La gran patria latinoamericana, exuda, con sus venas abiertas, las conflictividades que por incapacidad tanto de su clase dirigente, como de su corpus social, no logran desatar el nudo gordiano de la relación con las drogas ilícitas, o mejor dicho de su propia relación con lo ilícito o con lo normativo. Tanto en México, como en Argentina, por diferencia de horas, fueron recapturados en operativos cinematográficos, evadidos de la ley (que paradojalmente, tenían en sus negocios o en sus antecedentes un estrecho vínculo comercial, al menos de bandas de ambos países, con el tráfico de la efedrina) que demostraron en sus tiempos de prófugos que contaron y cuentan, con apoyo del poder político o de cierto poder político, que en mucho de los casos, actúo, ¿actúa? Atendiendo ambos lados del mostrador. En el perdido pueblo Santafesino, donde los pistoleros del conurbano bonaerense fueron atrapados, cayeron más por fatalidades del destino, que por el operativo desplegado por las fuerzas de seguridad y el acompañamiento mediático que nos vino aturdiendo durante casi dos semanas.
Sí desde aquella primera vez, que al humano se le ocurrió pensar que existiría una suerte de avance o progreso de su prole, mediante la tecnificación de los saberes, y le hubiesen profetizado que en pleno siglo XXI comunidades enteras, permaneceríamos en vilo por un virus, cuyo vector es un mosquito, automáticamente hubiera renunciado a tal hipótesis. El problema de aquel pretencioso, ya no es tal, sino es un problema de todos lo que habitamos estas vastas zonas, en donde el estado ha sido usado para las prebendas y prerrogativas de los que detentan poder, en detrimento de políticas que prevengan este tipo de situaciones, situación que agrava el cuadro ante las adversidades que naturalmente debemos sortear como humanos arrojados a un mundo complejo del cuál solo somos una parte. Sin embargo, el virus, como lo es la falla en un sistema estandarizado de computadoras en red, como nos ha demostrado Hollywood con sus películas, es una anormalidad, es un evento no previsto o no deseado, la noción de lo virosico, como aquello que escapa a la media, al hastío a lo monótono, es una forma de salvarnos de los términos inhumanos en los cuáles somos sometidos quiénes se nos exige obedecer, obcecar y no preguntar, cuestionar o pensar como el poder, o en su deseoso reinado donde nada se piensa, y todo lo que se dice es a partir de ese no pensamiento. El virus, como el Dengue, se transforma en un arma, de todo un ecosistema, que se defiende de su hostigador.
“Nosotros a quienes se mira con desdén, porque somos pobres, a quiénes se tiraniza, porque somos débiles (…) ¿Te parece bien que, mientras esa clase que nos domina goza de todos los favores de la fortuna, nosotros eternamente sometidos y degradados, nos conformemos únicamente con la pena, el abatimiento y el dolor, o la necesidad, las lágrimas, la deshonra y el cadalso? (Sade, M, Justina o los infortunios de la Virtud, pp- 91-92)
Tal podría ser el deseo, primordial de los hombres más poderosos de la clase política para el año entrante. Introducir un tema en abstracto, que jamás podría estar en el día a día de los ciudadanos comunes, o más alejados de la cosa pública (que en verdad esta alambrada, transformada en gueto o en coto de caza por la clase política, que de tal manera acrecienta su poder y privilegios por sobre el resto de la ciudadanía) no será un trabajo que sólo pueda deslindarse a los operadores mediáticos y a los alfiles comunicacionales del gobierno. Entender y comprender esto mismo, les exigirá que puedan ir un poco más allá de sus planteles, aburguesados, tras décadas de estar cobijados bajo el manto protector de los conchabos del poder, y buscar la amplitud, imprescindible, para que la necesidad de la reforma, no sólo sea cuestión de un grupúsculo de privilegiados que va por amalgamar esas prerrogativas que lo hacen tales, sino que pueda generar, un interés (hasta incluso engañoso) para un campo más amplio y que además, como si fuese poco, coincida con el estilo y la estética de un gobierno nacional en estreno, que se presenta bajo el sugestivo (para los que se definan o sean conservadores) significante de “Cambiemos”.
“Ninguna buena madre habiendo dado permiso a sus hijas a ir a un baile, dejaría de revocar dicho permiso si tuviera la seguridad de que ellas sucumbieran a la tentación y perderían allí su virginidad. Y todo madre que, estando seguro de que esto habría de ocurrir, les permitiría a sus hijas ir al baile y se contentara con exhortarlas a que sean virtuosas y amenazarlas con repudiarlas si ya no fueran vírgenes cuando volvieran a casa, se hará merecedora del justo cargo de no amar a sus hijas y la castidad” (Bayle, I, 177-178). Por intermedio de este razonamiento podemos inferir que el compromiso social y democrático de ciertos medios periodísticos (sobre todo de aquellos que se precian de trayectorias y de haberse constituido en emporios de lo comunicacional, casi como en instituciones en sí mismas) que en los últimos días, llevaron a cabo acciones, de dádivas o prebendas públicas (como el aprovechar la natividad para erigirse en Punteros del reparto, naturalizando esta práctica tan ruin, condenable y lamentablemente tan usual en tiempos electorales) como el verter informes, sea focalizadamente tendenciosos, porque ocultan una intencionalidad política (un norte naranja, del que no estaría mal que tengan, sino que simplemente no lo hagan expresamente manifiesto) o incompletos en lo conceptual (definir que la actividad legislativa ha sido peor o mejor por la variable de la cantidad) es de alguna manera tan bien, contribuir, con lo que luego, en otras páginas o emisiones se declama como lo pretendido, tener una sociedad mejor y con ella una clase política más en consonancia con los principios democráticos.
