Viernes 29 de Marzo de 2024

Hoy es Viernes 29 de Marzo de 2024 y son las 13:02 - Traducen al francés texto de filosofía del derecho del correntino Francisco Tomás González Cabañas. / Terrile: "Hoy más que nunca ratificamos la realización de los Juegos Correntinos como política de Estado" / El concepto de la idoneidad y su significado en el ámbito del poder judicial. / Prueba / "Ensayo: El lobo de Gubbio o la bestia mística". / "Ensayo: El lobo de Gubbio o la bestia mística". / San Martín se hizo fuerte de local y le ganó el segundo clásico al Regatas / Orinados por Milei, preocupados por la boleta. / Inicia sus actividades el Observatorio del Poder Judicial en Corrientes. / Contundente respaldo al Paro y Movilización del 24 de enero. / Importante Reunión Peronista en la Ciudad de Buenos Aires / Dinámica imparable en Yacyretá / Inquietud ante el poder judicial por la imposibilidad que descansen en paz los restos de un legislador nacional correntino. / ¿Qué tenemos para celebrar en un nuevo día mundial de la filosofía? / Colegio de abogados. / "La transparencia en la justicia" / Los que se consideran líderes juegan a lo Poncio Pilato. / IMPORTANTE DECLARACIÓN DE DIRIGENTES PERONISTAS EN APOYO A MASSA / Patricio Maggio publica un importante libro sobre el peronismo / ¿Qué votamos el 19 de noviembre? /

  • 20º

24 de mayo de 2017

A propósito del Primer Gobierno Patrio; ¿Y sí probamos con una monarquía constitucional?

Posiblemente la sacralización, el haber totemizado lo democrático, haberlo trasladado a un ámbito puramente simbólico, etéreo e impracticable, tras las tragedias mediante de toda una generación que pensó, en su momento acertadamente, en forma agonal que era la dictadura, la opresión, el totalitarismo, contra la democracia, la libertad y las posibilidades de ser humanos, sea gran parte del grave y acuciante problema político, que estructuralmente nos socava en nuestra condición de hombres de bien. Ya es tiempo que nos convenzamos, que no sería descabellado pensar que todo el sistema mediante el cual hemos edificado nuestras promesas, expectativas, como aciertos y fracasos, no ha dejado de ser un castillo de arena, incapaz de sortear el desgaste natural, del ir y venir de un mar embravecido como de una ventisca, siempre amenazante, conculcante y socavante de aquello que vanamente prometió sin cumplir, siquiera parcialmente. La pobreza y la marginalidad que seguimos arrastrando, desde tiempos en donde la democracia prometía alimentar, curar y educar, no es más que una gangrena que amenaza con un día hacernos levantar en la peor de las anarquías, cuando el hombre desnudo en sus más bajos instintos, instale, ipso-facto, la ley del más fuerte, la última ratio, que es la violencia, como devolución o vomito ante tanta crueldad, indiferencia y promesa perversamente sostenida.

¿Por qué hablar de monarquía, si nuestros inicios como estado-nación la han desechado?. Posiblemente por ello, por reconocer de una vez por todas que hemos fracasado en trazarnos esos objetivos libertarios. ¿Acaso no tenemos dinastías políticas, que travestidas en la carcasa democrática, nos gobiernan, fabulesca y burlonamente, mediante marqueses y duques que nos imponen, su sesgo dinástico, por intermedio del nepotismo, la arrogancia, de sus creencias en sangre azul, que nos obligan a ratificarla cada 4 años?.

Por supuesto que se necesitarían, argumentos como los siguientes:

En su obra “Democracia, el dios que fallo” Hans Hermann Hoppe expresa con claridad académica y meridiana: Si el “estado” es el monopolista de la “jurisdicción” lo que hará es, más bien, “causar y provocar conflictos” precisamente para imponer su monopolio. La historia de los estados “no es otra cosa que la historia de los millones de víctimas inocentes del Estado, ciento setenta millones en el siglo XX”. El paso de la monarquía a la democracia implica que el «propietario» de un monopolio hereditario -príncipe o rey- es derrocado y cambiado, no por una democracia directa, sino por otro monopolio: el de los «custodios» o representantes democráticos temporales. El rey, por lo menos, tendrá baja preferencia temporal y no explotará exageradamente a sus “súbditos” ni su patrimonio, ya que tiene que conservar su “reino”. Los políticos habituales del modelo del Estado democrático actual compiten, no para producir un bien, sino para producir “males” como el aumento de: 1) los impuestos, 2) del dinero fiduciario, 3) del papel moneda inflacionario, 4) de la deuda pública, 5) de la inseguridad jurídica por el exceso de legislación, y 6) las guerras, que se han convertido en ideológicas y totales desde la intromisión de los EEUU en la Guerra Mundial I hasta la Guerra de Irak II. “Del mismo modo, la democracia determina la disminución del ahorro, y la confiscación de los ingresos personales y su redistribución”.  O como tantos, otros, pero no estamos en el ámbito académico.

