En mi calidad de ciudadano y de postulante a la defensoría provincial del pueblo, por los motivos que a continuación se detallan, públicamente y por este medio solicito:


En la disputa en la carrera presidencial ya fuera en la pasada de octubre como la contienda próxima del 22 de noviembre los candidatos y sobre todo sus equipos de campaña se esfuerzan sobre manera para marcar un geoposicionamiento forzado, colocando a los argentinos en un plano imaginario en un punto medio para que elijan entre la izquierda y la derecha, se debaten en enfrentamientos mediáticos cual de los dos candidatos es mas pueblo que otro. Por Carlos A. Coria García.


Ante tanta efervescencia electoral (que determinará como condición necesaria y suficiente una reforma constitucional y ¿alguna cláusula temporaria tal vez?) es al menos extraño, a razón de verdad lo predijo Confucio vernáculo, que la selección del defensor del pueblo, se dilate peligrosamente, entrando en tiempo y forma en un cono de sombras. Primero, porque los nombres que sonaron en varios medios locales, no pudieron imprimirse en la realidad, conculcando una colosal falta de respeto, de ética y hasta de legalidad (en las versiones periodísticas se mencionaban a ciertos candidatos con más chances por ser parte de espacios políticos de legisladores parte de la comisión electora, lo que se da de bruces con la normativa) y segundo, porque en caso de que esto sólo sea una dilación muestra una fenomenal voracidad del oficialismo provincial (que más luego querrá una reforma) y una debilidad al no imponer su discutible criterio y mayoría más temprano que tarde.


Mientras el arzobispo de Corrientes, exaltaba los valores democráticos y la gracia espiritual de vivir en ello, al unísono, al mismo tiempo, gran parte de la prensa local, se hacía “Eco” (en el doble sentido del término) de la estratégica y flagrante violación a la norma (particularmente la 5.888) que al parecer estarían tramando, al dar el primer paso, de hacer rodar como rumor, el nombre de dos de los postulantes a defensor del pueblo que, de acuerdo al rumor lanzado y publicado por distintos medios, a priori tendrían más chances de ser propuestos, por tener como virtud el estar vinculados a sectores políticos, pertenecientes a un Senador (que además es miembro de la comisión ungidora) y a un Diputado Nacional ambos pertenecientes al partido gobernante. La operación política, disfrazada de nota, para “ablandar” los procedimientos institucionales, no sólo que da nombres y apellidos, agregando dos hombres más que serían propuestos como adjuntos (una atribución que por ley le corresponde al titular) a título de negociación política; Impecable.


La rima es el tirano empurpurado, es el estigma del esclavo, el grillo. Que acongoja la marcha de la Idea. No alegueis que es de oro! El pensamiento no se esclaviza á un vil cascabeleo! Ha de ser libre de escalar las cumbres, entero como un dios, la crin revuelta, la frente al sol, al viento. ¿Acaso importa que adorne el ala lo que oprime el vuelo? Rebelión, Delmira Agustini.


La democracia es expectativa. La democracia no puede ser plenamente concretada, dado que en tal caso se transformaría automáticamente, en un absolutismo totalitario. En nuestra modernidad, el sujeto de la democracia, es el individuo. Así ocurre desde la composición de los contratos sociales, que unificaron todas y cada una de las expectativas de los suscribientes (expresando medularmente lo filosófico, saldando la aporía de lo uno y lo múltiple) en una voluntad mayor o estado, que mediante una representatividad, administra o ejerce ese poder que ha sido previamente legado. Extendiendo y más luego, renovando las expectativas, cada cierto tiempo, llamando a sufragio, a elecciones, a todos y cada uno de los contratistas, para que elijan a quiénes lo representen en la administración de esa cesión de derechos cívicos y políticos.


La verdad que es perfectamente entendible los caudalosos sueldos que perciben nuestros representantes y funcionarios, cuál si fueran recursos anti-cíclicos personales para combatir la falta de libertad, de ejercicio de raciocinio, y en definitiva el comportamiento más esencial del que por derecho natural, en el caso de que existiera, la existencia, el arrojo o dios les ha otorgado, el poder ser ellos mismos, asumiendo más luego su responsabilidad representativa, para la cual dicen trabajar y con ello, atrapar ese título de políticos o de dirigentes del que ostentan.


Hacer política, es decir plantear resoluciones teóricas a problemas públicos, desde el no lugar de la militancia o desde el llano, por más que este sea el camino idóneo o indicado, se ha constituido en un apotegma de imposible cumplimiento o el camino de los desquiciados, subyace quizá la vieja confrontación del camino corto versus el largo de la conveniencia versus la convicción donde el triunfador es uno sólo y por aplastante diferencia.


