Las elecciones municipales se ganan por un voto en una sola vuelta. A diferencia de las provinciales y de las nacionales, para elegir intendente se sufraga una sola vez. Es decir sí una elección posee tres candidatos fuertes en una ciudad, el ganador podría calzarse el traje de jefe comunal con menos del 35% de los votos. Juntar o colegir esa cantidad de votantes no tiene que ver con la gestión, con la administración, con la imagen, al menos puede que sea condición necesaria pero no suficiente. El armado político, la estructuración, los cuadros, la rosca y demás conceptos que muchos que ven con desagrado desde afuera la política (como otros más que desde adentro viven de la misma) militan (despreciando este termino tan vinculado a la política) la anti-política apoyados en la insubstancialidad de encuestas, sondeos de opinión y de recorridas fugaces por hordas empobrecidas desde las cuáles se fotografían para subirlas a sus redes que viralizan sus egocentrismos.
Por Jaime Martínez Aguilar
Jaime Mtz Aguilar es licenciado en Lengua y literaturas Hispánicas por la Facultad de Filosofía y Letras UNAM. Tiene estudios de Filosofía e Historia del Arte. Ha publicado en diferentes revistas de divulgación literaria en donde sobre salen: Blanco Móvil, Nocturnario, Los Bastardos de la Uva, Revista Generación entre otras. Cuenta con el poemario “El Reflejo” y es parte de diferentes antologías en distintas editoriales dedicadas a difundir la poesía mexicana en el extranjero. Actualmente es columnista de la Revista literaria Anestesia; Editor de la Revista de Arte Boticario, coordinador de entrevistas en el Museo del Escritor CDMX y director de la Galería RAB63.
Para el filósofo italiano Maurizio Ferraris la verdad es ontológica, el acceso es tecnológico y la enunciación es epistémica. La posverdad no es una mera trampa, distorsión y manipulación de la realidad para influir en la opinión pública con afanes de dominación, sino que sus premisas filosóficas -voluntad de poder, adiós a la verdad, todo vale, viva la interpretación- exigen una respuesta filosófica.
Los partidos políticos, o al menos quienes los dirigen, no pasan en la actualidad por su mejor momento, tanto la Argentina como en otras partes del mundo. ¿Pero qué sería de nosotros sin ellos? Desde hace muchos años se los ha tratado de sustituir. La conclusión es obvia y contundente: Si se quiere una sociedad libre no existe más alternativa que tener partidos políticos y, por tanto, dirigentes y activistas políticos. Está claro que pueden ser buenos o malos, pero mejorarlos o reemplazarlos es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros, no solo de ellos.
En virtud de la obra de Massimo Recalcati “El complejo de Telémaco” (Anagrama, 2016) donde el autor detalla con claridad meridiana la caída de la autoridad paterna como ley, en la espera del hijo de Ulises, vinculamos con la actualidad decadentista en torno a la concepción de la institucionalidad originada desde preceptos democráticos, que sólo se cumplen por el momento en un orden simbólico como lo es el llamado o la convocatoria a elecciones. La que no casualmente cada cierto tiempo se pretende postergar o incluso evitar por justificaciones varias (ideales en tiempos pandémicos) constituyéndose lo electoral en el dispositivo de doble filo, que nos alerta como síntoma de ser el último de los resguardos antes de que el corpus democrático deje paso a fenómenos como los autoritarismos electorales, que son precisamente la reacción enfermiza que genera la caída de la autoridad política (complejo de Telémaco).
El Real Madrid dio un golpe sobre la mesa y demostró su autoridad. El City sufrió pero logro el triunfo. Dos nuevos partidazos
Nos esperan encuentros muy esperados, ya que se enfrentan los mejores equipos de Europa
El talismán en que transformaron los que profesan la religión progresista tuvo recientemente una dura estocada. Post mortem se denuncian públicamente las prácticas sodomitas y pederastas llevadas a cabo en África. Sí “zafaban” con Althusser para escindir su obra del asesinato perpetrado contra la socióloga que lo había elegido como marido, ahora habrá que ver cómo se las arreglan para no “cancelar” a Foucault.
Inmortalizado por la paleta de Delacroix, una tragedia de Lord Byron, destaca la vida licenciosa del mito de un rey Asirio, que antes que dejarse vencer pasivamente por los invasores, transforma lo cotidiano de sus dinámicas orgiásticas en un último acto en donde la obscenidad máxima (a todo ritmo se diría en la actualidad) se desnuda, rociándose a fuego tras una matanza generalizada o suicidio colectivo.
El almíbar es la sustancia que alumbra la sociabilidad del hombre. Tal como el líquido amniótico, o su predecesor o posibilitador, el semen, el almíbar también es una sustancia viscosa, espesa, pegajosa y gelatinosa, a diferencia de las primeras dos mencionadas, hasta ahora nunca analizada, en el sentido lato del término, que posibilita en este caso, que el sujeto, construya su yo simbólico, mediante el atesoramiento de situaciones placenteras, que necesitan ser cosificadas, materializadas en números dulces, redondos, empalagosos, gozosos, que impiden la posibilidad, a quién queda embalsamado en tal puro placer, en determinarse en el deseo y la realización del mismo, o su camino hacia. El almíbar, como sustancia constitutiva, esconde tras su aparente bonhomía, el poder destructor de perforar, de atorar, de sepultar de una única sustancia al sujeto, encerrándolo en el plano de lo real, en donde consigue lo que quiere, el simple gozo, a costa de obturar la posibilidad de seguir deseando y con ello de seguir siendo humano al sujeto encantado, que de esperma pasa a amniótico para terminar almibarado. La cepa como réplica autómata de lo que no somos, una otra posibilidad de razón o emoción, simples marionetas subdividas de un patrón-amo que hegemoniza nuestro existir sin ser.
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