“…Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión.” Preámbulo, Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Escuchamos, leemos y presenciamos, atónitos, como nuestros dirigentes políticos se acusan, se señalan, se agravian y se insultan, evadiendo de tal manera los propinadores del escarnio, el poder brindar a la comunidad toda una síntesis de que harán en el caso de que arriben al poder. Analizamos el porqué de la prevalencia del insulto sobre el debate, la descalificación sobre el cruce de propuestas, la soberbia de la ignorancia por sobre la humildad de la razón que arrecia en nuestra dirigencia vernácula.
Siempre habrá una elección donde se pongan en juegos aspectos que no están ni en la consideración pública, ni en su conocimiento (casi todos los candidatos a concejales de la ciudad capital de Corrientes, confiesan que sus electores no saben que votan a concejales o que función tienen estos) la mayoría de los actos eleccionarios, poseen esta metaforización de lo real, esta trasvaloración o subversión del orden conceptual de lo democrático, para decirlo en buen romance, aquella frase en los ochenta, que sintetizaba un comicio, como “La fiesta de la democracia”, paso a ser las exequias de la verdad ciudadana.
La superior fuerza del espíritu griego depende de su profunda raíz en la vida de la comunidad. Los ideales que se manifiestan en sus obras surgieron del espíritu creador de aquellos hombres profundamente informados por la vida sobreindividual de la comunidad. El hombre, cuya imagen se revela en las obras de los grandes griegos, es el hombre político. Paideia: los ideales de la cultura griega, Libro I. Werner Wilhelm Jaeger.
Uno de las pocas conclusiones objetivas que se pueden extraer a partir de las próximas elecciones presidenciales, es que el apellido Kirchner no estará en el sillón de Rivadavia. Suponiendo, es decir a partir de esta premisa verdadera, que entre tantas cosas, esta perspectiva política, entronizo un concepto del poder, que abrevo en las consideraciones filosóficas de autores como Laclau y Mouffe (quiénes para una definición sucinta, entienden el fenómeno político-democrático de acuerdo a la siguiente cita: “En lugar de intentar hacer desaparecer las huellas del poder y la exclusión, la política democrática requiere ponerlas en primer plano, para hacerlas visibles, de modo que puedan entrar en el terreno de la controversia.” Mouffe, En torno a lo político) y que bien podría interpretarse, en su desarrollo práctico (alejándose de esta manera de su plataforma Peronista, que como filosofía política, no concibe el ejercicio política sin pretender o detentar el poder real) como el exacerbar la controversia, la condición agonal, cediendo de un modo elegante, el poder fáctico, al espacio, que de acuerdo al imaginario se concibe como el más claro ámbito de oposición. Para ponerlo en una frase, nada significaría un mayor poder, conceptual, agonal y coherente con el relato que han construido, para el propio Kirchnerismo, que ser bajado al llano de la oposición de un gobierno que se asiente en el sillón de Rivadavia, blandiendo todas las banderas que estarían en sus antípodas.
Probablemente todas las conflictividades que acarrea nuestra democracia actual, tengan que ver con ese receptáculo, llamado urna (no casualmente así también se llama donde se depositan las cenizas de los muertos), antes de madera, de un tiempo a esta parte de cartón, que en una de sus caras, ofrece una ranura que devorará el sobre, en donde emitimos, en verdad cedemos, nuestros derechos políticos, ratificándolo todo, tras el simple hecho de elegir una papeleta o boleta con nombres estampados. ¿Cómo no podría ser este el único o el principal inconveniente, sí acaso las drogas de diseño, las que no son construidas por laboratorios, van en aumento exponencial, dado que creemos que la felicidad, está en un pastilla, en un botón me gusta de una red social, en apretar el control remoto que nos inyecte a la caja boba?.
Tal como dice la ranchera, o el principio del abc de la política, no es importante llegar primero, sino lo importante es saber llegar (recordar la frase fetiche del gobernador en relación a la elección provincial, no es una carrera de velocidad sino de resistencia) y eso es lo que se está definiendo de acá hasta el domingo electoral, pese al festival de visitantes, de fotos, de gacetillas, que inundan las redacciones, de todos y cada uno de nuestros dirigentes locales, abrazados por sus respectivos presidenciales, a quiénes les arrancan u obtienen, promesas de diversas formas y color.
El pauperismo es un corolario de la pauperización de Mi, de mi impotencia para hacerme valer. Así, Estado y pauperismo son dos fenómenos inseparables. El Estado no admite que
Yo me aproveche de Mí mismo, y no existe más que a condición de que Yo carezca de valor; siempre tiende a sacar provecho de mí, es decir, explotarme, despojarme, o hacerme servir para alguna cosa, aunque no fuese más que para cuidar de una prole quiere que Yo sea su criatura. El único y su propiedad, Max Stirner.
“¿No es un tablero de ajedrez, pregunta, obvia y absolutamente compuesto? Probablemente usted piensa en la composición de treinta y dos cuadros blancos y treinta y dos cuadros negros, pero ¿no se podría decir, por ejemplo, que está compuesto, de dos colores, blanco, negro y del esquema de los cuadros? Y si hay diferentes formas de mirarlo, ¿piensa aún que el tablero es absolutamente compuesto? El preguntar ¿es compuesto este objeto? Fuera de un determinado juego de lenguaje es como lo que hizo una vez un niño, que tenía que decir si los verbos de ciertas sentencias estaban en activa o pasiva y se estrujó el cerebro preguntándose si el verbo dormir significaba algo activo o pasivo”. (Wittgenstein, Investigaciones filosóficas, I 47).
Ellos, la clase política, realmente forjaron esa relación de amor marital, con el ente abstracto, personalizada como la mujer llamada democracia. En ese heroico y triunfal regreso, de la oportunidad de votar, de expresar una idea política, un convicción social, los políticos representaban, no sólo al pueblo, sino también a la máxima expresión de la libertad, y para los creyente, a los deseos de dios, para con sus hijos dilectos. Contaron con una cantidad inusitada de posibilidades materiales, de instrumentos normativos, para ordenar una sociedad, ávida de consagrar, no sólo con el voto, con reconocimiento público, y hasta con admiración sacra, a los hacedores de la democracia. Eran los padres de la patria, la nobleza latinoamericana, en sus venas fluían, la sangre azul de monarcas, condes y demás personajes nobiliarios, que en Europa poseían tal entidad, y que en nuestra versión vernácula, se constituían en intendentes, gobernadores, ministros, legisladores y demás funcionarios públicos.
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