Por lo general, tal como algunos han pretendido adueñarse de ideologías, de luchas, de partidos, de ganancias económicas, están en boga quiénes se pretenden apoderar, en forma excluyente, de un determinado género, como si la humanidad, o el ser humano no fuese el único género posible que nos englobe a todos los existentes , de acuerdo a los órganos sexuales que nos ha tocado tener, lo peligroso y hasta irremediablemente estúpido de esto, es que no caemos en cuenta en que una sociedad prostituyente, que nos supimos conseguir es la que pone como agenda política el baile erótico que propone el zar de la televisión, la ex de un alto funcionario que se ha valido más de su desnudes que de argumentos como para darse a conocer y tantas sobradas muestras que tenemos de aquí a la China o de aquí a Irán…
El presente documento bien podría ser parte cualquier anti-manual de las ciencias políticas, para todas las expresiones partidarias que se conformen para no arribar al poder, también podría ser el inicio de un simposio de psicólogos que estudien la tríada poder-fracaso-política, o tal, como hasta el momento lo es, una pretensión, absurda, burda, pero pasional, de las razones de toda índole, por las que el exitoso partido de gobierno, partido de poder, partido institucional en la Argentina, encuentra su excepción en una provincia en donde es en el mejor de los casos, una manifestación circense, payasesca o humorística de la vida política de la comunidad en donde se desarrolla.
Paris fue bautizada como la “ciudad de la luz” (la Ville lumière) y en Corrientes, nos abrocharon en las boletas de luz y como si fuera poco, explotan los trasformadores como festejo de año nuevo Chino. Como todo picarón más cerca de punguista, por el aluvión de presentaciones judiciales los “jefecitos” de la DPEC confesaron irregularidades en la facturación. Como toda república aparte es la única que cuenta con 31 días el mes de noviembre. Por Carlos A. Coria García
El reforzamiento militar en Malvinas ante la absurda hipótesis de un ataque argentino- ruso no sólo podría ser una argucia preelectoral del conservadurismo británico, aunque nadie hable de ello. Por León Guinsburg.
En un diálogo con el filósofo, especializado en política, Francisco Tomás González Cabañas, quién se encuentra en pleno proceso de edición de su obra “Voto compensatorio, redefinición del contrato social desde una perspectiva Latinoamericanista” encontramos la vinculación de los problemas actuales de nuestras democracias, con relación a la violencia internacional terrorista, que azota nuestra tranquilidad occidental, y nos devuelve una mirada horrorosa de lo que somos como mundo. González Cabañas valiéndose de lo uno y lo múltiple, como anatema básico de lo filosófico ensaya una lectura de la imposición unicista, que proviene desde lo religioso-político con el dominio del logos de lo monoteísta y lo ensambla con los problemas democráticos que surgen desde tal imposición. Preparando incursiones internacionales, en la que se destaca su participación en el 55º Congreso de Americanista en el Salvador, el intelectual es cada vez más escuchado allende las fronteras del arrabal sudamericano en que le ha tocado nacer.
Las mentiras tienen patas cortas dice el dicho popular, no hace nada que los radicales de Sanz aprobaron el ansiado acuerdo (o casi) con el PRO de Mauricio Macri y ya saltaron las térmicas, los coalicionistas, amigables y duchos a la hora de arreglar por debajo ya se desconocen. Es corta la bocha diría Ivo Cutzarida. Por Carlos A. Coria García
Ese concepto guerrillesco es ni más ni menos, que la tolerancia de quiénes se dieron cuenta en algún momento de la historia, en ciertas sociedades que un grupúsculo, prácticamente de facto, con veleidades democráticas o maquillajes pueriles referenciando supuesta institucionalidad, tomaron para sí el dominio y el ejercicio del control y mando de la comunidad, para prioritariamente saciar sus apetencias más bajas, y cobrando, percibiendo o suscribiendo a los tenedores del poder, una cuota o impuesto determinado, se mantenían a raya para no desmadrar la iracundia y la violencia que generaba el manejo discrecional de quiénes manipulaban y ostentaban poder, a costa del sufrimiento y la desigualdad como banderas inocultables. Que a nadie se le encienda la lámpara de reditar en este arrabal sudamericano tan nefasta tasa impositiva.
Azarosamente tanto en el caso político-policial, como en el cruce mediático entre un presidenciable y nuestro gobernador, afloraron “verdades incómodas” que por lo general, por considerarlas inconvenientes se callan, se suprimen, se ocluyen. Sin embargo, la libertad de expresión, en el caso comunicacional por ejemplo se gana primero un periodista o medio, comunicando, conservando el respeto y no vulnerando leyes, la información que la trabaja (sea mediante obtención, reportaje, editorial, etc.) no ocultando o no comunicándola porque percude un interés o lástima un amigo/familiar/interesado. No por ser periodista uno puede estar exento de las negociaciones entre jefes y gobiernos que terminen en denuncias y en demoras policiales.
El frenesí, casi el delirio de obtener premios como sea, porque «ser es circular» y sin circulación no hay fama. La fama a toda costa. ¿Adónde lleva la fama? ¿Al poder, al dinero? En el caso de los poetas de lo trivial se pasa a lo infame —y de lo sagrado de una misión, al terror de la vacuidad de los fines. Los medios se prestan a eso. Están «a la mano». Rudolf Eucken y
Winston Churchill fueron premios Nobel: Joyce y Proust, no. En todos los ámbitos la posesión demoníaca está dominada por el vértigo de la velocidad. Por Oscar Portela
En lo que podría ser el atardecer democrático, cimarrones institucionales que de lo único que tienen idea e interés es de sus, intereses, valga la redundancia, personales, lapicera mediante, vejarán una institución política, como lo es un partido de acuerdo a nuestra constitución, el que más historia y presidentes puso en el país, esgrimiendo como estandartes, renunciamientos, más que históricos, pelotudos, o “borramientos” que lo único que demuestran es la cobardía sobrada de quiénes son víctimas funestas de tales comportamientos políticos que reproducen en la esfera pública o social.
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