Quizá, tal como lo creen, afinados lectores de Rousseau, o  seguidores de Vicente Blasco Ibáñez (quien fundó en Riachuelo “Nueva Valencia) la soberanía no se delega y por tanto se deba hacer tronar el escarmiento mediante una movilización popular (como las de agrupaciones recientes, quiénes se asumen anti-sistema, dentro de un sistema que no tolera siquiera la sola mención para tal posibilidad) para reclamar en este caso, el derecho a la autodeterminación, para que en una consulta popular, este extremo de la Argentina, vuelva a ser parte de la corona española y además de ser por consiguiente, parte de la comunidad económica europea (con todo lo que significaría) blanqueemos, nuestro sistema político, así nuestra clase gobernante, empoderada, no necesite traficar con la mentira, ni con la impostura, ni robar con inflar presupuestos de canapés o escriturar mansiones días que no existen en el calendario gregoriano.   

Se debería crear un padrón único de “jefes políticos” a quiénes se le podrán otorgar estas facultades especiales y por más que entre en coalición con los derechos más elementales, habrá que buscar la manera de poner en blanco sobre negro esta realidad, dado que sí no lo hacemos, corremos el riesgo de caer en el error de aquellos dictadores africanos que contrataban a notables de la Sorbona, para que redactasen las cartas magnas de sus países, a modelo de la francesa, mientras en las calles continuaba la antropofagia (recordar la matanza entre tribus Hutus y Tutsi en Ruanda hace menos de quince años).

 

Un mundo que miente, descaradamente, que pide lo que no es, que no se cansa de exhibir esa faceta hipócrita, pérfidamente engañosa, ese dogma inspirado en las mejores argumentaciones para el engaño, en lo que se trasviste lo democrático, para el beneficio, a costa de la marginalidad de millones, de unos pocos.

 

Y la realidad es que, mal que le pese a Blasco Ibáñez, confesó republicano y anti-monárquico Español, anti-clerical y anti-jesuita, es usado hoy en nuestras tierras, de la cual pretendió crear una nueva Valencia, para legitimar aquello por lo que combatió. Sería al menos consecuente, con sus ideas que nosotros develemos lo que somos y reconozcamos nuestros límites. Imitando a Fidel, en lo mejor que dio de su revolución, que se nos prive de la supuesta posibilidad de elegir, o en verdad de legitimar a nuestros marqueses, posiblemente nos haga valorar nuestra libertad política conculcada, anestesiada, robada.

 

Sin ánimo de darle ninguna lección o sugerencia a nadie, pero y sobre todo los republicanistas Españoles, deberían prestarle más atención a la consideración secundaria que le brinda el autor a lo electoral, o partir de ello, precisamente, construir su tercer república. Sí en la actualidad, no son iguales ante la ley, por pasar de un sistema al otro, no lo serán mágicamente, sería acorde, que los que se llamen republicanos, adopten la posibilidad de que el voto de los que menos tienen, o menos asistidos o contemplados por el estado hayan sido, valga más (una especie de voto censista, que nosotros dimos en llama compensatorio) que el de aquellos que tuvieron oportunidades o posibilidades de educarse, de trabajar o sanar. De lo contrario, perderán nuevamente, un autor propio, exportando sus consideraciones, antes que ponerlas en el escenario de la política actual y real.

Quizá se nos ocurra aquello de hacer uso de nuestra soberanía, y con ello, casi sin querer, repartamos y demos de nuevo las cartas, de lo contrario, este juego, con estas reglas, ya sabemos cómo termina y terminara; vos y yo, perdiendo siempre.

 

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