Viernes 29 de Marzo de 2024

Hoy es Viernes 29 de Marzo de 2024 y son las 07:14 - Traducen al francés texto de filosofía del derecho del correntino Francisco Tomás González Cabañas. / Terrile: "Hoy más que nunca ratificamos la realización de los Juegos Correntinos como política de Estado" / El concepto de la idoneidad y su significado en el ámbito del poder judicial. / Prueba / "Ensayo: El lobo de Gubbio o la bestia mística". / "Ensayo: El lobo de Gubbio o la bestia mística". / San Martín se hizo fuerte de local y le ganó el segundo clásico al Regatas / Orinados por Milei, preocupados por la boleta. / Inicia sus actividades el Observatorio del Poder Judicial en Corrientes. / Contundente respaldo al Paro y Movilización del 24 de enero. / Importante Reunión Peronista en la Ciudad de Buenos Aires / Dinámica imparable en Yacyretá / Inquietud ante el poder judicial por la imposibilidad que descansen en paz los restos de un legislador nacional correntino. / ¿Qué tenemos para celebrar en un nuevo día mundial de la filosofía? / Colegio de abogados. / "La transparencia en la justicia" / Los que se consideran líderes juegan a lo Poncio Pilato. / IMPORTANTE DECLARACIÓN DE DIRIGENTES PERONISTAS EN APOYO A MASSA / Patricio Maggio publica un importante libro sobre el peronismo / ¿Qué votamos el 19 de noviembre? /

  • 20º

ANÁLISIS

28 de abril de 2020

Suspensión de las elecciones y continuidad de gobernantes como condiciones necesarias para el fin de la cuarentena o confinamiento.

El proceso que nos cuida, protege y ampara, del mal y de la enfermedad, a diferencia del anterior (hacemos referencia al proceso de reorganización nacional, padecido en Argentina, como en otras partes del mundo, en una suerte de pandemia política, por imperio de la dictadura), no precisa de lo explícito, sino que, mutó, varió, a lo implícito, simulado y discrecional.

Tal como, otrora, el señor feudal, sus vasallos, debemos solicitar por escrito, el permiso para circular y para no elevar la curva, la única de la que hablan y hacen referencia, sin que importe sí podemos fenecer, indignamente de inanición por pobreza, marginalidad o por cualquier otra enfermedad. 

 

La democracia como voluntad y representación, además de ser el título de un ensayo, que bajo los conceptos planteados por Arthur Schopenhauer en su obra insignia (El mundo como voluntad y representación) plantea dos aspectos, muchas veces encontrados y adversados, de la estructura y su dinámica en la que esta organizado el poder político y sus implicancias en la sociedad. 

 

La representación, como acto, como hecho, como acontecimiento nodal, basal y fundamental de lo democrático, no es más ni menos que la relación entre un sujeto observante y un objeto a observar, entre un individuo en acto (que en potencia se hace múltiple) que atribuye sus nociones a una generalidad, que nunca será en términos absolutos para ella misma, dado que la “cosa” observada, no existe para sí, sino como fenómeno representado. La política, por tanto, no puede dimensionarse de otra manera, que no sea, a través, mediante o por, su propia representación. Desde hace unos años, la forma, la manera, el mecanismo o el sistema, más replicado (automatizado como una viralización) es la que se ejercita en condiciones llamadas o definidas como democráticas, acendrada esta misma en una estructura electoral o de elección, que mediante dinámicas que varían muy poco (los subtipos, subsistemas o métodos electorales) determinan sus resultados o resultantes, cada cierto período de tiempo (por lo general cada dos años se vota, optando entre los que se aceptan que se propongan). Esta es la democracia de la representación, la teórica, la normativa, la del deber ser, la de las campañas electorales, la de las plataformas de los partidos políticos y la de los discursos de todos y cada uno de los candidatos, candidatas y candidates (estos sí, que en este período no discriminan a nadie, ni excluyen por casualidad). 

