CULTURA
21 de abril de 2021
Nuestra partida de ajedrez.
Tenes las blancas, tenes el reloj que no para, tenes el poder
Apenas las nuestras, son piezas convertidas en palabras
que te sentarán frente al tablero a que pienses por un instante
Crees y nos queres hacer creer que en política hay cosas que no se pueden discutir
Obedeces y en tal redención, mansos y callados nos anhelas, nos determinas Poéticamente esta vez, dado que el ensayo parece cansarte, al que acusas de complejo, enrevesado, poco claro y abrumador Te diremos a qué jugamos, con ritmo, en clave de juego para ver si comprendes Sí la torre se reconociera como tal, probablemente desee ser rey Como va horizontal y vertical en un tablero tampoco se ha de cuestionar Sea que no vaya diagonal o que sola no pueda hacer jaque En tal presidio o jardín, la pieza será una más, o la determinante En el momento que corra por su objetivo Se sabrá si sólo fue producto de la inspiración autoritaria del jugador O el elemento decisivo que cambiara la partida Dándole aún más sentido, que el rígido, a su razón de ser La torre en su madeja existente, va y viene, pensando más De lo que suponen, construye, destruye y deconstruye, partidas infinitas De reglas y piezas varias, colores, olores y sabores más Bien podría ser la torre, o cualquier otra cosa dotada de tal sentido El panóptico que vele por esa dudosa existencia del alma Que es ni más ni menos que la tranquilidad en la incertidumbre Todos tienen partidas en donde son jugadores y piezas a la vez Donde los triunfos épicos, como los fáciles y los pírricos, se agolpan sin más Tales resultados y finalidades, precisamente, están de más ¿Y tu partida? ¿Cuál es? Francisco Tomás González Cabañas.
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