Tanto el gobernador, como sus funcionarios, declaman, sobre todo horas después de procesos electorales, que el estado no debe ser tomado como “botín de guerra”, diferenciándose de otros espacios políticos, que de acuerdo a ellos así han accionado, sin embargo tras 3 períodos de gobierno provincial, ante la inminente propuesta por parte de los legisladores oficiales provinciales de promover un defensor provincial del pueblo, designar dos ministros y un interventor a un ente provincial (por la participación de los hasta ahora funcionarios, exitosamente, en el proceso electoral) y elevar ante el posible gobierno nacional de Macri, al menos diez carpetas (Yacyretá como estandarte) de “correligionarios” es precisamente el gobernador y sus adláteres quiénes deben demostrar que sus acciones gubernamentales no están teñidas de ese concepto de que el estado provincial es un botín de guerra.


Desde el contrato social, la propia definición de América Latina, los principios de la revolución, de libertad, igualdad y fraternidad, pasando por todas las constituciones y códigos normativos que se inspiraron en sus legalidades, hasta los postulados de sus intelectuales que han sido y lo siguen siendo obcecada y dogmáticamente seguidos por la patria académica-intelectual, el insoportable sopor de seguir siendo tutelados por la razón iluminada francesa, imposibilita que razonemos desde nuestras perspectivas, desde nuestras realidades, tanto las profundas, como las superficiales; la concepción errónea desde la que se parte, la asumimos tanto en el pupitre universitario, como en el espacio público. Vana y absurdamente quiénes siguen mirando a Europa, dando las espaldas a su propia tierra, son los que se erigen en doctos vanguardistas que postulan categorías como democracias agonales o populismos, que exacerban aquello que nunca ha sido nuestro; ni deísmo, marxismo, neomarxismo, ni derechas ni izquierdas.


Supongamos que de acuerdo a los resultados de una determinada elección o determinadas elecciones, se pretenda luego, una reforma constitucional para garantizar la continuidad de aquello que ha sido legitimado por los votos, por más que una disposición normativa le impida esa continuidad, no faltarán quiénes bregarán por forzar la letra de lo normativo, en función del aluvión de votos o del respaldo popular. Será tarde, muy tarde sí lo plantean después de la elección, lo deberían hacer antes, y jamás reconociendo el verdadero motivo, continuista, tendrían que aplicar aquello de meter un elefante blanco en un bazar, abogar por la insustancialidad de lo democrático, alegando que los políticos (por más que sean ellos mismos) se han transformado en una casta esclerotizada que no permite el ingreso de nuevos ciudadanos al conjunto de decisiones y que la reforma de lo electoral tendría que ser desde la reforma constitucional. Por ejemplo que se permitan hasta tres reelecciones, pero sin saltos, es decir, no poder pasar de concejal a diputado o lo que fuere en el ámbito provincial, otorgándoles al jefe la posibilidad y dándole a la comunidad mayor calidad democrática.


La publicación semestral “Contextualizaciones Latinoamericanas” del departamento de estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad de Guadalajara, México, mediante su Director Ignacio Medina Núñez, informo a Francisco Tomás González Cabañas, que su trabajo teórico “Dios y Marx los conceptos eurocentristas que no permiten la filosofía en África y Latinoamérica”, será publicado en el próximo número de la revista (Número 14, del año 8), haciendo expresos elogiosos conceptos a la obra del autor correntino: “Lanza interrogantes de gran envergadura filosófica y epistemológica, que pueden ser un acicate para el pensar latinoamericano.”


El escenario cambio, casi inesperadamente, sobre todo para el círculo rojo comunicacional-político-dirigencial. El ciudadano ha expresado, contra todos los pronósticos, que una etapa política ha concluido y quiénes abonen en creer lo contrario, les espera el digito de la minoría. Antes de la segunda vuelta, que ya tiene un ganador moral que debe ratificar el triunfo en las urnas, sin que deje de ser un gran triunfo, en Corrientes, quienes quieran seguir tallando en la política local, deberán decodificar lo que expresa el resultado de las elecciones; Los dos hombres de mayor poder, el Gobernador y el Senador Nacional electo, deberán trabajar en sus respectivos armados, administrando las contradicciones y el tiempo de ejecución de tal administración, para que el 2017 no los sorprenda a ambos y a la provincia, con la constitución de otro hombre fuerte, que surja a partir del triunfo de Cambiemos, que ya es un triunfo ciudadano.


