ANÁLISIS
23 de agosto de 2015
Relectura del vacío usurpado.
La crítica no puede nunca ser objeto de ataque cuando esta propicia debates y discusiones sobre los modos de entender lo que sabemos “que es” sino también, lo que es posible, si el espíritu crítico debe ir hacia la constitución de modos dialógicos de enderezar la realidad material de lo social por encima de la mera formalidad. Bien lo dijo José Ortega y Gasset: nuestra vida pública sabe más a ágora o foro que a patio de armas. Por Carlos A. Coria García.
El mundo de las certezas ya dejo de existir, lo incierto como desconocido, como nuevos horizontes abre caminos, en ese sentido lo democrático es un devenir constantes o un porvenir en términos de Jacques Derrida, es una construcción permanente que no da por cierto nada, no vivimos en democracia, lo hacemos en una construcción democrática permanente que esta puesta a prueba día a día, y en este campo constrictivo no puede haber lugar para “elegidos”, nombres propios con sentido mesiánico de estilo faraónico. Llamar a la democracia es llamar al conjunto, no al círculo minúsculo.
El elitismo en política es la resultante de la anulación del otro que en definitiva es el todo en cuanto colectivo humano. Las polarizaciones no es el choque entre dos, es por excelencia encasillar dos posturas en exclusión o discriminación de otras muchas. Esto es elitismo hacia fuera.
Pues para llegar a todo lo anterior que es el final del camino antes hay que recorrerlo, la elite política que termina en nombres propios que se repiten constantemente halla (según esta pluma) su primigenia esencia en el significante vacio y esto abre las puertas para que las estructuras hegemónicas construyan sobre ese vacío de todo significado que termina en una elite política permanente que destruye la construcción social.
La soberanía popular, el soberano pueblo ha desaparecido de plano y por completo en manos de una oligarquía hegemónica en términos políticos, todo vacio debe ser ocupado y de antemano lo supieron las cofradías o bandas de “políticos”, esto concluye en una nueva estratificación social en términos sociológicos: clase baja, clase media, clase alta y clase política. En este sentido Karl Marx nos trae claridad; un negro es un negro, pero en determinadas condiciones se convierte en esclavo.
La reflexión nos obliga a decir que una legislatura es una legislatura, pero en determinadas condiciones se trasforma en bazofia, esas condiciones que permiten determinada degradación es el vacio anterior que es copado por un reducto minúsculo untado de verdad y peor aún, investido de una representación estafadora. Entre el fuerte y el débil, la libertad oprime y la ley libera, pero resulta que el arquitecto de la ley es el garrote hegemónico de las elites de los partidos políticos tradicionales.
El discurso es constituyente por excelencia, esta tribuna desliza un discurso que proclama una relectura de las significaciones sociales, la incorporación o si se quiere, la irrupción de las clases populares (si se me permite el termino) en la vida de la política y de lo público provocaría un cismo en la estructura elitista y hegemónica de la política pública de la región. Los nombres propios, la personificación extrema, las redes genealógicas que se tejen en lo público demuestra el vacio significativo que dejo la sociedad que a su vez suicida lo social. Recuperarla.
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