Hablamos del poder, no utilizaremos para ello, los subterfugios o excusas semánticas con el nombre; pueblo, gente, ciudadanos, patria, otro, institucionalidad, democracia, etc. La llamada “reforma previsional” que cambió el clima político del país funge como el dispositivo que alerta acerca de la ausencia del puente, la intersección, la vinculación que exige el poder para que entre sus tensiones se logre la tan deseable como expectable armonía o consenso. Las rispideces, urticarias, escaramuzas, confrontaciones que agolpan las redacciones de los medios de comunicación, transforman no sólo lo político en policial-militar, sino que por sobre todo, desnudan la inoperatividad de un sistema al que le falta una oposición, dado que a esta le falta un proyecto (antecedida por un deseo) que la constituya en tal. Daremos el ejemplo de cómo, sí un grupo político desease ocupar tal espacio (el vacío del mismo es el que se llena a los palazos y mediante violencia y agresiones) lo haría por intermedio de proponer una reforma de la constitución nacional que contemple entre algunos aspectos nodales, la reducción al mínimo de las fuerzas armadas, y la reestructuración de los poderes legislativo y judicial.


Al hablar de la esencia como punto final de las diferentes características que conforman la sustancia final o el ente en cuanto a ente, uno se introduce en un campo óntico pero si consideramos esta definición con respecto a una acción o interacción social y si a esta le sumamos una peculiar actividad como es en este caso el espectáculo teatral nos encontramos ante una realidad social autoconsustanciada.


Sí existe alguna dinámica, es decir algún impulso consuetudinario que se escape de lo cultural y que se exprese desde lo innato de la condición humana, es la sexualidad. Sin embargo la sexualidad ha sido el primer bastión que el humano entregó para representar su vida más allá de sí mismo. De hecho el resultante, posible, como probable de una de las formas de sexualidad (el intercambio de fluidos entre un hombre y una mujer en período fértil) acaba, o concluye, con la continuidad de la especie, o con la perpetración de la contradicción manifiesta en que la experiencia humana no acabe, acabando. El acto sexual no se lleva comúnmente en la plaza o el escenario público, no sólo por las cuestiones sabidas y brillantemente narradas por otros, sino por sobre todo, porque la sexualidad es la instancia en donde todos y cada uno de nosotros nos despojamos de nuestra individualidad para coger el traje de seres sociales, padecientes y obedientes a las cláusulas sociales que nos vamos imponiendo al ritmo de la práctica sexual.


Debe estar cansado usted y con lógica razón y pureza en el corazón. Varios de los intendentes recién asumidos, y sobre todo, aquellos que suceden a los del otro signo partidario (tenemos 40 partidos, pero en verdad dos expresiones el oficialismo y la oposición, en donde los sellos en los que suelen acabar los partidos se amuchan o aglutinan para hacer masa crítica) declaran emergencias, estados financieros contables (flotantes, nebulosos, pretéritos y toda la semántica que la ciencia económica le ofrece) en donde reciben municipios destruidos, incendiados, acabados y a punto de disolver el principio sagrado de la continuidad jurídica del estado. No importa el color partidario, nunca ha importado, sino el rol, el nuevo oficialista, sí sucede a un opositor hará las denuncias de “vaciamiento” en las que transformará la comedia de diciembre, cargando de angustias en un mes simbólicamente complejo, a empleados y proveedores del estado municipal. En el gran verso de lo privado (nada lo es, todo es público, quiénes más expoliaron lo público instituyeron las quintas privadas para que nadie les reclame, legalmente, lo que les corresponde al resto, o en su defecto que también tengan todas sus respectivas quintas y se disuelva lo público) lo único que debería tener la lapicera de los nuevos intendentes, es la tinta para designar funcionarios que le implementen ideas como las propuestas, que prevalecen en distintas partes del mundo, entonces las transiciones, los traspasos y las sucesiones, en vez de ser complejidades públicas y conveniencias privadas (así en vez de poner a gente capaz, los de siempre, ponen a los amigos, a los compinches, a los cebadores, etc.) pasarían a ser situaciones comunes que consoliden la democracia mediante, prácticas democráticas como la auditoría ciudadana.


