ANÁLISIS
21 de abril de 2019
Los opositores.
“La indefensión es un concepto jurídico indeterminado referido a aquella situación procesal en la que la parte se ve limitada o despojada por el órgano jurisdiccional de los medios de defensa que le corresponden en el desarrollo del proceso. Las consecuencias de la indefensión pueden suponer la imposibilidad de hacer valer un derecho o la alteración injustificada de la igualdad de medios entre las partes, otorgando a una de ellas ventajas procesales arbitrarias” (Definición otorgada por Wikipedia). La indefensión política, es una construcción conceptual, o un neologismo, al que tenemos que acudir para describir la situación en la que los ciudadanos de la Provincia Argentina de Corrientes, nos vemos sometidos a padecer por parte de nuestra clase política reinante.
Mal que le pueda pesar al actual Gobernador, como a sus socios políticos, quién seguramente tendrá la grandeza de entender que esto no es una cuestión ni contra él ni contra su investidura, sino a favor de la institucionalidad y la democracia, el hecho de que su fuerza política o la conjunción de las mismas, presenten de cara a la ciudadanía la pretensión hegemónica de quedarse con casi la totalidad de las bancas legislativas (a nivel provincial, como en cada uno de los municipios) , constituye una clara defraudación a la ciudadanía que transfirió su poder para que se los represente en el ejecutivo como en el legislativo provincial, mediante la invocación, la invitación, el planteo expreso en las anteriores campañas electorales, de la alineación de “Nación-provincia y municipios” que acarrearía beneficios, como el “plan hídrico” en Corrientes Capital, o la disminución de la pobreza en la provincia toda, teniendo como resultantes, aunque más no fuere, parciales, meses después, de la inundación de pobres como producto de fenómenos climáticos a los que ciudades como la capital provincial no puede afrontar, dejando a todos y cada uno de los ciudadanos en esta situación de indefensión, social y política.
La oposición, o las principales facciones que se declaran opositoras, que como todas las fuerzas políticas, tiene viciado de origen la representatividad de lo partidario, constituye en gravosa su reacción, dado que deja en estado de abandono a la ciudadanía, entrando en una especie de juego perverso de poder, con el oficialismo, cuando, en un manifiesto suicidio político y ultimación democrática, plantea el pretender avalar, con la participación en la puesta en escena de lo democrático, a una elección en donde sin posibilidades de financiación y por ende de llegar a la mitad de la población pobre, arañara, en el mejor de los casos, magros votos, a fuerza de ingentes esfuerzos, que lo único que permitirá es la legitimidad de la consagración hegemónica del oficialismo, del que se dicen opositores.
Es decir, la única forma, cierta que tienen de serlo (opositores), de constituirse en una salvaguarda de la ciudadanía, de erigirse en los custodios, de los derechos inalienables de estos, es precisamente en no participar de un fiasco electoral, que tiene como único sentido, el perpetrar, mediante una pseudo legitimidad electoralista, la hegemonía de un oficialismo que busca, afanosamente, seguir perpetrado en el poder, sin que medie ninguna propuesta o cumplimiento de las mismas, ante la ciudadanía.
La disposición constitucional para una intervención federal, tiene sobrados motivos en nuestra tierra, pero referenciaremos los dos que son los más inocultables como flagrantes. El número creciente o permanente de habitantes (que están privados de ser ciudadanos) por debajo de la línea de la pobreza, que llega a la mitad de la población y la falta de alternancia política, por más de dos décadas, el manejo discrecional como absoluto de las cuestiones político-públicas, por parte de un solo hombre, que tiene nombre y apellido, y que bien podría ser, sí así él lo quisiese, rebautizar la provincia “descubierta” por Torres de Vera y Aragón, por su nombre propio.
Sin embargo, hace dos décadas, que viene usando todos los poderes del estado, encarcelando, procesando e imposibilitando de todas las formas posibles, a cuanto opositor le haya amagado a disputar poder.
La casi destrucción de nuevas generaciones que posean deseos de ambicionar la cosa pública es otro de sus grandes logros, que encierran, como si fuese el patio trasero de su casa, o una estancia chica a toda una provincia, que ve marchar a casi otro millón de sus mujeres y hombres a otras geografías para escapar de las garras del arbitrio del supuesto hombre sujeto de derecho y obligaciones, que usando el disfraz de lo electoral, se trasviste de democrático, cuando en verdad no es más que la viva expresión de los fascismos más atildados y recalcitrantes.
El contundente y vergonzante número de pobres, que en verdad son cientos de miles de correntinos, excluidos de su posibilidad de ser dignos, por el manejo a puño cerrado de uno sólo de los hijos dilectos de una provincia que tiene otra cara, otro rostro, debe ser el argumento suficiente para que una comitiva de dirigentes opositores, se presente ante organismos internacionales (por ejemplo el parlamento europeo) denunciando la falta de democracia en una provincia argentina y su contundente consecuencia de una pobreza galopante.
La indefensión política, a la que está sometido el ciudadano correntino, el pobre, como el que se inunda, el que no puede expresar su deseo político o participar en ello (dentro de lo que establecen los principios constitucionales como la democracia interna en los partidos políticos, la accesibilidad a los datos de financiamiento de los mismos) al parecer, la única salida, o canal cierto, que tiene como posible, es mediante un remedio federal, también previsto en la carta magna nacional.
Los frentes que se dicen opositores, antes que pasar la vergüenza y el oprobio al que están condenados de ante mano (de legitimar al oficialismo, hacerles el caldo gordo, prestándose a la ridiculez de obtener dos votos y medio, tras mendigarlos y someterse a la burla, el maltrato y el desdén de los otros para esto) tienen la posibilidad histórica de defender a la ciudadanía, retirándose de la presente y tramposa contienda electoral, denunciando esto mismo, la indefensión a la que está sometida la ciudadanía, para consagrar, los privilegios de la casta encaramada en la cima del poder.
No se debe caer en la trampa de las últimas décadas que supuestamente, bajo un pseudo principio democrático, mediante elecciones que nunca son bajo reglas de juego claras, se preserva una institucionalidad, floja de papeles, y una autonomía fofa, como clasista y excluyente que deja afuera de la dignidad de comer a la mitad de la población.
Se transitaron décadas sin que varíe ni el gobierno, ni sus resultados. Todos y cada uno de los que tenga alguna vinculación con quienes presidan la nación, debieran trabajar en este mismo sentido, para recuperar la democracia, para combatir la pobreza y para velar por una Corrientes, inclusiva y verdaderamente en paz y armonía, con reglas de juego claras.
Los opositores.
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