POLíTICA
13 de octubre de 2018
¿Cuántos votos sacaría Tato Romero Feris en caso de que participara en una elección?.
Desde el ´83 a la fecha la cuestión política transitó en Corrientes, del pacto Autonomista-Liberal, disuelta por el advenimiento de Tato, con su fuerza naranja asociada a un sector del peronismo y más luego el imperio del actual dominio político de veinte años a esta parte; el Ricardo-colombismo. Los actores opositores en las últimas elecciones, ya se muestran factibles de asociarse al oficialismo y por ende estar fagocitados tal como sucedió con el primo díscolo. En la posibilidad de arbitrar una elección a fin de año, para renovar la legitimidad democrática de origen (es decir que lo que prevalece es el voto al representado, más allá del partido o la forma) se infiere la especulación de que en caso de que participara el impedido por la justicia (es acaso democrática la justicia, cabría preguntarse también) y ex gobernador, Tato Romero Feris, posiblemente se constituya, o siga constituyéndose en una opción ante los veinte años de poder omnímodo y absoluto del Ricardo-centrismo.
La cuestión no es jurídica, sino política. El incremento del malhumor social, o la posible ruptura del clima de paz social que tanto se pregona y se vende, que se reconoce desde Nación (auguran un próximo trimestre de mayor recesión y contracción económica), que se palpa en las calles (sea mediante paro forzado, o mediante el ejercicio represivo para no permitir la instalación de una carpa de protesta frente a la casa de gobierno) aún parece no llegar al entendimiento de la cocina del poder. Mantener bajo tecnicismos leguleyos en prisión, y privado de sus derechos políticos, a un ex gobernador, votado por la ciudadanía y más allá de que tenga razón en sus reclamos (es decir la libertad de Tato, debe ser tratada más allá de Tato y su entorno) o que tribunales nacionales o internacionales le den la razón jurídica, existe una razón social, que impele a que mediante un salvoconducto (llámese conmutación de pena, pacto correntino por la paz social y contra la pobreza, símil al de la Moncloa español) el otrora líder sea reconocido por sus pares, como nuevamente admisible para la cosa pública o política. Más si entendemos que la próxima elección a legisladores provinciales ya tiene fecha, y los partidos nuevamente (que luego se asocian a frentes, por lo general sólo dos, que aglutinan los cuarenta partidos) no ejercerán la debida como correspondiente democracia interna para elegir candidatos y nuevamente la política pasara por una ratificatoria del sistema establecido; el colombicentrismo.
¿Quién se constituirá en opositor a este sistema? Jamás lo podrá ser un individuo, de allí que Tato se constituya, como el elemento desplazado, superado, nuevamente como “opción-vieja” valga el oxímoron. Lo que se precisa es un sistema que plantee una disputa de poder real, a lo establecido.
La disposición de armar un simulacro de elecciones, tal como lo ventilaron ciertas organizaciones políticas, no deja de ser interesante, más sí lo hacen participar (la invitación es que se inscriban como candidatos todos los que lo deseen, más allá de partidos y de impedimentos para resaltar el pacto esencial de la democracia, el votar) al ex gobernador, impedido por una justicia sospechada de parcial y que podría poner al otro día del fin de año electoral, un título en tamaño catástrofe de “Tato sacó más de cincuenta mil votos en una elección abierta y con nuevas modalidades (se pudo votar vía web, aplicación, sin el condicionante del voto-bolsa o prebenda)”.
Habrá que ver sí sucede, o sí sólo queda como posibilidad o relato. En él mientras tanto, cada vez son más los oficialistas que engordan un sistema de cosas en donde los opositores reales o que quieran constituir otro sistema, brillan por su ausencia, tal vez por comodidad, por falta de interés, por temor o cobardía.
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