Haber leído demasiado en una contemporaneidad que se propuso, exitosamente, dejar de leer, es un problema. Problema que se agrava, sí además de esto, uno se dedica a escribir sobre la base de las lecturas, que a su vez, son lecturas de lecturas, como capas geológicas que se superponen y que constituyen una intertextualidad al mejor estilo mamushkas rusas, cuya última y más pequeña muñeca es la que detenta un signo de pregunta. El hombre en cuestión, sin embargo, ha sido una nave insigne del gobierno argentino anterior (detentaba un conchabo jerarquizado de nomenclatura Leninista, siguiendo con lo ruso) cuyo proceso, en la nota divulgada por lo que otrora eran las madrigueras de los intelectuales orgánicos, devenidos en reductos de la supuesta resistencia a lo presente, lo define como la contracara de la opresión libertina-liberal, situándolo como un estadio histórico, emancipatorio, por ende revolucionario y romanticón (a la luz de la estética de los barbados de buen vestir y afrancesado hablar que defendieron a latigazos y billetazos un proceso político-filosófico que jamás otearon en escritos académicos o informales previo) predestinado a la liberación de las mentes, las almas y del concepto mismo de libertad.


En clara alusión al artículo constitucional (Argentino) numerado como 38 ( “Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático…”) en defensa irrestricta del orden democrático, y tal como la institución del índice democrático por nosotros antes planteado, constituimos el siguiente test, de cinco preguntas que remitiremos a todo y cada uno de los presidentes de partidos políticos que orbitan en nuestra geografía, a los efectos de determinar el grado de “democraticidad” de los mismos y consecuentemente el cumplimiento que hacen los mismos de su razón constitucional determinada por el artículo 38 de marras.


"Kénosis (vaciamiento) utilizado en la antigüedad por San Pablo en alguna de sus Epístolas, que fue retomado posteriormente por los luteranos para referirse a la renuncia de Jesucristo a su divinidad, en el momento de su encarnación como simple ser humano”. En términos de la política actual una de las tantas funciones, imprescindibles (dentro de la definición tácita dispuesta por el artículo 38 de la Constitución Nacional) que debieran tener las instituciones fundamentales del sistema democrático, es la de, mediante documento escrito, avalado por convenciones u organicidad partidaria que corresponda de acuerdo a cada carta orgánica, poder sugerir, recomendar, apadrinar (en su connotación positiva ) a quiénes pudieran ser ungidos, más luego, por los gerenciadores de la cosa pública, los mandantes en los ejecutivos, como secretarios o ministros, sería tal vez un mero formalismo, como el de izar la bandera, el de pararse para cantar el himno, o tantos otros hitos simbólicos, que son ni más ni menos que la traducibilidad de los deseos y sus consecuciones.


La asociación de trabajadores del estado (Ate), mediante el accionar del área, departamento, espacio o como solidariamente se quiera denominar “Comunicación Corrientes” (cuyos envíos provienen de una cuenta de correo electrónico [email protected]) incumple, palmariamente el artículo 4 de su estatuto que taxativamente dispone: “La Asociación Trabajadores del Estado respeta toda idea política o filosófica, creencia religiosa, no permitiéndose la discriminación racial, aceptándose por igual en el afiliado la libertad de sus ideas y/o creencias” dado que desde hace meses, se propalan artículos políticos, literarios, desideratas, manifiestos, editoriales, columnas de opinión, firmadas por el mismo sujeto (cuya exquisitez como hilaridad narrativa, se destacan en un campo desierto de talentos que pongan en papel la valía de sus consideraciones, que sin embargo no están en juego ni en cuestión, ni en sus logradas musicalidades de forma ni en sus discutibles posiciones políticas, que al final del día siempre terminan convalidando o brindando gratuita legitimidad a lo que se dice enfrentar u oponer) entronizándolo en los medios de comunicación que poseen verdadera como condicionada relación con Ate, para que tales escritos se publiquen, se difundan, se viralicen, merced y producto del esfuerzo de todos y cada uno de los afiliados de una asociación de trabajadores, que ipso facto, está siendo tutelada, imbricada, por cada giro literario, por cada vocablo, afrancesadamente dispuesto por el escriba, promocionado, avalado, sponsoreado por una institución que se dice representar los derechos de los trabajadores, pero que en este caso, actúa conforme a la lógica empresarial, más furibundamente individualista, clasista y empapada en los principios más salvajes de la dinámica diabólica dimanada del neoliberalismo.


