La escuela correntina de pensamiento invita, al encuentro que se realizará vía zoom (ID de reunión: 972 826 7498. Contraseña: 4wju69) y replicado en redes, este Lunes 13 a las 10 de la mañana. Francisco Tomás González Cabañas oficiará de entrevistador/moderador en un cronograma que en la misma jornada, a las 20 horas (con las mismas coordenadas de ingreso) se dialogará con el psicólogo e intelectual mexicano, Alejandro Segura Chavéz.


La escuela correntina de pensamiento invita, al diálogo que se realizará vía zoom (ID de reunión: 972 826 7498. Contraseña: 4wju69) y replicado en redes, este domingo a las 11 de la mañana. Francisco Tomás González Cabañas oficiará de entrevistador/moderador en un cronograma que posee sendas reuniones con intelectuales de España, México y otras partes del globo, que respondieron a la convocatoria de sentir, pensar y vivenciar la comunicación más allá de donde uno viva y transformando en positiva las actuales disposiciones de restricciones sanitarias.


Cundió el pánico, cuando valientemente, presidentes de partidos nacionales, pusieron el acento en la gravedad institucional que implica y representa en muchos distritos, “feudalizados” del país, que ciertos casos que, involucran a cuestiones individuales, terminen afectando luego a la generalidad de lo colectivo.


Tal cómo si fuesen simples comentadores de lo que nos ocurre, nuestra clase dirigentes, y sobre todo quiénes fueron votados para asumir determinadas responsabilidades políticas, nos advierten que la pobreza aumentará dramáticamente tras los efectos, principales, como secundarios (confinamiento) de la pandemia. Necesitamos mucho más que ésta función relatora, narradora y comunicacional de nuestros políticos y los suyos (amigos, adeptos, militantes, familiares, asesores y todos los que conforman los nudos). Esta versión periodística de la política, genera, además, que el periodismo, pregunte muy poco y poniendo el eje en aspectos que tal vez sólo sean rutilantes para ellos y para los políticos, dejando en el margen de la excepción, al populoso campo de los múltiples, de los ciudadanos, de los habitantes, del pueblo, de las muchedumbres y masas, que ya demasiados problemas tienen, como para denunciar, que no están sus intereses representados, dignamente, con los políticos comunicando o con los periodistas haciendo política de medios.


El problema es la pregunta ausente. Tal vez, el efecto más devastador de la pandemia tenga que ver con la práctica de contar, muertos, enfermos, contagiados, hisopados y testeos, obturando de este modo que nos preocupemos, a expensas de lo urgente, por lo importante. La función principal de los políticos encaramados en el poder, es la de responder a las contingencias. En un segundo orden el de evitarlas, prevenirlas o retrasar las mismas. Esta prioridad, se encuentra subvertida, peligrosa y perversamente. Nuestras autoridades políticas, se muestran, en la comodidad sanitaria de la distancia, por intermedio de sus redes, atentas, prestas, dispuestas para la narrativa, focalizadas en evitar la propagación del virus, cómo si fuese esta la acción por la que han sido votados o elegidos.


Desde la antigua Grecia la ética se ha fundamentado en alguna compensación para el hombre virtuoso ¿Es posible la ética en un mundo en el que ya "no hay Dios" que legitime desde su trascendencia unos valores u otros?


Así como Thomas Lawrence manifestó la consigna “La filosofía en la Pintura”, haremos lo propio con respecto a la dimensión política. Se propone un pacto lúdico, donde usted, ante las obras mencionadas, dirá cuál le gusta más por las razones o sinrazones que fuesen y nosotros desde nuestra conjetura, le diremos que vemos de su gusto o cómo se traduce su elección estética en una opción política.


Un relato de corte sensual. Una historia para despertar las fantasías...


LA REVOLUCIÓN 4.0 DEL SIGLO XXI


La irrupción de la pandemia, generó por sobre todo el certificado de defunción de las ideologías y de las perspectivas geopolíticas. Tanto en oriente todo, como en occidente completo, de izquierda a derecha, pasando por el centro, la respuesta ante el Covid, fue única, absoluta y totalitaria. Lavado de manos, aislamiento y distancia social. Represión, vía normativa, de quiénes, por alguna razón, se corrieron un ápice de las respuestas unívocas y medievales, emitidas desde el poder.


La pandemia del COVID19 se extiende entre toda la población, pero muy especialmente entre los pueblos indígenas en razón de las pésimas condiciones de vida y salubridad a los que han estado históricamente sometidos.