A horas de la elección, habiendo tolerado todo tipo de expresiones ante la opción que lo democrático, o lo que hemos hecho con ello, nos ofrece, por la inercia de nuestro paso en el tiempo, ya dejaremos de escuchar todo tipo de adjetivaciones acerca del “Voto”, palabrerío huero de sentido, como las acciones remanidas con lo legal que se llevarán a cabo de aquí al domingo para conquistarlo (dádiva, prebenda, bolseo, etc.), como sí alguna vez alguien hubiese propuesto que ese voto, valga distinto, de acuerdo a quien lo emita, eso sí sería toda una novedad en sí misma, independientemente de cómo resulte, lo interesante es que nos lleva a pensar las cosas desde otra perspectiva, que nos podrían hacer valorar y no banalizar como en estas últimas oportunidad, la elección y el acto de votar.


“…La política se revuelca en la mentira como los perros en las osamentas. Las ciudades son prostíbulos más o menos disimulados, con olor a estupro y a riña de borracho -no de otro modo se ve la lucha de las ambiciones-, su palabra es placer y su placer no dista mucho de lo que el cerdo pudiera entender por tal”. El sendero, Ricardo Güiraldes


La fiesta de la democracia, construcción conceptual simbólica, que se sostiene en los miles de desaparecidos en los años de plomo, en términos reales, sólo lo será para el grupúsculo al que las boletas le concederán el 25 próximo, lo que en la Antigua Roma se conocía como manumisión (por lo general a los gladiadores tras grandes batallas en el coliseo, el emperador se lo concedía transformando al esclavo en liberto) sedimentando la perpetración alegórica del Pan y Circo, la clase política sigue sin ver, lo absurdo y perjudicial que resulta para el sistema del cuál ellos son los más beneficiados, seguir atestando los cargos representativos y los conchabos públicos, a inútiles de hecho y de derecho, que no tienen nada mejor que ofrecer, que una supuesta fidelidad que siempre es pérfidamente permeable al cambio, al giro, a la traición y al engaño. Sólo quiénes conciben para sí, una preparación, solvencia y capacidad, pueden ser leales para quiénes les brinden esa oportunidad y para el estado para el cual trabajan, los otros sin embargo, se aprovechan de las circunstancias para durante algunos meses o años, decirles que sí a sus jefes y una vez acomodados encargarse de solamente preocuparse por sus cuestiones personalísimas, percudiendo con ello, al sistema todo.


Mucho y de diversos ángulos se puede mencionar de la política, y por sobre todo de nuestros políticos y la casta, muchas veces que conforman, su pasado, sus antecedentes, sus contradicciones, mentiras evidentes, y también sus aspectos positivos, sus aciertos y sus puntos altos, lo que no se puede dejar de soslayar es que la política en sí, no sólo es la piedra basal de la institucionalidad democrática, sino que también es un modo de vida, una forma, que nos acerca un poco más al sentido pretendido de justicia, de equidad y de intento de que todos vivamos mejor, con el poder contar con la posibilidad de progresar y que ese deseo que prevalece de las mayorías también respete opciones que constituyan una parte del todo.


Desde las usinas del poder, siempre se intenta hacer compleja la política, dotarla de elementos imprevisibles, de ornamentos institucionales como si estuviésemos viviendo en Oslo o Estocolmo. Lo cierto, es que la cuestión política, en estas tierras se resuelve por lo más básico y elemental (una suerte del hilo se corta por lo más delgado) y a esta altura, sí a usted le cabe duda la afirmación del título, con el mayor de los respetos, como mínimo es un incauto.


Esta vida es una lucha permanente, y la filosofía es el único emplasto que podemos aplicar a las heridas que de todas partes recibimos. Voltaire.


Por lo general, siempre es más elegante o políticamente correcto, afirmar que se garantizan espacios y tiempo para la significación en la política de los aspectos conceptuales o de pensamiento profundo, sin embargo, en el fragor de lo acontecido, o el continuo acontecer de lo mismo, el poder se instaura de la forma más autoritaria y primitiva, sobre todo en sociedades conservadores, domesticando al súbdito, o al subyugado, emitiéndole órdenes continuas y la nulidad o el desinterés por el pensamiento o criterio que tenga. Prevalece así el otro, no el diálogo, el intercambio de ideas, mucho menos el debate, tan sólo la exhibición de quién tiene en esa circunstancialidad más poder. Tórridas especulaciones surcan la tranquilidad de la correntinidad, donde por usos y costumbres desde los porteros escolares, pasando por los sitios más encumbrados de la institucionalidad, son los resultantes de un póker de mesa chica, donde encarnizadamente se disputan poder los popes de turno, quiénes juegan a ser dioses, determinando que harán o que dejarán de hacer con la vida y obra de todos y cada uno de los que puedan tutelar, sin abrevar en reglas o sentido común, corrompiendo las bases del contrato social, que es la base legítima en donde asientan su poder real y formal.


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