Dando por sentado que lo moderno es bueno en sí mismo, dado que conlleva la esperanza que todo lo que está porvenir será mejor que lo atravesado, el partido político de las hormigas, con una base en los principios del liberalismo más teórico que la praxis que trazaron muchos en nombre de liberalismos muchas veces salvajes como de rasgos totalitarios, se constituyó en la expresión política provincial actual de mayor cantidad de votos obtenidos como tercera (detrás de las partidos nacionales radical y justicialista) a nivel general.


Todo aquel que ha ocupado un espacio de poder, pretendió conservarlo, lo conserva o hará lo imposible para atesorarlo, “ad infinitum”, pese a que jamás lo reconozca de la verba para afuera (no es necesario, tan solo alcanza para contar reelecciones, giros en las esferas del poder, alternar con otros cargos, o transferirlos a familiares o amigos) no dé cuenta de esta adicción o la viva con culpa oculta y ponga al servicio de relatos varios, configuraciones conceptuales y semánticas, para enmascarar lo obvio, al poder no se lo puede entender sin esa condición de que al ser inasible, inabordable, siempre es circunstancial y por ello, quién no lo tiene lo pretende, y quién lo posee, de la única manera que concibe para no perderlo es acumularlo o no renunciar nunca al mismo, por más que en algún giro del destino este finalmente se desplante con otros planes y abandone, a quién uso para demostrarle su indomabilidad siniestra.


Tal como lo venimos sustentando, casi en grado de tesina, no existe manera alguna de seguir sosteniendo la legitimidad de las democracias occidentales actuales, sin que el poder judicial, como hápax, como axioma, prevalezca, en su condición subyacente y por ende poco visible, por sobre los otros poderes del estado, articulándolos de forma tal, que las posibilidades de primera o última instancia se correspondan, con la facilitación de este poder preponderante, sea para habilitar actores políticos principales (validar reelecciones, o avalar o suprimir plebiscitos según corresponda al interés del poderoso de turno) como para procesarlos o encarcelarlos en caso de que hayan perdido ese poder, que jamás se le escurrirá de las manos, al judicial, dada sus prerrogativas imperiales que ostenta conceptual como formalmente y que impávida, la sociedad, la ciudadanía toda, atónita como en harta demostración de genuflexión, aprueba mansamente al candor de un compartir o de un me gusta de alguna que otra red social en donde deja discurrir su vida como su nulo accionar público.


De un tiempo a esta parte, las democracias occidentales, reaccionan ante la gravedad de sus males, mediante el menos democrático de sus poderes, como menos público y publicitado, el poder judicial, por intermedio de la supuesta cura, que la convierten en una suerte de bálsamo milagroso, como lo es el procesamiento, el diligenciamiento y el inicio de la penalización ante posibles y plausibles hechos de corrupción perpetrados por otrora hombres en la cúspide del manejo de la cosa pública. Esta radicalización, sacralización de lo metodológico, mediante la acción punitiva o sancionatoria hacia quiénes pudiese haber desfalcado al estado para beneficio propio, repetidas autómata como maquinalmente, por medios de comunicación, no sólo que banalizan el mal mismo, a decir de Arendt, sino que construyen un ideario social, en donde lo único que importa son los sujetos, es decir los nombres y apellidos de los punibles, más no así las acciones que puedan o debieran haber llevado ante el manejo de lo público. Para traducirlo en una frase, a expensas de perder concisión conceptual: desde lo normativo, hasta la consideración social, construimos edificios enteros de regulaciones que apuntan a buscar sí alguien compró tal bien u objeto, que se condice o no con su nivel adquisitivo (y cuando lo sospechamos y no lo encontramos, vamos como manada, a buscar sus testaferros, sus maniobras, en donde tiene tal suposición enterrada o aquerenciada en qué paraíso fiscal) dejando escapar lo más importante, la acción pública mediante la cual pudo haberse no sólo enriquecido, sino también, cometido el fraude intelectual de haberse comportado equívoca y erróneamente, dando lugar a lo que es catalogado para otras profesiones cómo mala praxis, en este caso política.


