El gobernador Valdés cuando declaró que avanzábamos a “fase 5” tomó la decisión política más fuerte de todo su gobierno. Independientemente de que le resulte, y nos resulte, a sus gobernados en general, para bien o para mal, a nivel político se trata del principal acto de independencia y autonomía política, que se le debe reconocer. Jugó fuerte y jugó bien, dado que a nivel de los que deseamos, nadie quiere que tengamos más casos o que exista alguna vez “tranqueras adentro”, circulación viral. Ahora bien, inmediatamente después, no podemos dejar de soslayar ciertos aspectos, que incluso podrían ser de máxima utilidad para lo más granado del oficialismo, sí para esos, que hoy están preocupados por redefinir el concepto de nacionalismo, demostrando lo aburrido que están luego de estar tanto tiempo en el gobierno.
Una mirada sobre la labor del escritor.
Mucho se habla de la Educación en tiempos de pandemia. Desde los gobernantes con sus adornados discursos intentando “tranquilizar” al soberano con la excusa de la Educación a distancia, el soporte tecnológico, la enseñanza digital y bla bla bla....
Puente de por medio y pandemia mediante, los que poseemos un vínculo laboral, emocional, familiar, educativo, cultural o por simple proximidad padecemos aún más las restricciones impuestas por la única cura ante el virus, de comportamiento tan inexplicable, como el azar o la suerte. Referimos a esto, porque, en razón de verdad, usted como gobernador de su provincia, tuvo la mala fortuna de que los primeros contagios se dispararan de una manera diferente a lo que sucedió de este lado de la orilla. Nobleza obliga, debemos reconocer que los aspectos de políticas públicas no tienen que ver únicamente con cuestiones providenciales. De lo contrario habría que achacarle también a la suerte, la grave epidemia de dengue que asoló su provincia, años atrás, y, por tanto, le correspondería el nada agradable mote de “yetudo”.
Nicolás Cereijo es Licenciado en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires. Está finalizando el Diplomado Superior en Sociología y Ciencia Política en FLACSO. Se desempeña como docente en la materias Sociología Política (UBA) e Instituciones Políticas y de Gobierno (Universidad Torcuato Di Tella). También es profesor del INCaP (Instituto Nacional de Capacitación Política). Es el docente a cargo del taller.
Entrevista al licenciado Matías Rivera, autor del libro "Adolescencias y lo político" en donde el autor observa agudamente, por intermedio de un trabajo de campo llevado a cabo en San Salvador de Jujuy, los efectos de nuestra cultura basada en un eje conceptual de lo "Adultocéntrico".
Hace tiempo que el esloveno no nos tiene nada nuevo que decir. Desde ya que es responsabilidad del mundo del espectáculo y del académico al que, en algún momento cuando pensó, logró escandalizar, que nos cuente, que nos relate, siempre lo mismo. Traviste la mismidad, eso sí, por intermedio de los distintos detalles estéticos que mira de las diversas series televisivas o las películas que recomienda con su crítica, logrando con esta seducción intelecto-psicoanalítica, que lo hayamos ungido (sin votación mediante) en una suerte de gurú de palabras difíciles. En el fondo de sus caracterizaciones, propone un recuerdo, romántico y atesorado en sus añoranzas infantiles de un comunismo injertado en la actualidad, posibilitado por la dimensión del tiempo como cinta de Moebius.
SOBERANÍA DIGITAL Y BIG DATA: DESAFÍOS ESTRATÉGICOS GLOBALES
“Todo mando está constituido por dos elementos; un impulso y una espina. El impulso, la energía motora del mando, encierra la coacción del destinatario a ejecutar la orden, mientras la espina está destinada a permanecer en quien la cumple. La espina del mando introyectada acaba por agudizarse, transformando la natural resistencia inicial del subalterno en oposición y en abierta rebelión. Pero todo esto sucede solamente cuando el mando se ejerce sobre un solo individuo. En la masa, en cambio, el mando se expande horizontalmente e, incluso sí algunos empiezan a rebelarse, el movimiento se disipa de una manera fulmínea sin crear ninguna espina. No obstante la espina del mando no actúa solo sobre los dominados, sino también sobre quienes emiten las ordenes, transformándose en una “angustia de mando” que crece desmesuradamente cuanto más se asciende hacia los vértices del poder. No le quedan pues, al poderoso, sino dos caminos: librarse de la espina renunciando al poder o, como Schreber encerrarse en el delirio paranoico de suprimir a los otros para ser el único, el superviviente por antonomasia. O bien como solución más moderada y frecuente, pero no por ello normal, cultivar el deseo de servirse de los otros para convertirse en único con su ayuda… La lógica del poder parece estar constituida por dos polos; el impulso a la multiplicación y la obsesión paranoica de la supervivencia a cualquier precio.” (Contra el Poder, Giacomo Marramao).
El adjetivo y sustantivo “sofista” inicialmente era un elogio. Heródoto de Halicarnaso ( Los nueve libros de la Historia, I, 29 - IV, 95) saluda los nombres de Solón y de Pitágoras con este adjetivo elogioso que después Platón convirtió en vituperio. Los términos griegos sophia (sabiduría) y sophon (astucia) que prefijan la palabra permiten esta iridiscencia de significar lo digno junto con la indignidad, con solo mencionar ‘soph’.
Seguinos
3794399959