3 de junio de 2025
Lo mal que estará la justicia para que CFK apalanque en ello su relanzamiento político.

El poder del estado dotado de rémoras monárquicas, de vestigios discrecionales en su legitimidad, de carencias de conformación democrática y hasta incluso de una historicidad vinculada a sostener legalmente golpes de estado (la vergonzosa acordada de la CSJN que avaló el primer gobierno de facto de 1930), es sugestivamente el único de los poderes del estado, dónde el gobierno libertario, siquiera amagó con pasar licuadora o motosierra alguna. Al contrario, hasta parecería ser el único dónde se proponen aumentar la plantilla de empleados del estado, jerarquizados, para con ello mejorar el sistema de justicia, que es el peor de los servicios esenciales que (no) presta el estado, de acuerdo a cualquier sondeo o encuesta de opinión.
Independientemente del sujeto del enunciado, es decir de la propia Cristina Fernández de Kirchner, y con ello de su historia e intereses (políticos y judiciales) al expresar lo que expresó, en su reinstalación electoral (el lanzamiento de una nueva candidatura) lo que aquí importa es el sujeto de la enunciación, es decir lo que puntualmente dijo y las razones de su afirmación.
La columna vertebral, que esgrimió para volver a escena, tanto mediática como electoral, tuvo que ver con la necesidad de democratizar la justicia o modificarla en grado sumo. Insistimos, no estamos en estas líneas para abordar el pliegue de la necesidad de victimización de la responsable de las palabras, ni mucho menos de analizar la valía jurídica de todos y cada uno de los procesos judiciales que enfrenta. Más allá de esto mismo, de su situación personal, y su intención de hacerla general, es indiscutible que aprovecha un campo dónde el gobierno libertario no sembró ni germinó, una propuesta o modificación que debiera estar en la matriz del gobierno disruptivo en el que tanto le gusta identificarse al presidente y su gesta.
El punto de fuga, que desde el Ministerio de justicia y sus funcionarios, no pueden aún determinar, deja al escape en la ciudadanía toda, la sensación que el poder judicial, no sólo es el único de los poderes del estado, a los que desde la presidencia, no se le cuestionan ninguno de los privilegios (que los tiene sobrados incluso comparando con los otros dos poderes) sino que además, es al que se le propusieron agregar integrantes, para amontonar funcionarios jerarquizados, desde la Corte Suprema de Justicia de la Nación, hasta juzgados federales varios. Al parecer, de acuerdo a la dimensión libertaria, aquí no aplica el adagio “de achicar el estado, es agrandar la nación”, sino a contrario sensu, parecería que la lógica es “agrandar el judicial es mejorar el servicio”. En instituciones, que como expresamos, no demostraron apegos republicanos, tal como la CSJN en 1930 y que tampoco pudo ser remozada, en la histórica y reciente acción de rechazo para sumar dos miembros más, por parte del Senado de la Nación.
CFK aplicando la famosa estrategia de para pasar desapercibido un elefante en un bazar, hace ingresar a cien elefantes, señala el caso de México, dónde ciertos actores de la más alta jerarquía, ya pueden ser votados por el soberado. Arremete también contra un principio muy cuestionado por teóricos democráticos, acerca del “constitucionalismo” dónde un par de jueces que a lo sumo fueron optados entre un puñado más por una comisión parlamentaria, determinan la validez de una ley, votada por legisladores, representantes legítimos y legitimados por el pueblo, y promulgados por un ejecutivo, que es ni más ni menos que la expresión cabal, mediante voto, del soberano.
En términos sintéticos, expresando incluso la confesión de parte de CFK o su especulación política (muchos no volverán a votar a la libertad avanza, pero tampoco están viniendo con nosotros, por ello debemos volver a representarlos) lo mal que estará la justicia (el poder judicial) como para que la ex presidente, que más allá de su núcleo duro de votantes o piso electoral, posee un techo bajo o gran porción del electorado que la rechaza, que encuentra en proponer una reforma de la justicia electoral, la fórmula que pueda anestesiar, a muchos de los que hoy no sólo no la votarían, sino que hasta la misma figura de CFK les despierta emociones negativas o encono.
Sí desde el gobierno libertario, no dan cuenta, que el regreso a la arena electoral de Cristina, se va a dar en el campo real en la tercera sección electoral bonaerense, pero en el simbólico y por ello general, de todo el país, habiendo detectado, posiblemente uno de los deseos, anhelos o sueños más profundos del argentino o de la argentinidad, que es ni más ni menos que tener un país más justo, o dónde la justicia funcione como administración como servicio, no como poder, entonces el proyecto libertario correrá el riesgo que la prioridad de no tener más inflación o un estado elefantiásico para sentir los aires libertarios, pasarán a un segundo plano, y los que vayan por tratar de construir un país más justo, tendrán un público más amplio para escuchar esto mismo, que puede que hace tiempo sea el profundo deseo, de un pueblo que ha visto postergado su aspiración a contar con una justicia, sin integrantes privilegiados, amantes de prácticas nepotistas, de manejos facciosos o sectarios, de maniobras discrecionales y escudados en el secretismo u oscurantismo de al no ser elegidos por mayorías se sienten con la impunidad de no dar explicaciones no solamente de sus actuaciones, sino de sus deslices o desquicios, tal como casi a diario, demuestran muchos de los integrantes de un poder judicial, que debe ser cambiado o modificado, independientemente del partido del que fuese el que lo proponga, dado que es ni más ni menos que la aspiración que día a día cobra mas fuerza, como prioritaria, de la necesidad del ser Argentino.
Por Francisco Tomás González Cabañas.
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