Así definía los regímenes bajo la férula de la ex URSS, Bogdan Denitch (“Son los grupos dominantes los que valiéndose de un unipartidismo de facto, detentan el poder político, social y económico…antes que señalar como una aberración la justifican como la evidencia de un racionalismo serio, además aunque merced a una adecuada formación política y académica fomentan la participación de las masas-normalmente las rurales o bien las urbanas que no pertenecen a la clase obrera, estás se hallan excluidas del ejercicio del poder como tal…importa sobre todo que se abstengan de promover instituciones u organismos independientes”. Denicht, B. “Más allá del rojo y verde”. Siglo XXI, Editores. Pág. 90-91. México. 1991) y pensar tal caracterización como parte de la historia es un craso error, no sólo por la actualidad política en donde los muros vuelven a ser pensados como un salvoconducto hacia algo positivo, sino que sobretodo porque en la obra del sociólogo citado, la comparación con el occidente liberal democrático, que prevaleció tras la guerra frío, la politocracia, que supuestamente había sido vencida, se inoculo allende el lado del muro triunfador. Lo único que varió, como metodología, no como finalidad, es que en vez de partidos únicos, existen, multiplicidad de expresiones que no llegan a ser manifestaciones ideológicas o de contenido político filosófico, o de representación de proyectos, sino meros instrumentos de facciones de poder que se lo disputan como un botín, como en tiempos prehistóricos.
Cuenta Manuel Campuzano en su libro “La excelencia desde el liderazgo” que, al llegar a la costa Fenicia, Alejandro Magno observó que sus enemigos le triplicaban en número y que su tropa se veía derrotada antes de pisar el campo de batalla. «Cuando regresemos, lo haremos en los barcos del enemigo». Alejandro Magno desembarcó e inmediatamente mandó quemar todas las naves. Cuenta Campuzano que mientras su flota ardía, el líder macedonio «reunió a sus hombres y les dijo: Observad cómo se queman los barcos... Esa es la única razón por la que debemos vencer, ya que si no ganamos, no podremos volver a nuestros hogares y ninguno de nosotros podrá reunirse con su familia nuevamente, ni podrá abandonar esta tierra que hoy despreciamos. Debemos salir victoriosos en esta batalla, ya que solo hay un camino de vuelta y es por el mar. “Caballeros, cuando regresemos a casa lo haremos de la única forma posible, en los barcos de nuestros enemigos”».
Transitando la etapa final de los cabildeos dentro del espacio político gobernante, quiénes podríamos integrarnos en el mismo, ampliando la base de sustentación y reforzando el ideario de que ECO es Corrientes, creemos indispensable, dar a conocer nuestra posición política, nuestra perspectiva de cara la ciudadanía, por intermedio de los comunicadores y la comunicación, dado que consideramos una experiencia que se debe sepultar en el olvido la de hacer política en círculos áulicos, en mesas chicas y cerradas, en donde la decisiones se toman entre pocos iluminados y se las ofrecen a la ciudadanía como si fuese un producto impermeable, un combo imposible de modificar y más luego, posiblemente y por esa característica, muy difícil de digerir.
En la inveterada búsqueda de encontrar la partícula esencial, el momento cero, o lo que sería lo mismo, que ocurre con nosotros en el después, por los caminos de la ciencia, nos hemos topado con este código que resguarda información genética y que se constituye en indispensable para la continuidad de la especie, generando la dinámica de lo hereditario. Culturalmente, de hecho se lo usa hasta en la actual fiesta del Chamamé, es sinónimo de autenticidad, de veracidad de raíz, de pasta como substrato de elementos (o conceptos) en donde anida lo bueno, lo bello y lo justo. Claro que como elemento publicitario posee un impacto muy fuerte el acendrar campañas bajo este yugo (hacerlo desde lo racional sería una suerte de nazismo de avanzada, dado que propondría que existen ADN puros o más puros o que poseen rasgos más valiosos o bellos o encantadores que otros) a nivel comunicacional, además funciona excelente. Es extraño, sin embargo, que en el reinado de este relato, el amanecer no haya llegado al campo de la política, es màs si se lo piensa un poco, el ADN político, por alguna razón (seguramente el fracaso de la clase política tradicional en la primavera democrática) resulta nocivo o rechazable.