En una nueva propuesta de “Desiderio Sosa”, en la oportunidad se “reconvierte el código provincial de ética (ley 5911), definiendo los mecanismos de acceso a la información, como de participación ciudadana y se establece la armonización con los tiempos actuales, al crear un portal de la transparencia en donde el estado estará obligado a llevar un pormenorizado ejercicio de su día a día (desde proyectos, agendas de funcionarios, pasando por entrega de subsidios, becas, llamados a concursos y licitaciones, etc). A Nivel de legislación comparada, se instruyó en referencia al organismo existente en la comunidad autónoma de Murcia del reino de España” expresaron desde del centro de estudios, habilitando el acceso completo del extenso proyecto y sus fundamentos.


Tal como en Colombia, fundada por el filósofo Giovanni Algarra Garzón, se precisa, con urgencia democrática, la constitución de un espacio, que cuento o no con el arropamiento de la funcionalidad estatal, tenga como objeto aumentar la calidad diaria y cotidiana de nuestras democracias actuales, poniendo el acento en programas, talleres, propuestas y proyectos que consoliden los espacios públicos, que galvanicen y acrecienten la noción de ciudadana que implica responsabilidad social para luego el ejercicio pleno de derechos en un colectivo en armonía, consensual, en donde las decisiones políticas, siempre vayan apoyadas en la expresividad que se puedan nuclear de todas y cada una de las acciones que propendan al bien común. (Por Centro de Estudios Desiderio Sosa).


Los otros días haciendo zapping televisivo me tope sin querer, o tal vez por cuestiones del destino o del azar, dependiendo con que óptica metafísica se mire, con los premios Latin Grammy en la Ciudad de Las Vegas, lo que pasa en Las Vegas queda en Las Vegas dicen los americanos, como si fuera una ciudad franca en todos los sentidos del vicio humano, como el banquete de Platón pero del siglo veintiuno y con culpa.


Las elecciones presidenciales que tendrán un ejército de observadores internacionales para legitimar el proceso, contarán con la peculiaridad que el actual primer mandatario (Hernández) podrá ir por su reelección, gracias al poder judicial de su país (al que obviamente se encargó de modificar o conformar) que, manifestación leguleya más o menos, pulverizó la disposición constitucional que impedía la reelección. Ocho años atrás, otro Presidente (Zelaya) hubo de ser destituido por pretender la misma reelección, a la que, a la luz de los resultados, busco en aquel entonces por la vía incorrecta; pretendió un plebiscito habilitante (algo que llevó a cabo Morales en Bolivia y de lo que se está arrepintiendo tras sus resultados) en vez de ir por la senda adecuada; fallo judicial y cobertura mediática-comunicacional. Desde los sectores que pretenden institucionalidad democrática en Honduras, se acuño la expresión de “Democracia imperial” sucede que sienten y padecen, que además de tantos vejámenes, serán víctimas también del europeísmo que los colocara este domingo de elección, como el cobayo de laboratorio, pasible de experimentos de politólogos que ven democracia en lo electoral, que observan división de poderes al encontrar siempre un legislativo que adscribe, con vicio ratificatorio, cualquier empresa que dimane de lo híper-ejecutivos y como siempre, olvidan, en el sentido heideggeriano, que lo radicalmente importante y decisorio, orbita en el judicial. Tal como lo describiera Foucault en sus conferencias, traducidas a libro “La verdad y las formas jurídicas”, el poder judicial nace y se entrona como la mano militari del emperador, del gobernante, que luego devino en ejecutivo y que revolución francesa mediante, se apelmazó, se travistió en un supuesto poder transparente, democrático e institucional, cuando en verdad representa la faceta más caramente oprobiosa del poder entendido como un ejercicio violento y radicalmente autoritario.