Tal principio simplón, ha sido la guía consuetudinaria de estancieros, latifundista y capangas, que mediante la mera observación del trabajo (en muchos casos explotación) de otros, han incrementado sideralmente sus fortunas personales. Forjadores de la Argentina “Granero del Mundo”, y cómplices en lo sucesivo de las diferentes intervenciones militares al orden constitucional, estos personajes, caracterizados como: de cuello almidonado y con aroma a fragancia francesa, fueron los beneficiarios históricos, de los empréstitos tomados por la nación y de los desbarajustes de los diferentes modelos económicos. Pero no se trata tampoco de la reivindicación de la última batalla trunca o de la revolución imaginaria o inconclusa, se apunta a que el diseño peformativo de la nueva cultura política, no devenga, en como la catalogan acérrimos opositores en la “Ceocracia” pero para ello, el Cambio debe conservar aquello, que incluso lo puede cooptar más luego como propio, el terreno de lo político, en su barro incluso, para no ejercer una lógica séptica e inexistente del manejo de quiénes esgrimen pasados empresariales, a los que probablemente arribaron no solamente por mérito o capacidad, por tanto el cambio debe expresar la asimilación de lo que forma parte de la cultura, social y política de un país, y no necesariamente una hipostasia de lo imaginario o de un supuesto ideal que podría ser blanco de una rápida despresurización con lo que ello implicaría.
El año calendario avanza en su culminación (a contrario sensu del tiempo ontológico, que en verdad siempre es el mismo, sólo somos nosotros los que transitamos en él, o como lo enseña la mitología Griega, es el entre, Cronos que separó a Urano y Gea que estaban unidos sin que permitiera que suceda el tiempo) y los balances acechan las redacciones como las mentes de quiénes lo hacen. Asumir o asimilar equívocos amerita una desiderata a modo de confesión pública, sea para redimir errores o para continuar haciendo las cosas de la buena voluntad, sin que eso implique estar exento de equívocos.
Siempre duele el sentirse frágil y desamparado, de hecho la razón de un estado, es garantizarles, al menos ilusoriamente, a los ciudadanos que la componen, que tendrán un “paraguas protector” ante los peligros o las acechanzas de la naturaleza o de los otros que puedan tener un espíritu dañino (esta sería la razón de la existencia de las fuerzas del orden), claro que es muy difícil determinar, cuál es el grado de responsabilidades, vale decir, sí los cambios climáticos (a los que dedicó su última encíclica el Papa) a nivel internacional y a los que la ciencia, supuestamente tan en avanzada, no puede prever o prevenir en su poder de daño, son la única variante de análisis, o sí les compete a los gobernantes, de hecho uno de los ex mandatarios, en su house organ, así lo hizo público en relación a las defensas de la Ciudad de Goya (que de acuerdo a él, fueron desmembradas por los gobernantes actuales) y en tal caso, que orden de responsabilidades les cabría a estos, a nivel nacional, provincial o municipal. Aportamos desde nuestro lugar en el que comunicamos, que siempre es más sencillo, sobre todo en tiempos de urgencia, el no dar importancia a lo fundante, a la ingeniería que una vez realizada, podría otorgar una estructura que posibilite defensas, en todo sentido, a sus ciudadanos. Creemos que culturalmente, los ciudadanos de Corrientes, hemos sido entronizados, entre tantas conceptos con el de la “Espera” que se confunde con esperanza, y de allí, que siempre, deleguemos nuestras responsabilidades (sea hasta incluso de protestas o de reclamo a nuestros políticos) para que todo pase mágicamente o que directamente no ocurra, como lo que estamos pidiendo para paliar una situación que ninguno del millón de correntinos merece, que tengamos que estar encomendados a dios, para que no siga lloviendo…
“Si no puedes con tu enemigo, únetele”, es una de las máximas de Maquiavelo en el Príncipe, y bajo tal consigna, actuaría la mayoría de la clase política reinante, ante el rumor-deseo instalado desde hace tiempo, acerca de la finalidad del oficialismo provincial de modificar la carta magna provincial, independientemente de que la misma convocatoria, incluya o no, una clausula reeleccionista o postergacionista, para que el gobernador continúe unos meses más allá de 2017. Tras el mascarón de proa, que además se ajusta a los nuevos tiempos nacionales, de la reforma electoral que urge y la definición en políticas públicas de una provincia que podría declarase en pos de la industria y la producción, abandonando su histórico rol agrícola-ganadero o subsidiario de los estados, este manifiesto tiene como objetivo el peticionar, sobre necesidades históricas que no tienen que ver con el hacer, propiamente dicho (el mismo que posibilita excusas múltiples para nunca haberse llevado a cabo) sino con el pensar, es decir con toda la ingeniería del plano, que debe hacerse, necesariamente antes, de que empiece el tan afamado hacer. El revalorar el pensar en la política, es un objetivo secundario que alcanza esta proclama que propone entre otras cosas, la boleta única, las primarias provinciales y el regreso del colegio electoral.
En tiempos de recogimiento espiritual, de recuerdos, de balances y con ellos, escarceos con el alma por aquello que logramos, lo que no, y finalmente en el encuentro fraterno con los seres queridos o los impostados, la individualidad jamás puede estar disuelta del colectivo, que al menos geográficamente, ese paraguas casi invisible de la “Correntinidad” no casualmente se dispara, en el mes entrante, Enero, cuando las temperaturas de escándalo, sólo soportables por quiénes la padecemos de nacimiento (como los cortes de energía, que ahora declaración de emergencia nacional mediante, en el área, tendrá una nueva excusa para continuar) se conjugan con festividades multitudinarias, que trascienden nuestro cerco perimetral, como el Gaucho Gil, el Chamamé y los Carnavales. Sustrato de lo que somos, por más que lo queramos o no lo queramos ser.
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