No es una pregunta capciosa, ni que tenga un sentido fatalista o provocador, al contrario, es la única pregunta válida que nos deberíamos hacer los convocados a elegir nuestros representantes para con ello, consolidar el sistema impuesto. Hace 21 meses que además de gobernador, la elección pasada, le otorgamos con nuestra cesión soberana de nuestro derecho político, es decir el voto, mandato a 24 legisladores provinciales, para que nos representen dentro del espacio político, por el que se presentaron y mediante el cual, se supone que ejercerían su representatividad o trabajo político. En menos de dos años del total de electos, cinco (5) diputados y una (1) senadora, se cambiaron de “camiseta”, se cruzaron de vereda, se “borocotizaron” o cambiaron de parecer político una vez en la banca (a esta honorable lista, deberíamos agregar otra senadora que renunció antes de asumir), o como usted prefiera llamar a esa acción como mínimo opinable, que el mismo sistema ahora nos dice que no ocurrirá y que dado los antecedentes (podríamos hacer una historiografía de estos “saltos en garrocha”) al menos tendríamos más que el derecho de preguntarnos lo que sostenemos como título.
Podríamos hacernos los desentendidos y dejar a la madre casualidad, que lo que parecen cabos dispersos, simples o supuestamente vinculados a los designios del azar, cubran con su manto protector a una nueva muerte, previa a las elecciones, de un abogado mediático, conocedor de los hilos invisibles que sostienen el vinculo entre poder político y judicial, y la pérdida, sospechosa, de un vuelo, para medios nacionales, para quién nosotros creemos que es el sucesor del gobernador, el Diputado Valdés, a quién probablemente, se le haya encomendado, oficiar actividad similar, con fines distintos, del ejercicio que llevaba a cabo el occiso, este por dinero, aquel por poder.
Así se encuentra nuestra clase dirigente, a horas, de que se ratifique el sistema que les permite seguir administrando el poder, que la mayoría sin saber le delega, y que una minoría, se los recuerda, para que no se crean tan intocables y de tal manera caigan en la proverbial soberbia de vivir en burbujas, demasiado desconectadas con la realidad. Pero estos días son difíciles para nuestros próceres cotidianos, no debe ser fácil, estar en sus sacos, más allá de la marca y el lustre que ostenten por ello.
Hace 13 años, un 26 de junio de 2002, ocurrió uno de los hechos bisagra para Argentina, masacraban en Avellaneda a Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, acontecimiento que llevo al entonces Presidente de crisis Eduardo Duhalde a llamar a elecciones. Como en el país las figuritas se repiten hasta el hartazgo los responsables políticos de semejante cobardía fueron entre otros, el ex kirchnerista adicto hoy devenido en Sciolista furioso que por ese entonces, ocupaba la Secretaria General de la Presidencia Aníbal Fernández que hoy pretende ser Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, y el otro personaje involucrado ideológicamente en la masacre fue el por entonces Gobernador de la Provincia de Buenos Aires Felipe Solá, ex kircherista adicto, hoy Massista en decadencia y Diputado Nacional. Por Carlos A. Coria García.
La fría e impersonal crónica periodística señalará hasta el cansancio de la obligación de votar, confundiéndonos ex profeso desde el poder para informar que se vota (afiches con el gobernador y el intendente capitalino, que nada tendrían que hacer en los mismos), algunos podrán ponerle cierta pimienta, con algún informe, que destaque, ciertas curiosidades (alguna que supere que en más de 30 años de elecciones ininterrumpidas nos gobernaron, casi con exclusividad dos apellidos) pero la gran incógnita no es, que nos da la elección (supuestamente lo sabemos, lo sentimos, al menos eso se nos dice por doquier), sino que y a quién o quiénes le saca una elección o el resultado de la misma. Algunos pesimistas, nos excluimos de ese grupo de pertenencia, dirán que las elecciones le sacan las esperanzas al pueblo, pero debemos forzarnos a salir de lo abstracto o lo generalísimo, la pregunta puntual sería, ¿podrá esta elección (resultado) matar políticamente a alguno?...
Los candidatos hasta el domingo de la votación bailarán narcotizados esos jingles de campaña que saturan el centro, la costanera y las radios, en ese paroxismo, animalesco, suplen expectativa por certeza, y por más que sepan (en su gran mayoría) que no le darán los votos (pues todos los que están habilitados para votar no están libres de condicionamientos barbáricos) para transformar potencia en acto, se sientan en las bancas, gastan a cuenta de las jugosas dietas, eyaculan palabras en los medios de comunicación, se pavonean con las jóvenes que se contratan para esgrimir militancia, algunos, muy pocos, con cierto vuelo romántico, se podrán detener a pensar, que algo harán por la comunidad o la provincia, porque los apoya la mujer porque sacaban buenas notas en el colegio y demás nimiedades vanas. El estado onírico, preelectoral, es responsabilidad también de las segundas líneas y en definitiva, todos o casi todos, somos parte de lo que para algunos es un sueño y para otros una pesadilla, pero mientras tanto la realidad, permanece oculta en otro lado.
Tras la reciente edición del Voto Compensatorio, redefinición del contrato social, realizado por editorial Alemana, el autor “latinoamericanista”, arremete contra obra de magnitud y consideración internacional ya disponible para el público en general.
Los excesos que desnaturalizan el género humano, cuando en una relación filial, intercede el factor de poder, para encima condicionar sexualmente, a quién le debería corresponder el derecho de ser criado y educado, como le ocurrió a la joven goyana quién denuncio a su madre como “entregadora” nos impele a una lectura social más integral (más allá de que en este caso en particular, hasta se habla de personalidades de la política involucrados como “clientes” de la explotada) que como siempre nos conduce a la misma reflexión de que los grandes temas públicos no se abordan, ni se resuelven, con programas gubernamentales, campañas publicitarias o efectos demagógicos, se requiere de una perspectiva que comience precisamente desde lo comunicacional, y sí algo, o en algo, extrañamente los medios “serios” no nos involucramos, por un supuesto tabú, es en lo sexual. Intentaremos derribar este nuevo mito anquilosado en una estructura social, prostituyente, generado y apoyado desde lo intrafamiliar, muchas veces.
Hace un tiempo no muy largo, mientras todas la miradas apuntaban al cierre de listas y quien se haría el baño de humildad que sugiriera la “jefa” o mejor dicho mandara la “jefa”, en un ambiente de suspenso para dar a conocer los compañeros de formulas sucedió algo, encontraron muerto o “suicidado” en las duchas del Penal donde se encontraba con prisión preventiva, al español Daniel Herrera Zarzosa implicado en la causa Sky Mal. Por Carlos A. Coria García
Saben quiénes algo indagaron en el hombre como concepto, que la incertidumbre es nuestro rival a vencer, por más que racionalmente sepamos que nunca podremos con ella. El temor cabal de los niños a la oscuridad es precisamente esto, el temor a lo desconocido. Una semana antes de las elecciones provinciales y de que sepamos los resultados, se mezclan los niños políticos que a todo el mundo le preguntan quién ganará, los truhanes disfrazados de consultores que meten lo que se les antoja de acuerdo a quiénes paguen, los incontinentes que no pueden estar sin decir algo, los pretendientes a adivinos y finalmente los que no pierden ni un ápice de energía en algo insustancial y que no suma para la victoria, ni de uno ni de otro, que finalmente será la victoria del ¿pueblo correntino?.
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