El Jesuita Paul Valadier, en su obra en relación al filósofo que anatematizo la muerte de Dios (Nietzsche), expresó una sentencia, mucho más contundente y categórica acerca del todopoderoso, más precisamente, del suyo y del nuestro (por más que adhiramos religiosamente o no, nuestra pertenencia cultural es indiscernible al dogma); “El dios Cristiano deja morir a su Hijo sin morir él”. Sí nos detenemos un segundo en la expresión, sin pasión ni caristia, concluiremos, racional y atinadamente que el genio maligno planteado hipotéticamente por Descartes, tal vez debiera ser rescatado del olvido religioso al que fuera sometido, y replanteado incluso, como reemplazo fidedigno del propio dios. Sólo nuestro principio de placer nos hace pretender que tanto el más allá, como el próximo segundo, sea mejores de lo que nos ha sucedido, o al menos nunca sean peores de lo ya vivido. El nacimiento de la contradicción se suscita, cuando nos dejamos iluminar por la razón, oscureciendo deseos y expectativas, el bosquejo de esa verdad ineluctable nos resulta insoportable e intolerable. Acudimos al deseo, puro e inimputable de que algo bueno nos suceda, y que eso, obviamente, por la naturaleza de nuestra imperfección, tenga que tener una entidad que nos supere y trascienda. Para convencernos de este procedimiento de autoengaño que nos protege de las garras de lo incierto a lo que hemos sido arrojados, socializamos la creencia, la transformamos en colectiva, la dogmatizamos, para hacerla aún más férrea y convincente. Lo que no habíamos advertido, es que producto del consumo compulsivo de este opiáceo existencial, de esta cura para la náusea, devenimos en delincuentes sociales. Nos agrupamos con el único fin de violentar las leyes naturales como las convencionales, las que creamos, a los efectos de vulnerarlas y adquirir felicidad, tras el cometido de la transgresión.
David Pears, en su estudio académico acerca del Filósofo Wittgenstein, analizaba lo siguiente en lo concerniente a desde que lugar pensamos o nos piensa el lenguaje: “El lenguaje determina nuestra visión de la realidad, porque vemos las cosas a través de él. El lenguaje no tiene una esencia común o, en caso de que la tenga, es mínima y no explica las conexiones entre sus diversas formas. Tales conexiones son de naturaleza muy huidiza, algo así como los rostros pertenecientes a los miembros de una misma familia. Las teorías filosóficas son un producto de la imaginación y nos ofrecen visiones simples, aunque profundas en apariencia, que nos ciegan para la complejidad efectiva del lenguaje. El límite del lenguaje no constituye una frontera regular y continua susceptible de ser reconocida como infranqueable una vez detectada, se trata, por el contrario, de un laberinto de fronteras que solo puede ser entendido por quienes han sentido alguna vez la urgencia de cruzarlas y, además, lo han intentado, viéndose forzados a retroceder”.
La reelección para Calvano, la Vice para Lanari. Todo parece tan ordenado y prolijo, que asusta, o debería asustar al candidato, pero le juegan con la psicológica de que es médico y le hacen creer que la política y más en Corrientes, se maneja con variantes de ciencia. Nada más obvio y de sentido común y básico, que si realmente quieren, desean, pelear la capital correntina, tienen que poner de vice intendente, a un peronista, de los que sobran en la capital y que muy fácilmente, pueden aducir que no son peronistas renovadores (como los que gobiernan el municipio de capital) y cosechar doble, sacando a votos peronistas o identificamos con el peronismo de la intendencia, para llevarlo al proyecto del médico cardiólogo. Pero claro, como en la estrategia de la gobernación la capital esta cedida, no le cuentan toda la verdad al candidato, considerándolo un escudero menor del círculo rojo de la coordinadora universitaria, esa que mediante el veterinario ya arreglo con el ingeniero precisamente esto, bajo está cláusula, ningún peronista en la fórmula a Intendente ni en la primera línea de concejal, y de paso, le bajan el quantum a Perucho a quién le deberían dar la vicegobernación casi sin discusión (es el segundo partido dentro de Eco, en votos y en todo lo demás) para darle la vice de corrientes, un senador y un puñado de diputados. El otro médico, el jefe del peronismo gobernante de la Ciudad, como buen número 10 se lleva los aplausos y la pelota, habla de internas en los pueblitos del interior…porque en la capital….
El también Senador provincial mandato cumplido, Goyano y Peronista, Jorge Abid, se encuentra trazando el armado de esta posibilidad política, que sí bien no tiene el visto bueno del probable candidato (y difícilmente lo tenga de acuerdo a la posición emblemática que ocupa para la historia del peronismo) la intentona, que ya empieza a dar sus primeros pasos de operatividad, es una muestra cabal, de la preocupación radical que se tiene desde el oficialismo a la candidatura de Espínola.
Hace tiempo, mucho antes incluso que se lo use como slogan de un determinado gobierno, que venimos insistiendo, con honda preocupación, en señalar a los políticos que a razón de darle prioridad (y de esto trata la tarea principal de un político, fijar prioridades) a la acción pura, al hiperpragmatismo, niegan, desconocen o rechazan la acción que despectivamente llaman de escritorio o connotada con el uso de la intelectualidad. Nadie está en su derecho a determinar, menos si ejerce un rol de gobierno (en uso de las facultades y los poderes públicos) que el pensamiento, en la política, como en el caso de la cosa pública, aleja del contacto, la relación, el vínculo con la gente, imposibilitando a todo aquel que se desarrolle, por intermedio de la facultad humana de abstraer, de hacer política o desempeñarse en la función pública. Así como organismos en defensa de derechos de sectores, denunciaron a un cantante por un piropo mal entonado a una dama (o por una agresión como usted la quiera ver), o un grupo de mujeres, se entetaron, porque otras fueron recriminadas por hacerlo en un playa, estas pruebas contundentes de personas enfiladas en un pensar o en un hacer, filonazi, deberían tener la misma devolución, la misma respuesta, o incluso más contundentes o lapidarias. No debe primar, otra cosa, ni una supuesta elección, ni unidad, ni tácticas, ni estrategias electorales. En nombre de ningún triunfo, de ninguna gloria política, se puede dejar pasar, aceptar, tolerar, que se quiera menoscabar, disminuir y con ello, prohibir, o condicionar, una facultad del ser humano, como la del pensar, para participar en política.
