ECONOMíA
14 de diciembre de 2020
El agua: ¿nuevo producto en el mercado de commodities?
Una noticia económica llamó la atención fuera su entorno habitual: el agua comienza a cotizar en el mercado de futuras materias primas de Wall Street. Pero ¿que significa en realidad? ¿Vienen por el agua, nuestro recurso más preciado y abundante?
Por María Elina Serrano
Al leer este titular, cualquier persona piensa que lo que constituye casi el 70 % del cuerpo humano, cotiza en bolsa. ¿Qué significa esto? Será a partir de ahora, un elemento fijo como el oro, el petróleo crudo, el cobre y la soja? Ciertos grupos piensan que debería ser así, ya que es tentador creer que el agua podría convertirse en un producto tan importante para las transacciones comerciales. El índice Nasdaq Veles California W ater Index, cotiza a unos 486,53 dólares por acre-pie, una medida de volumen equivalente a 1.233 metros cúbicos.
Lo que cuesta, vale
Los productos más importantes para los mercados financieros tienen otras características: si bien se utilizan en todo el mundo, se producen en pocos lugares; son relativamente escasos, tienen un precio elevado y su valor es grande comparado con el flete. Eso no sucede con el agua. La abundancia en ciertas zonas, el bajo precio y los enormes costos de flete, no la hacen un producto como los demás. Es que en realidad, el agua como tal no cotiza en bolsa.
Lo que realmente ha empezado a cotizar son los contratos de futuros del agua, sus derechos de uso. Y además, de una zona particular: las cinco mayores regiones de California, no de todo el mundo. Se establece ahora un valor para el futuro del precio de arrendamientos y ventas de derechos de agua, que ya se realizaban. La diferencia es que esto se hacía de forma privada, y no en un mercado de valores donde las transacciones son transparentes.
Sin embargo, resultaría beneficioso definir los precios al acceso al agua, en lugar de tratarla como un bien público que se entrega de forma gratuita, especialmente cuando el cambio climático hace notar sus efectos.
La guerra del agua (Mad Max, 1979)
La primera Mad Max se situaba en el año 2021. La película con Mel Gibson relataba un futuro apocalíptico, enfrentado por la escasez de agua, petróleo y energía, crisis económica y el caos social. Las pandillas dominaban las carreteras australianas, donde no existía presencia del Estado en un entorno caótico.
Afortunadamente, no fue así. Si bien en muchos lugares del mundo la demanda de agua es una gran limitante, pocas veces los conflictos son violentos. En Australia o California, las personas utilizan el sistema legal o resuelven sus problemas sin violencia. Pero en muchos otros países, el conflicto es grave, y la capacidad de resolución es baja. En estos casos, la lucha por estos escasos recursos se desarrolla de forma violenta.
Dos casos de conflictos por el agua
En Argentina, el histórico conflicto entre las provincias de Mendoza y La Pampa, desde 1918 por el manejo del Rio Atuel y la posterior construcción de la represa El Nihuil, origina la desaparición del curso de agua en territorio pampeano. Tras años de litigios, en Julio de este año, la Corte Suprema falló estableciendo un caudal mínimo que Mendoza debe suministrar a La Pampa. Imposible de cumplir en las condiciones climáticas actuales.
El segundo caso es el proyecto de construcción de la represa Portezuelo del Viento (Mendoza), que además de producir energía, regularía el caudal del Rio Colorado. Sus impactos involucran a cinco provincias: Buenos Aires, La Pampa, Mendoza, Río Negro y Neuquén. El desarrollo del proyecto hidroeléctrico originó el Comité Interjurisdiccional del Río Colorado (COIRCO), que está integrado por las cinco provincias. Los conflictos aparecen cuando Mendoza pretende obtener todos los beneficios, y distribuir las externalidades negativas con las demás jurisdicciones.
Los puntos de discusión son: la administración de la represa, el llenado del reservorio y los estudios de impacto ambiental, ya que los realizados solo hacen foco en Mendoza y no contemplan los impactos en toda la cuenca del Rio Colorado. En caso de descuerdo, el presidente debe mediar. Alberto Fernández pidió a los gobernadores la administración conjunta por parte de las provincias, que se pongan de acuerdo para que tras años de diferencias, se pueda iniciar la obra en 2021.
La gobernanza del agua
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) , define la gobernanza del agua como el conjunto de sistemas políticos, legales, socio-económicos e institucionales-administrativos, que afectan de forma directa e indirecta el desarrollo y la gestión de los recursos hídricos, que se caracteriza por objetivos de eficiencia, equidad y sostenibilidad.
El agua se caracteriza por su naturaleza horizontal e intersectorial, por lo que la gobernanza incide directamente en su gestión.
Formular una política hídrica, sus normas, la evaluación, la planificación, la gestión y especialmente el control y la preservación de los recursos naturales, son responsabilidades indelegables del Estado. De allí el rol primordial de las provincias y también de las organizaciones de la comunidad.
Los conflictos por el agua y el territorio, derivados del uso y conservación del agua y el suelo, los mecanismos contra la erosión, las obras de regulación, el manejo integrado de cuencas y las cuestiones ambientales son definitorios a la hora de resolver las situaciones críticas y planificar ante los nuevos desafíos. Los integrantes del COHIFE (Consejo Hídrico Federal) autoridades en materia hídrica en cada provincia, lo saben muy bien.
Poderoso caballero es Don Dinero
Bien utilizados, los mercados de derechos al agua pueden ser una herramienta de mejora y oportunidades. Gestionar eficientemente el agua puede generar incentivos para llevar al mercado los derechos de agua excedentes, y conseguir liquidez que pudiera financiar inversiones de mejora, o para la conservación de los recursos hídricos.
Pero sin la participación del Estado para regular estos mecanismos financieros, los mercados podrían flexibilizar la gestión del agua para reducir conflictos entre privados. Negociar e intercambiar concesiones se contrapone a administrar un bien público. Más que flexibilizar, significa habilitar un libre mercado que harían negocio con el agua, donde alguien podría hacer dinero en base a vender un bien de dominio público.
Al ser primordial para toda actividad humana, tanto como para la agricultura, la minería, el turismo, la pesca y el transporte fluvial: ¿mercantilizar también puede ser gestionar?
Por último, no se debe confundir el agua disponible en la naturaleza con el agua potable, que es un producto industrializado que se conduce hasta el domicilio de cada familia.
Y aunque haga ruido cierre la idea, con el agua ya se comercia, desde hace siglos.
Sobre la autora: Maria Elina Serrano es ingeniera hidráulica, ex ministra de Planificación, Ambiente e Innovación de la Provincia del Chaco.
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