Una vez cumplida, esta etapa, esta fase, este nivel, asoma con una contundencia creciente, la democracia de la voluntad. Trátese del circuito, del escenario, que se conforma gracias y mediante, la democracia de la representación. Es decir, el votado, en su cargo, cabalgando en la monta cedida por el votante, en uso de las atribuciones concedidas por el firmante del pacto, acuerdo o contrato social, posee fusta en mano, el manojo de decisiones y de resoluciones, que están sujetas a su disposición hacia, su determinación, y afirmación o en su defecto negación a tal o cual propuesta, proyecto, solicitud o requerimiento. Desde ya, que encontrará en el dominio de su propia voluntad, condicionantes y demás aspectos que pondrán en tensión lo que resuelva, pero nunca dejará de ser solamente un aspecto parcial y secundario. El votado decide, el votante queda acotado en su posibilidad volitiva, en su campo de acción, dado que lo que pueda hacer o dejar de hacer, lo hará en su calidad de ciudadano, sin que medie ninguna atribución que pueda corresponderle desde el estado, que estará administrado, manejado y gobernado por quién voto. 

Como una suerte de consuelo, se indica que la conformación, institucional, republicana y democrática, se instaura desde los tres poderes, qué en su interrelación, se friccionan entre sí para generar el lícito juego de contrapesos.      

Sin embargo, sí se hiciese en una sola aldea, o en todas y cada unas, de un determinado tiempo a esta parte, una sencilla investigación que determine la composición de los tres poderes de un estado específico, se verá que los vínculos familiares, amistosos y de intereses comprobables, entre los que forman parte de tal sistema de poder, son un enclave, una facción, una clase o claqué que gobierna, representa, administra y decide por sobre los múltiples y dispersados que en nombre de tal representación, ven mutilada la voluntad política de sus actuaciones (marginados a la posibilidad de hacer protestas y manifestaciones de queja, en el caso de que puedan sortear las tantas complicaciones que les sobrevendrán para llevar a cabo semejante pretensión) y por tanto el fenómeno democrático o la cuestión democrática, pasa a ser en definitiva, el fenómeno de representación mediante el cuál se legítima que una facción tenga el derecho volitivo, la voluntad de decidir, a costa o por sobre, el conjunto o resto (siempre mayoritario a comparación de los selectos quiénes deciden, de aquí que posean, desde su naturaleza y conformación una situación de privilegio).

En situaciones extremas o poco comunes, tal como nos toca observar, mediante la irrupción de la pandemia, no es casual que todos y cada uno de los gobiernos (la pandemia política, que contagia y desparrama luego de las experiencias de facto, democraticidad) dejen librado a los gobernantes, la decisión de como administrar el encierro ciudadano, la cuarentena, el confinamiento o el cercenamiento de las libertades. 

Salvo la honrosa excepción sueca (y seguramente de algunos pocos países más) que confirman esta terrible y temible regla, hombres y mujeres encaramados en el poder, en la democracia de la representación y la voluntad, determinaron que el bien jurídico mayor (por sobre todas y cada una de las libertades, garantizadas en la declaración de los derechos humanos) era darle guerra o batalla, a un virus tanto real como espectral o fantasmal. Así como la Covid 19, se replica dentro del organismo, peligrosamente para grupos de riesgo hasta pudiendo evitar que sigan respirando, los corpus del poder, replicaron lo real del virus, creando su instancia espectral, sea como posibilidad (enfermar por el miedo a enfermar) o como instrumento (repitiendo y alentando la repetición de los muertos y las imágenes dantescas) para precisamente, gobernar con menos peligros o miedos (que una crisis sanitaria genere resquemores civiles o aliente asonadas) o directamente bajo el sometimiento que produce y genera el pánico y el miedo en la población civil. 

Ergo, los que no enfermamos o enfermaremos por la acción del virus, estamos enfermos o enfermaremos, por el terror, sea proyectado o especulado, que nos inocularon en cantidades industriales, los sendos gobiernos, de las democracias de la representación y de la voluntad.

No sería para nada casual, que los que están al mando, nos garanticen que podamos volver (es decir que nos devolverán nuestros derechos confinados) a la normalidad, en tanto y en cuanto, o los volvamos a elegir o prorroguemos, al menos por un mandato, y sin elecciones o con una elección tácita y virtual, sus poderes al mando, con el argumento de que de esta manera, evitaremos aglomeraciones, amuchamientos, y por supuesto, la ciencia, financiada por ellos, en tal tiempo y en tal entonces, nos vacune y nos prevenga del virus que hoy nos somete, a que creamos a ciegas, encerrados y en todo momento, a los privilegiados, a los que señalamos muchas veces como los responsables de la suma de todos los miedos que da siempre como resultado, que sean los que mandan, y nosotros, apenas con mínima capacidad de queja, los que obedecemos.  

     

Por Francisco Tomás González Cabañas. 

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