Tanto en su definición primigenia, o la que deriva de su etimología, la concepción de salvar, o rescatar, es perfectamente atinente a lo que precisa nuestra institucionalidad política occidental. También lo es en su vinculación con la referencia filosófica de la redención. Phillip Mainländer, sostuvo de tal forma su cosmovisión, que sintéticamente postulaba que la muerte de Dios había generado la fragmentación, la multiplicación, la diseminación de la energía existencial, o lo “nuestro” como fenómeno, que inercialmente pretendía retornar a la conformación de ese uno, de esa totalidad, y por la que, esa fuerza inmanejable, actuaría como condicionante, como regidora de nuestras posibilidades de libertad o de elección, generando con ello, sensaciones limitantes, cuando no angustiantes de lo humano. Sí trazamos la metáfora, el traslado de la elaboración del plano individual al colectivo, algo no muy distinto nos sucede en relación a nuestra democracia desde la perspectiva ciudadana. Son muy pocos, por no decir nadie, quiénes sin que tengan un provecho o un beneficio directo del sistema democrático, lo sostengan desde la razón o la emoción. La democracia desde al menos una generación que no genera otra cosa que la idea del mal menor, de la comparación, irracional y esotérica, con tiempos pasados en donde la humanidad ha probado otros tantos sistemas oprobiosos de organizarse, tan semejantes en resultados o peores que el actual, que precisa, imperiosamente de redimirse.
Todos aquellos que se expresen, formulando sus deseos personalísimos, como si fuesen razones de peso o una argumentación sobrada, para arribar a un lugar determinado del poder (acudiendo al golpe cínico que propicia la falacia de direccionar el mensaje a la emotividad del receptor, esgrimiendo su sacrificio, su capacidad o preparación para llegar a una meta personal) trasladando o transfiriendo el éxito que pudo haber tenido en una actividad previa (usando al destino, al azar y hasta los designios providenciales, y en vez de ser agradecido y responsable, entendiendo de tal forma que en el mundo todos podrían tener posibilidades en tanto y en cuanto quienes ya han accedido a determinadas conquistas, no se enquisten ni pretendan perpetrar en las mismas) abusando de tal prerrogativa, para a sabiendas e intencionadamente, engañar a los demás plantándose ante la comunidad como si fuese un salvador, un elegido o ser superior, se constituye, sin duda alguna en un ser temerario para el sistema político-institucional. Estos golpeadores, abusadores, feminicidas de lo democrático, son a los que el propio gobernador a dirigido su mensaje para que cuiden de la democracia. Les está diciendo, a muchos que tiene a lado, como en frente, que se dejen de violar y ultrajar a un sistema que tiene como finalidad el bien común, la discusión de proyectos, de ideas, de programas, de ideas, de formas de pensar y de hacer, y no, en su develación diabólica, de ir exactamente por lo contrario, horadando lo colectivo, para que todo un sistema de organización se reduzca a la simple, vana y totalitaria discusión de nombres y apellidos por lugares en el poder.
Girala Yampey profundiza en esta síntesis de sus estudios de la cosmovisión Guaraní, la búsqueda de una sociedad plena de igualdad y justicia en donde la perpetración del “ecocidio” (o envenenamiento del medio ambiente) sea solo una fantasía literaria y no una amenaza real como lo hemos conseguido producto de nuestra necedad.
En los febriles tiempos, previos a lo electoral, las alternativas políticas se construyen y se diluyen, con la misma velocidad que un castillo de arena a la vera del mar. Sí bien ningún acuerdo estará cerrado hasta la inscripción misma de las candidaturas (ni siquiera existe la convocatoria con la cuál empieza a correr el cronograma y sus plazos) y que el significante extenso de lo democrático, posibilita que “todos hablen con todos en busca de consensos”, uno de los operadores políticos principales del oficialismo provincial, reconoció públicamente, que no descartan (lo que en la traducción de lo que se puede reconocer desde lo político es prácticamente afirmar que trabajan por un acuerdo) volver a sumar al Partido Nuevo (La Senadora y esposa del fundador del partido naranja ingreso a la cámara alta por la lista oficial y por tal acuerdo primigenio) que pediría, de acuerdo a fuentes vinculadas al ex hombre fuerte de la provincia, como prenda de cambio, el lugar que hoy posee quién se fue tanto a Alemania como a la India con el dinero de los contribuyentes para generar acuerdos que aún hoy no generan réditos para los correntinos.
Ante el fallecimiento, del notable pensador, y a modo de homenaje, que excedió su propia epopeya de escapar de regímenes opresivos, su gran batalla por despresurizarnos del presidio neoliberal en que encerró tal sistema a lo democrático, es sin duda, el legado más grande, la herencia más colosal que intelectual alguno, nos pudo haber dejado en los últimos años, tal vez décadas. La discusión que subyace con su punto de partida, debería llevarnos, al menos a los intelectuales a replantearnos, siglos de pensamiento político, en el que obcecada y obedientemente, aún seguimos creyendo, sin cuestionarnos y mucho menos plantearnos, algo más digno, más humano y equitativo, que el contrato social leonino en que devino o viene derrapando nuestra democracia occidental.
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