como son las cosas, como es el mundo, como tenemos que obrar en él, que significa ser bueno, exitoso, admirado, reconocido y por tanto todo y cada uno de los contrarios de estas consideraciones colectivas. Acumular, acopiar, para ganar en la diferencia, tener para luego buscar la justificación y que de repente la vida tenga sentido, que el dios justo, al final del día, nos haga sentir, creer, que premia a los más conspicuos de su rebaño.


Te va a llegar nomás el 10 de diciembre, este no, el próximo, cuando adviertas, cuan ruin y destructiva es la enfermedad del poder. Notarás la baja sensible y ostensible de toda la parafernalia del funcionariado, sin embargo, eso será lo más sencillo a lo que te tendrás que acostumbrar. Te va a costar, sangre, sudor y lágrimas, y eso que vos no sos Inglés y vas a tener que acudir al google para fijarte quién fue Churchill, porque tu secretario, como tu gloria, se habrán ido, en un hazmerreír, en el acabose frenético en el que fuiste fecundado.


Nuevamente el arte emergente de la región tendrá lugar, fecha y hora.


No existe alguna otra alternativa, para la gran mayoría de hombres y mujeres que hemos sido lanzados a estos terruños en donde el peor pecado a cometer, es el de tratar de sugerir (ni siquiera imponer) otras reglas de juego. El penitente que ose tal cometido, será odiado, vilipendiado, ninguneado y difamado (al unísono y sin que esto vulnere el principio de no contradicción), declarado no querido por nadie, como síntesis y expresión de la peor de las admoniciones sociales. Ocurre que es más digerible, aceptable y amable, que te quieran, obediente, buenito y rastrero, en todo caso, luchador, pero abnegado, con la cabeza siempre gacha, que es la forma que tienen de no respetarte, de darte una palmada en la espalda, de “muchachearte” de decirte ya te va a tocar a vos, ya se acomodarán los melones, cuando los astros se alineen, siempre y cuando esos que esto te dicen sigan en la cúspide de las decisiones que te tiene a vos, como su servil e imprescindible ariete, para que te alcance para tu cervecita, para tus compras en cuotas y tus regalitos en navidad.


¿Estado? ¿Qué es eso? ¡Bien! Abridme ahora los oídos, pues voy a deciros mi palabra sobre la muerte de los pueblos. Estado se llama el más frío de todos los monstruos fríos. Es frío incluso cuando miente; y ésta es la mentira que se desliza de su boca: Yo, el Estado, soy el pueblo. Friedrich Nietzsche.


Quiero sacar a luz todos los secretos de vuestro fondo; y cuando estéis expuestos, escarbados, al sol, también vuestra mentira estará separada de vuestra verdad. Así habló Zaratustra. Friedrich Nietzsche.


Por supuesto que no será la última, pero bien vale, el remarcar, el consignar y el recordar, sin que ello signifique vano alardeo, que desde que establecimos que tanto la posibilidad de prórroga de mandatos, como una reforma constitucional, debía estar vinculada, a una reforma constitucional no fueron pocos que creyeron y vociferaron que estábamos detrás de un objetivo de corto plazo para apoyar o perjudicar a fulano o mengano. Ya lo establecimos en aquel entonces, señalando los casos, los ejemplos internacionales que se sucedían casi al unísono, meses después, sigue ocurriendo, por ejemplo en la tan cercana, cultural y filialmente, Italia o en la tan Latinoamericana Colombia para refrendar o no el acuerdo de paz tan afamado. Insistimos que no se trata de hacer ningún tipo de alardeo, sino de simplemente, dejar marcado que en el mundo, en occidente, ese que decimos y que nos ufanamos imitar o pertenecer, cuando se hablan de reformas electorales o de cuestiones neurálgicas de la representatividad, como paso obligado, como cláusula democrática, se recurre al soberano, insospechada como casi obligadamente.


Posiblemente la sacralización, el haber totemizado lo democrático, haberlo trasladado a un ámbito puramente simbólico, etéreo e impracticable, tras las tragedias mediante de toda una generación que pensó, en su momento acertadamente, en forma agonal que era la dictadura, la opresión, el totalitarismo, contra la democracia, la libertad y las posibilidades de ser humanos, sea gran parte del grave y acuciante problema político, que estructuralmente nos socava en nuestra condición de hombres de bien. Ya es tiempo que nos convenzamos, que no sería descabellado pensar que todo el sistema mediante el cual hemos edificado nuestras promesas, expectativas, como aciertos y fracasos, no ha dejado de ser un castillo de arena, incapaz de sortear el desgaste natural, del ir y venir de un mar embravecido como de una ventisca, siempre amenazante, conculcante y socavante de aquello que vanamente prometió sin cumplir, siquiera parcialmente. La pobreza y la marginalidad que seguimos arrastrando, desde tiempos en donde la democracia prometía alimentar, curar y educar, no es más que una gangrena que amenaza con un día hacernos levantar en la peor de las anarquías, cuando el hombre desnudo en sus más bajos instintos, instale, ipso-facto, la ley del más fuerte, la última ratio, que es la violencia, como devolución o vomito ante tanta crueldad, indiferencia y promesa perversamente sostenida.


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