El aceleracionismo que imprimió la pandemia, para que los artífices del fenómeno Alberto Fernández, muestren el verdadero rostro del Cristinismo en sucesión (la post-cámpora) genera las primeras reacciones estertóreas y por ende emocionales y no razonadas en el plano de lo político. Ciertos sectores independientes que oscilan entre la tilinguería, el cipayaje, la defensa proba de cierta institucionalidad, la necesidad romántica de una definición de lo democrático, de acuerdo a que lado de la grieta uno se ponga o posicione, pueblan editoriales y llegaron a rutas, plazas y calles para expresar el deseo que la energía denunciatoria ante el presidente reciente se traduzca en el momento electoral, en esa ancha avenida del medio (cómo una de las posibilidades) en la que el actual Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, se viene acendrando políticamente, desde que abandonara el cristinismo primigenio tras haber nacido como uno de los predilectos de Néstor (previa recomendación de ex presidente Duhalde).


La mirada ajena sobre el trabajo propio. Las aventuras y desventuras de confiar en el juicio de los otros.



Quiénes trabajamos en teoría del estado, observamos, apoyados por todas y cada una de las estadísticas consultadas desde un tiempo a esta parte, como la mayor parte de la ciudadanía occidental, no separa ni distingue, es decir no cree en la independencia de los poderes, sobre todo del judicial con respecto al ejecutivo. Lo que parece o figura claro y conciso en la academia, o en los recintos cerrados en donde se cosifica al saber, se traduce como oscuro, escondido y difuso en la arena pública, en los aforos, en las plazas y en los espacios comunicacionales, en todas sus vertientes y versiones. Ejerzamos o no la docencia formal, lo cual no constituye el derecho de mandar a leer a alguien como forma agazapada de agraviar o menospreciar al otro (en su comprensión, discernimiento e interpretación), debemos volver a las fuentes, para corresponderse, con aquello que han pensado y redactado nuestros predecesores en tiempo y espacio.


Sí entendiéramos, el fenómeno de lo humano, como lo biopolítico (un concepto muy de moda en la siempre condicionante Europa), la enfermedad de los cuerpos debiera ser el terreno excluyente, en donde jamás lo personal se convirtiera en político, por más que el cuerpo contagie. La pandemia, declarada por el organismo mundial que de acuerdo a los días que versa sus explicaciones, cambia de posiciones de su cientificidad, rompiendo de alguna manera el principio de no contradicción, afecta en verdad a la política (al nivel de ocupación de camas, a la saturación de un servicio esencial como el sanitario, que siempre será malo y escaso, y calamitoso en estados afectados por la corrupción de algunos y la indiferencia e ignorancia de muchos) más que a las mayorías a las que se dicen cuidar en grado sumo.


¿Con o sin malas palabras? El dilema del escritor y su obra. Tema picante.


Conducido por un Chaqueño, a quién envió un formoseño, con anuencia de un Sanjuanino, desde Buenos Aires le marcan la agenda, los herederos del matrimonio compuesto por la Platense y quién fuera el Santacruceño.


La exclusividad excluyente de pretender un mundo, en manos de un solo creador, interpretado por hijos dilectos o profetas, socava la armonía de quienes depositan sus expectativas en aquello que provenga de sus sentimientos más fidedignos (que por lo general son múltiples, contradictorios, la caótica efervescencia en la que se manifiesta la libertad). Éstos convertidos por la sujeción o conversos por condicionamiento, no tienen problemas después, de vehiculizar esa violencia, esa ira, ese odio que cultivaron en ellos, en actos de violencia, en heridas desgarradoras, diciéndose adalides de ese dogma que los ha vejado, están prestos a perpetrar cualquier tipo de tropelía en contra de esa humanidad que ha permitido que les supriman el derecho de creer en lo que rayos hubiesen querido.


Esta noche se conjugan presente y pasado, los pasillos huelen a soledad a una quimera extraña de la simbiosis, el quirófano juega al azar con las cartas marcadas, pinzas, bisturíes, alcohol, sedantes para el dolor, sueros estrambóticos que suelen vestir de sed las venas aplazadas por las aspirinas, los médicos suponen algún diagnostico deambulatorio que repongan algún alivio fugaz en el cuadro clínico.


Tal como nos lo enseñaron, el cuento infantil alecciona acerca de la verdad y del costo de la mentira. A instancias de Manuel Pérez Pétit, en adelante “El profesor”, dentro de la historia, anida sin embargo, una lectura mucho más versátil, inclusiva y solidaria. El muñeco de madera, privado de humanidad, por tanto de maldad, miente, caracterizada esta acción negativamente por su creador humano, en verdad, por el loable, destacable e inconmensurable gesto de que la nariz le siguiera creciendo, para que ese hombre que lo había creado, de oficio carpintero, tuviera en su nariz, materia prima interminable, accesible y a mano. La perspectiva, apofántica de lo humano, además de perderse tamaña lección de amor, la pervierte, y la convierte, en una narración para infundir temor, a los más pequeños, para que “la verdad” sólo sea una, la que está en manos de los adultos, como sinónimo de los poderosos, de los que tienen autoridad, nada más que por el simple y penoso hecho de reclamarla e imponerla primero.


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