ANÁLISIS
24 de septiembre de 2015
La puja electoral entre promesas, debates y posiciones laberínticas
El cronograma electoral avanza, y con pies de plomo, los dos principales candidatos (es decir los que más adhesiones logaron en las Paso de Agosto), amenazan por intermedio de declaraciones propias como de sus adláteres, de profundizar la vía de los senderos bifurcados que sólo nos conducirán a peligrosos abismos que podrían amenazar, nuestra ya endeble situación económica-política. Para ponerlo en buen romance, todos podemos tener una idea de quién puede, o quién deseamos que gane en las presidenciales, más no así, tenemos sí quiera una mínima noción de que ocurrirá con el país, ante el desembarco en la Rosada de cualquiera de estos. Es lo indispensable, que antes que las pujas, se debaten por el debate mismo, o por números en las encuetas, se salgan del modo “candidato en campaña” y nos digan qué y cómo harán para tomar las riendas de la Nación.
Las disputas electorales entre candidatos, sea por el debate o por los sloganes que tiran en el éter comunicacional, nunca deben ser entendidas como una posición de “toma y daca” entre sectores de poder, ni siquiera entre oficialismo y oposición, tampoco debería entrar en un terreno semejante las cuestiones económicas, mucho menos establecida por burdos tecnicismos que lo que hacen es socavar la autoridad política de los políticos en general. Necesitamos que se nos hable con la claridad meridiana que en 10 líneas cada candidato nos diga que hará, cómo y porqué en los primeros 60 días de posible gobierno.
No es nuevo pensar que el ser humano, es una fuente inagotable de sorpresas, que va en busca infructuosa de certezas, ante el sinnúmero de caminos misteriosos, que se le abren, producto de su misma condición.
Por ejemplo por más que no lo piensen así, en caso de observar a Jesús no como la imagen de una deidad, sino como un hombre, es bastante llamativo, dado que nunca salió de esa condición divina, sobrenatural, lo que le sucedió a Jesús no fue un suceso que le pudiera ocurrir a un hombre, sino solamente al hijo de dios, como tal cumplió un mandato paterno, pero no se pudo realizar como hombre. Es decir no se le conoció mujer, no tuvo una familia. Resignó su posibilidad de hombría, por ser el hijo de, por cumplir un mandato paterno.
En esta lucha irrenunciable, quienes tuvimos la oportunidad de alimentarnos estomacal y mentalmente, ya no nos planteamos ni métodos ni formas ni caminos, atacamos incansable e irrefrenablemente con la dignidad zaherida, y con la convicción de los que ya nada tienen por perder, a este monstruo, autoritario devorador y demencial que se presenta como una estructura social invencible e inmodificable en el tiempo.
Podrán seguir pasando años sin que nada cambie, sin embargo la tinta derramada, la saliva desperdigada y las gotas de sudor que nuestra tierra asimila, como el humus avarienta, vienen sembrando especies vegetales que por más que no sean observadas por la antediluviana ingeniería comunicacional, se constituirán en frondosos bosques, en amazónicas selvas, que nutrirán los pulmones de nuestros nietos proveyéndoles del verdadero aire libertario.
Uno es producto de su historia, de sus objetivos, de sus virtudes y falencias.
Cuando uno da muerte a algo, o a determinadas situaciones, se tiene que cumplir el rito de enterrar el muerto. En estos casos de entierros conceptuales, la ceremonia no es tan sencilla, como lo puede ser el rendir exequias o sepultar a un ser físico. Dar la despedida final a un comportamiento no adecuado, sea porque es nocivo, impulsado por extraños o patológico, requiere de una solemne madurez emocional. En caso de no poseer el talante que las condiciones exigen, y por tanto no enterrar en forma definitiva, un comportamiento o actitud correspondiente al pasado, invita en forma temeraria, al advenimiento de los fantasmas. Estos, que ni por asomo tienen una connotación ficticia como en las películas, arremeten, de tanto en tanto, en la psiquis de aquellos que se encuentran en pleno proceso de erradicación de comportamientos inadecuados. La peculiar característica de no poseer una entidad, íntegra o real, los convierte en personajes sumamente sorpresivos, que se aprovechan del estado de la cabeza de un sujeto, que no termina de sepultar sus actitudes patológicas.
Cómo dice el poeta, para dar inicio a la política que hable de aspectos trascendentes, se deben dejar morir los otros, los intrascendentes.