En todas las esferas gubernamentales, de todos los niveles, se cuecen las habas, de quiénes formarán parte del gobierno de este o de aquel, como lo sostuvimos en notas anteriores, los niveles de “desesperación individual” por formar parte o continuar dentro de un colectivo que les asegure o garantice la poltrona de continuar o sentarse dentro del mismo, podrían dar innumerables libretos para cientos de culebrones centroamericanos, sin embargo, la ausencia de lógica/legitimidad/racionalidad/institucionalidad, que aplican (sin comunicar además, ni tener la intención de hacerlo) los tenedores del poder, para designar a sus colaboradores, y su plena aceptación de hecho, debe ser analizada, imprescindiblemente, bajo una óptica filosófica. Acudimos a Wittgenstein.


“Hemos superado un punto de no retorno, más allá del cual las cosas se desarrollan de acuerdo a con una curvatura diferente. Ya no se trata de desarrollo lineal. Todo se precipita en una turbulencia que hace imposible su control, incluido el control del tiempo, pues la simultaneidad de la información mundial, esta transparencia de todos los lugares recogidos en un solo instante, no deja de tener analogía con un crimen perfecto perpetrado contra el tiempo”…La incertidumbre se ha filtrado en todos los aspectos de la vida, una incertidumbre ligada al carácter irreconciliable de los datos presentes…Mediante el juego mismo de las apariencias, las cosas se alejan cada vez más de su sentido y se resisten a la violencia de la interpretación” (Baudrillar, J. “El intercambio imposible”. Página 26. Ediciones Cátedra. 2000. Madrid).


La Dra. Manuela Alvarado Rigores, Editora de la Revista Frónesis (Universidad del Zulia, Venezuela) informó que el documento de trabajo titulado: ¿Busca Justicia el Poder Judicial? Del autor Francisco Tomás González Cabañas, será publicado en el apartado “Diálogo” del próximo número. El ensayo del correntino comprende al poder judicial “Como el axioma, el hápax, que por tal condición no necesita de argumentación y de explicación en el entramado que sostiene lo democrático, precisamente por tal condición, es que debemos indagar y apuntar, en un a priori desde lo teórico, todos los esfuerzos para cambiar, para mejor, o en el caso de que lo observemos como bueno, consolidarlo en tal posición a nuestras democracias actuales, para brindar un sentido, una razón de ser al poder inescrutable, inexplicable y sacarlo de su condición de incuestionable, para pensar y luego, a partir de tal pensamiento, dotarnos de una democracia mejor”, expresó el autor al mencionar el trabajo que sube a más de diez las publicaciones en revistas internacionales de países como España, México, Brasil y Argentina.


“La democracia descansa efectivamente en la idea de una igualdad ante la ley, pero nunca es tan radical como la igualdad ante la regla. Este sueño de una democracia radical obsesiona a todos los jugadores, y convierte todas las formas de juego en una atracción fantástica en todas las épocas, en particular para las clases medias y populares, como refugio de una exigencia desencantada de democracia social…El juego no nos libera de los condicionamientos (ya que aceptamos el condicionamiento, mucho más riguroso de la regla) nos libera de la libertad. Perdemos la libertad si ya sólo la vivimos como realidad. El milagro del juego es hacérnosla vivir, ya no como realidad, sino como ilusión; ilusión superior, reto aristocrático, a la realidad. Porque la realidad es democrática y la ilusión aristocrática” (Baudrillard, J. “El intercambio imposible”. 1999. Pág. 71).


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