“La democracia y el desarrollo económico y social son interdependientes y se refuerzan mutuamente. La pobreza, el analfabetismo y los bajos niveles de desarrollo humano son factores que inciden negativamente en la consolidación de la democracia. Los Estados Miembros de la OEA se comprometen a adoptar y ejecutar todas las acciones necesarias para la creación de empleo productivo, la reducción de la pobreza y la erradicación de la pobreza extrema, teniendo en cuenta las diferentes realidades y condiciones económicas de los países del Hemisferio. Este compromiso común frente a los problemas del desarrollo y la pobreza también destaca la importancia de mantener los equilibrios macroeconómicos y el imperativo de fortalecer la cohesión social y la democracia”. (Artículos 11 y 12 de la Carta Democrática Interamericana, 11 de septiembre de 2001).
Si bien los investigadores dan por mera ficción la existencia de tal organización fraternal, lo cierto es que la misma, subsiste como mito, consolidándose mediante el libro y luego la película, “El Código Da Vinci”. La historia versa acerca de una facción vanguardista, que operando en las sombras (es decir sin dar a conocer de forma fehaciente y específica sus objetivos) pretende objetivos políticos, sociales, religiosos y culturales, o persigue finalmente un objetivo de poder. En nuestro norte, en donde el calor es tan pavoroso como la ausencia de estadísticas serias que contemplen los alarmantes índices de pobreza, marginalidad, como de dependencia asfixiante del aparato estatal, la falta de libertad política producto de los padrones inflados en donde se hacinan quiénes pretenden la libada que los salve de la miseria, vamos inercial y cobardemente a una nueva elección, o simulación de la misma, en donde el Priorato, se apresta a consagrar a uno de sus ungidos (está es la verdadera elección, la verdadera disputa que se está librando, el orden de jerarquía de los integrantes del clan)por sobre el otro grupo que en su ejercicio opositor, más que trabajar para la representatividad del pueblo, lo que hace es legitimar y validar el juego perverso en donde no menos de 200 personas, ocupan todas y cada una de las áreas principales del estado, para a partir de esos lugares repartir las migajas sobrantes a una segunda línea que pone su cuerpo, su esfuerzo y su sacrificio, para que la muchedumbre restante no termine pateando el tablero, al mejor estilo bíblico, cuando Jesús hecho a los Mercaderes del templo.
Francisco Tomás González Cabañas, próximo a publicar su sexto título, el ensayo “La democracia desiderativa o en la reescritura de otras reglas de juego”, detalla pormenores de su obra que será comercializada tanto en América como en Europa, arriesgando que “son los últimos estertores, en todo occidente, de la democracia tal como la conocemos, el cambio de paradigma, curiosamente, no conllevará una violencia inusitada como se espera o se cree de los cambios profundos o de las revoluciones, sino una asimilación, lenta, progresiva, pero total, que la humanidad, necesita, a riesgo de exterminio, organizarse bajo otros parámetros que no sean los actuales”. “La democracia ya nos ha dado todo lo que nos podía dar” finiquita el intelectual Argentino.
Coincidamos o no con la apreciación, estemos o no de acuerdo con ella. Le tengamos aversión, pavor, respeto o devoción. Veamos por la hendija de nuestras cerraduras, movilizaciones que la confirmen o un vacío que nos ponga en duda. La revolución está en marcha, en un proceso que se ha iniciado hace tiempo en nuestras democracias occidentales. Repasar de qué trata la misma, muy diferente a las anteriores en sus conceptos como metodología, y ver a lo que apunta, es el sendero obligado, para tratar de prever hacia donde iremos con ella.
Girala Yampey, uno de los intelectuales más lúcidos de esta parte del globo, explica, diserta, alecciona, comenta, acerca del eje conceptual Guaraní de la “Tierra sin males” tan parecida, como distinta a las diversas cosmovisiones que describen el mundo. La autenticidad del sentir y el pensar traslucida en los términos expresados por Yampey, se constituyen en un cantar filosófico, en una poesía del pasado como piedra basal o eje de un oráculo destinado a hacernos más llevadero el futuro.
Dicen que del selecto café de Gorlero, en Punta de Este, al vernáculo del Guaraní, vía el teórico engominado se dispersó, como reguero de pólvora, lo que dan en llamar el armado a la Misionera (por la sucesión poco traumática en el frente gobernante y por la figura de “consiglieri” de otro ex mandatario, como amo y señor del legislativo) que entronizaría al cachorro predilecto de Ricardo, junto a otro selecto, en este caso de la renovación. Democracia a la correntina y jaque mate a la posibilidad de otra cosa.
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