“Mi piel sabe a fracaso, un fluido torrente baña, lastimosas heridas, crueles hendijas, temo por un mañana, imploro por un presente, lunas atestiguarán la rúbrica de pasos mal dados. Caminos ceñirán la desdicha eterna de mi sombra en la tierra, oigo a cada segundo, la voz imponente de mi ignorancia, percibo en cada mirada, la negra luz de lo absurdo. Aguardo, con grandilocuente cobardía, que este cuerpo diga basta, para sellar lo real de esta vida, que jamás llegará a nada. Se había engañado, la habitación estaba vacía, nadie lo había escuchado, lloró desconsoladamente, lágrimas de hiel, nadie pudo establecer cuanto. El cuarto, lentamente se fue inundando, solo semejante cantidad de agua pudo lavar tamaña herida, ahora estaba en completa soledad, ya no aguardaba a nadie. Supo comprender el canto de un pájaro, y con ello vivir sin sobresaltos.
Si algún día sueñas, con hacerte del mundo, si algún día cuentas, con que el azar jugará siempre a tu lado, si algún día piensas que sólo de tu voz, salen sabios vocablos, si algún día sientes, que nada vale más, que tu propio desencanto, si algún día, algo de esto te ocurre, se consciente de tu condición de niño y no apresures el paso, disfruta en transitarlo y prepárate a la vida, que recién estará comenzando”
Ya surgirán las aves alimentadas por el aire libertario del que hablábamos que sean capaces de interpretar lo que acontece, mientras tanto, los mosquitos dados su condición preexistente de larvarios, podrán seguir chupando sangre durante el estío, hasta que las picaduras dejen de ser soportables, y para ello nos convenzamos de la necesidad de eliminarlos.
Como uno no surge de un repollo, y a contrario sensu, manifiesta con sinceridad su pensamiento, fundamentado, además, por pensadores que han quedado en los anales de la humanidad, se cita a continuación una de las fuentes de la que se ha nutrido la presente pluma, Aristóteles en su texto Política.
“El bien político es lo justo, es decir el bien común; pero a todos les parece que lo justo es una igualdad y hasta cierto punto coinciden con los tratados filosóficos en que se ha precisado sobre las cuestiones de ética (pues dicen que lo justo es algo y para algunos y que debe ser igualdad para los iguales). Mas, de qué es igualdad y de qué desigualdad no hay que pasarlo por alto; pues esto implica una cuestión y una filosofía política.
Es posible que alguien afirme que, de acuerdo con la superioridad en un bien cualquiera deben distribuirse desigualmente los cargos, si en las demás cosas los ciudadanos no se diferencian en nada, y son semejantes. Pues los que son diferentes tienen distintos derechos y méritos. Ahora bien, si eso es verdad, el color de la tez, la estatura o cualquier otra excelencia, supondrá para los que aventajen en ellas una superioridad en los derechos políticos. ¿Acaso es superficial este error? Pero es evidente en las demás ciencias y disciplinas: entre flautistas iguales por su arte, no hay que dar la ventaja de las flautas a los de mejor familia (pues no van a tocar por ello mejor); sino al que sobresale en la ejecución, hay que darle la superioridad de los instrumentos”.
Es dable destacar que Aristóteles no puede presentarse como candidato en ninguna elección, producto de su milenario deceso, sin embargo, permanece en el tiempo, su pensamiento, sus consideraciones, y por tanto, a través de sus escritos sigue formando una escuela política, para observar los acontecimientos desde una posición.
Mientras tanto, la siembra que repara en lo que perdura verdaderamente, tal como lo vimos en el texto de Aristóteles, se encargará de conducirnos en tiempo más o menos, a que nos aboquemos a tratar tal como se merecen los hechos políticos fidedignos. Independientemente de discusiones de supuestos, o de pre-supuestos que no contengan altura política. Por más que ese déficit provenga de quiénes incluso se presentan para ejercer el principal cargo político del país, de una vez, debemos profundizar la inversión de que el ejercicio del poder, tiene que ser desde el ciudadano hacia los políticos y no al revés, ya esperamos demasiado sin que el resultante sea positivo, es hora de salir del paréntesis crítico y demandarles a los políticos el ejercicio político que cada uno de nosotros, sus votantes, podamos o queramos plantearles, desde nuestro poder, que más allá de su tamaño o dimensión no deja de ser un poder considerable o a considerar.
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