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  • 20º

ANÁLISIS

31 de diciembre de 2016

Bomba, ¿de estruendo o de tiempo?.

“El espíritu de libertad supone también que la ley sea respetada. No hay democracia donde reinan el dinero, el clientelismo, el espíritu cortesano, las pandillas de malhechores o la corrupción. Esto implica, como dicen con razón los defensores del espíritu “republicano” de Francia –demasiado olvidados en cambio de la dimensión representativa de la democracia-, que el poder central haga aplicar la ley en lugar de someterse a la influencia de los intercesores locales. Cuando la ley y los representantes electos desaparecen ante los enfrentamientos de las pandillas y la policía o los que oponen a grupos étnicos que se disputan el control de un territorio, ya no es posible hablar de democracia, aunque las elecciones sean libres y los partidos políticos se alternen en el poder. (Critica de la Modernidad “Alain Touraine”).”

El Grupo musical Molotov (bomba revolucionaria) se hizo conocido mediante un tema “Dame el Poder” que comienza “La policía te esta extorsionando, pero ellos viven de lo que tu estas pagando…a la gente que está en la burocracia a esa gente que le gusta las migajas…hay personas que se están enriqueciendo…gente que vive en la pobreza, nadie hace nada porque a nadie le interesa…” musicalidades que encierran ciertos tópicos de los prolegómenos actuales de saqueos, acuartelamientos y reclamos salariales, una madeja, compleja de desandar para nuestra clase dirigente que al parecer se ha quedado en el 2001 y piensa combatir con ese eufemismo tan vacío del que ha hecho uso y abuso; “gestión”, la punta de un iceberg de un entramado social que muestra las hilachas de un contrato social peligrosamente maltrecho.

 

Esta dirigencia de la “gestión”, de la resolución de los conflictos, los héroes que nos han sacado de la crisis del 2001, pensaron o piensan que el ejercicio del poder o la política, es repartir, sean lupines, semillas, palas o una asignación universal (ni siquiera establecida mediante ley), y la inclusión de derechos escandinavos (no me van a decir que el matrimonio igualitario funciona igual en Puerto Madero que en Las Lomitas), redactar un relato, cinematográfico de los sucesos, mientras los protagonistas se enriquecen en forma providencial como la brecha entre los que más ganan y los que menos, y cuando surgen planteos, por parte de quiénes no están de acuerdo o realizan reclamos se les tira los `70 por la cabeza, luego los `80 y si sobreviven a ello, los cocinan con el 2001.

No han podido, quizá otras cosas, salir desde ese lugar iniciático del 2003 (vaya paradoja que la respuesta al que se fueran todos, fue el que se quedaran los mismos, con trajes o expresiones políticas distintas claro está)  cómo si el tipo que apenas le alcanza con la asignación, bombarbeado por este sistema que tiene que sostener, escucha todo lo que puede consumir y su bolsillo no le permite, ve, observa, siente, como desde la política y sin mérito reconocido, sea por hacer un deporte acuático en una laguna y conocer allí a quién será más tarde un pope dirigencial, o por ser familiar de, o haber sido beneficiado con la vara del azar, accede a oportunidades laborales, a beneficios materiales, a conocer lugares exóticos, asegurándoles el futuro a sus críos, mientras este pobre infeliz, tiene que tolerar que en nombre de sus expectativas, de sus deseos, bajo la causa de que él no se caga tanto de hambre como se pudo haber cagado en el 2001, algunos están haciéndose la América, desde hace rato (perfeccionada para los truhanes, porque quienes se venía a hacer la américa, se enfrentaban al juicio de residencia que invertía la actual garantía de que el político es inocente hasta que se demuestre lo contrario, cuando debería ser como otrora, al revés) sin que tenga derecho a reclamar nada, pues antes no existía derecho a reclamar, venía el falcón verde y te hacía desaparecer. Lamentablemente así de enrevesado leen la realidad,  algunos en nuestra clase dirigente, como saludan con sombrero ajeno, pues los méritos de los que nos sacaron de las décadas oscuras, en su gran mayoría ven crecer las flores desde abajo, tienen la soberbia de creer que todo se resuelve distribuyendo migajas, y que lo conceptual, sólo es profundizar la idea del hombre nuevo que se postulaba décadas atrás, el estado de bienestar y esas miradas que han quedado desactualizadas con el paso del tiempo.

