ANÁLISIS
14 de noviembre de 2021
La Cumbre de Glasgow y el Intelectualismo Moral
Edgar Morín solía hablar de lo que denominaba el Evangelio de la perdición, no de la salvación: porque estamos todos perdidos, seamos hermanos...
Somos lo puto peor. El COP26 se ha cerrado con cero resultados. Peor todavía: se ha cerrado con un corolario filosófico nefasto. Porque si ya no queda ni un solo negacionista entre los líderes mundiales (el muchísimo dinero gastado por las petroleras desde hace décadas para tapar el problema ya no ha dado para más…), entonces es que el desastre se va a producir por motivos de puro cinismo. Es como si nos dijeran en la cara, y sin paños calientes: “pues sí, vuestras vidas y la de vuestros hijos van a empeorar considerablemente, pero las nuestras no, de eso podéis estar seguros; nunca llueve a gusto de todos…” No es, pues, la ciencia la que ha fallado, sino el sentido moral. Sócrates, como se sabe, pensaba -o nos han dicho que pensaba- que ambas cosas iban unidas, y que el mal no es más que la otra cara de la ignorancia. Era una idea muy bonita, previa a la concepción cristiana del pecado, y que fue adoptada por la izquierda política casi desde su fundación. Ser de izquierdas, en efecto, consiste en estar convencido de que las injusticias del mundo tienen lugar no por la mala baba del agente humano, sino porque aún dicho agente no está lo suficientemente informado. Así, por ejemplo, si un chaval se convierte en delincuente es porque ha nacido en un barrio deprimido y nunca se le han ofrecido las oportunidades que sí existen en los barrios exclusivos de la ciudad. Ese chaval ni sabe que las oportunidades son reales, que estudiar no es solamente hacerse con una posición social y que la ley de la jungla no es la única ley vigente. Si lo supiera, podrían haber dicho Sócrates o Marx, actuaría sin duda en consecuencia y salvaría su vida. Sin embargo, no parece que sea así. Primero por una razón puramente filosófica, que es que ni Sócrates ni Marx sería capaces de explicarnos porque la ignorancia está siempre presente en primer lugar. Quiero decir que, si todo fuera tan fácil como entiende el Intelectualismo Moral, entonces por qué demonios no hemos nacido sabiendo. La solución parece sencilla: educar, educar y educar, pero no se nos explica cómo es que necesitamos de esa prótesis para ser plenamente humanos. Un tigre es tigre desde el momento mismo en que es concebido, no precisa de adquirir la tigreidad con tiempo y esfuerzo… Platón, de hecho, seguramente lo vio así, y por eso matizó la tesis de su maestro en gran medida, haciendo que la psyché humana conste de tres partes de las cuales precisamente la inteligencia, el nous, el auriga interior, es la única que no posee capacidad alguna de tracción. El apetito, en cambio, y el coraje, son las facultades que realmente tiran de nuestra vida (por cierto, Freud calca, modernizado, entenebrecido y sin citarlo, este esquema tripartito de Platón: Yo, Ello y Súper-yo), mientras que la razón sólo guía, si es que sus dos vigorosos caballos se lo permiten. No lo suelen permitir, como vemos, y a esa constatación la denominamos con solemnidad Historia Universal de la Humanidad. Si Marx resucitase hoy, y viera al capitalismo tan boyante y a punto de llevar al género humano a la catástrofe (no a todos, claro: una minoría afortunada podrá refugiarse en el Metaverso que Zuckerberg les va a construir a ese efecto), quizá se diera cuenta de cuál había sido su error, que no fue otro que el de ser más socrático que platónico…
La segunda razón que refuta el intelectualismo moral es este Glasgow. Ya sabemos todo lo que es necesario saber sobre el calentamiento global, y no se va a hacer nada. Por un lado es normal… ¿cómo coños van a formar parte de la solución los que son parte del problema? Los representantes políticos de los países reunidos, que han acudido y han abandonado el espectáculo en aviones privados, pertenecen a los mismos círculos de poder y dinero que se lucra con el actual modelo energético. Perro no muerde perro (https://blogs.publico.es/otrasmiradas/53455/el-tratado-de-la-carta-de-la-energia-el-elefante-del-que-nadie-habla-en-la-cop26/) Pero por otro lado es escandaloso… ¿vamos a tener que esterilizar a nuestros hijos, para acabar con las descendencia humana y evitar futuros sufrimientos? ¿va a haber que terminar por asentir a las imbecilidades quejicas y derrotistas de los antinatalistas?
Sócrates, cariño, desde luego no hemos sabido estar a la altura…
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