El triunfo del “entrismo” camporista que se refleja en el PJ actual.
La prensa se hizo eco de la lista de unidad que consagrará a Alberto Fernández también en el PJ como presidente formal. Se destacó especialmente la tan ansiada paridad de género, sin reparar en el enclave político que arrojó en primera instancia la nula salubridad democrática interna del partido de gobierno. El instituto patria en su rol de “Politburó”, no hizo más que certificar el triunfo final de un proceso que se iniciara décadas atrás para quedarse con la herencia política de lo generado por Perón, Evita y millones de argentinos que creyeron y construyeron en su momento tal movimiento político.
Lo que ayer se conoció como el camporismo, lo sigue siendo en la actualidad, mediante los hijos dilectos de aquellos, que tiene como norte central la noción dinástica del poder.
A nadie se le escapa que el objetivo de la esposa del entonces presidente y dos veces tal, es ni más ni menos que entronizar a su primogénito en el sillón de Rivadavia. Tal concepción de la política como un bien material, cosificado e individual, debe ser un patrimonio que se transmita hereditariamente.
Sí en el medio, el país que posibilita este sueño dinástico, debe cambiar su institucionalidad republicana y democrática por un sistema monárquico plebiscitario, seguramente se modificará mediante un poder constituyente como lo sucedido en Venezuela, o tal como lo dictaminan las máximas autoridades del Partido Comunista Chino, que tienen línea y comunicación directa con los del PJ en argentina, más allá de los vínculos institucionales que se rigen mediante el embajador en aquel país, el padre de una de las nietas de Cristina, como no podía ser de otra manera en esta concepción del poder despótica, nepotista y dinástica.
Los principales distritos electorales, tendrán a hombres y mujeres de La cámpora, y este espacio político que surgió como algo extraño al peronismo, que luego convivió como un corpus irritante y difícil de ensamblar, hoy es el centralismo puro. La táctica del entrismo brindó un pleno ejemplar para los estudiosos de los armados políticos.
El delegado formal, tal como en la presidencia, es tan sólo eso, una circunstancia temporal para el emplazamiento del hijo, que será el hijo del pueblo, el príncipe Máximo que para tal tiempo, tendrá un sistema político-institucional seguramente distinto y diferente al actual.
No es casualidad que sistemáticamente se proyecte, se hable y se dispute con la famosa “reforma judicial” qué es ni más ni menos que el disciplinamiento de sectores judiciales que no están en sicigia con el poder político y que tal intención se trasviste bajo argucias leguleyas para agilizar tiempos procesales y demás falacias que ni siquiera entusiasman al reducto del público más aficionado a la vitamina K.
Para una familia determinada puede estar en juego el conjunto de sus sueños y deseos más personalísimos de sus integrantes, o de la integrante, pero el país que se encuentra en el medio, deberá resolver para ello sí es que desea seguir siendo una república democrática o sí se transforma en otra cosa.
Ella no se detendrá hasta conseguirlo, logró recientemente apoderarse del partido político fundado por el general, deconstruyendo la historia del mismo para convertirla en historia oficial, para sus deseos más inconfesados, que en verdad, es lo único claro y transparente que tiene para ofrecer, la presidencia para su hijo y con ello su perpetuidad en el poder. De ciudadanos, en nuestra actual condición de habitantes de la horda (con la única aspiración de sobrevivir, dadas las crisis económicas y sociales de las que nunca resolvió ni redujo cierta o estructuralmente) pasaremos a ser simple y calladamente súbditos de la familia real y su grupo de cortesanos y pretorianos.
Por Francisco Tomás González Cabañas.
Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!