Son otros los fenómenos que circundan al hombre, que necesita ser timoneado, en sus expectativas, en el corto, mediano y largo plazo, que necesita tener referencias algo más sólidas que las que pueda emitir una señal televisiva o más duraderas que las que pueda plantear lo efímero del éxito material o mediático, que precisa algo más contundente que un joven blanco, con panza chata y discurso marketinero como imagen de la política, o su alter ego, el gordo paternalista, casi pendenciero que se lleva a los panzazos los derechos y las obligaciones de la ciudadanía, este hombre que ha salido del 2001 y de tanta otras décadas trágicas de la argentina, no tiene que agradecerle nada a nadie y menos ser intimado a callarse la boca, porque algún funcionario de cuarta categoría haya cumplido alguna triste vez con su obligación laboral y moral.

 

Esta bomba de tiempo, como cualquier otra puede ser desactivada más temprano que tarde, con la pericia de quién pueda conocer las cuitas más específicas de la particularidad del conflicto en cuestión, pero que tiene base en una conflictividad general como observamos y que básicamente se resume en el contrato social zaherido y que por tanto puede generar nuevas situaciones conflictivas, con otros formatos, estilos y sectores en pugna, pero que responderán a la situación de fondo que no ha sido abordada por la clase dirigente de la gestión y de la discursividad.

Dirigencia a la que bien le vendría pegarle una leidita a ciertos tipos que han dicho cosas como las siguientes, siempre y cuando en la intrascendencia y banalidad de sus agendas abotagadas de obligaciones maquinales, puedan sentirse seres humanos y actuar con lo mejor de sí, y quizá tal vez, dejando ver, un sesgo de análisis y de pensamiento, le puedan ofrecer algo un poco más valioso a la sociedad a la que representan y a la que le deben todo.  

“El espíritu de libertad supone también que la ley sea respetada. No hay democracia donde reinan el dinero, el clientelismo, el espíritu cortesano, las pandillas de malhechores o la corrupción. Esto implica, como dicen con razón los defensores del espíritu “republicano” de Francia –demasiado olvidados en cambio de la dimensión representativa de la democracia-, que el poder  central haga aplicar la ley en lugar de someterse a la influencia de los intercesores locales. Cuando la ley y los representantes electos desaparecen ante los enfrentamientos de las pandillas y la policía o los que oponen a grupos étnicos que se disputan el control de un territorio, ya no es posible hablar de democracia, aunque las elecciones sean libres y los partidos políticos se alternen en el poder. (Critica de la Modernidad “Alain Touraine”).”

De lo contrario, la bomba será de estruendo, la de un festejo, pasajero, vano, vacuo y nimio, como cualquier festejo, que luego es justificado por la banalidad del “quién te quita lo bailado” para después no entender lo que ocurre o lo que podría ocurrir. Mientras en ese sucedáneo, se realicen mediante brindis orgiásticos en nombre de la democracia, la recreación de partidos a la carta, la estelarización de figurines de poca monta, de exitosos etílicos que ni jota podrían sumar a la calidad democrática, pero en el pedo democrático, que perdura, como resaca lastimera, se constituye en un problema de alcohólicos democráticos, que entre festejos eternos, piensan que tienen motivos reales para festejar, confundiendo las bombas de estruendo con la bomba de tiempo, los miles, por no decir los millones de occidente, que por los excesos de estos padecen las penurias del hambre y la miseria que ninguna fiesta ni cambio de calendario, subsana, ni subsanará.   

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