9 de abril de 2016

Los adversarios de Ricardo son gotas de agua.

Luego de la guerra contra los Titanes, Zeus se prepara para librar su última batalla, sabiendo lo que anteriormente sucedió, el levantamiento de los hijos contra los padres, el olímpico emprende su último plan para encarnar la soberanía absoluta, la dominación permanente y definitiva. La incógnita es como hará Zeus para concretar el monumental plan que tiene pensado.

La primera esposa de Zeus es Metis, que es la forma inteligente de la astucia, la capacidad de anticipar lo que sucederá, sin dejarse vencer ni sorprender por nada, nunca deja un flanco vulnerable. Metis, lleva en su vientre a la diosa Atenea la dulce virgen que surgirá armada de pies a cabeza con casco, lanza, escudo y coraza de bronces, es la diosa sabia, sagaz, llena de astucia que podrá poner fin a la soberanía absoluta de un Zeus avejentado, que ya no es aquel que supo levantarse en armas contra sus padres. Zeus teme el final de sus tiempos. Metis, es dueña de la metamorfosis de tomar cualquier forma, puede volverse animal salvaje, una piedra, árbol, un pez, cualquier cosa que le venga en gana.

La batalla central que debe ganar el olímpico ya está en marcha, es su oportunidad vital, Zeus desempolvara una vieja estrategia que supo darle buenos resultados, sabe que ante la hechicería o un mago dotado de grandes poderes, es claramente imposible enfrentarlo directamente, cara a cara, su derrota estaría sellada, pues el olímpico decide la astucia más que la fuerza, Zeus se encuentra con Metis y entabla una conversación:

-¿Es verdad que puedes adoptar cualquier forma? ¿Puedes convertirte en una leona que escupe fuego?

Metis se convierte en una terrible y monstruosa leona que escupe fuego.

-¿Y puedes convertirte en una gota de agua? –pregunta nuevamente Zeus.

-Por supuesto. Exclama Metis. Engrandecida por el asombro que genera en Zeus la diosa hará lo que mejor sabe para mostrar el poder increíble que tiene.

-Demuéstralo. Arremete el olímpico con intención de crear una duda en su esposa.

En el mismo instante en que Metis se convierte en una gota de agua, cegada por la soberbia para demostrar sus dones espectaculares y en una demostración de poder inigualable, Zeus la traga y su plan acaba de consumarse, la astucia del olímpico vence y a partir de ese momento es dueño del tiempo y de los tiempos, se vuelve la encarnación misma de la clarividencia y la astucia, posee el universo de los vivos, de los dioses, de los muertes, es la ley personificada, la verdad de las verdades, el señor de los señores, puede ahora desbaratar cualquier plan  que ponga en peligro su soberanía absoluta sobre la eternidad misma. Zeus se convierte en Metioesis.

Los hombres han de morir por arrebatar el poder, cuestión que solo pertenece al mundo divino, pero en prepotencia de sus creadores los mundanos atrevidamente compiten por ese pedestal imaginario, los antiguos levantaron sus templos lo más alto posible, pues creían que se acercaban mas a los dioses, los modernos quieren hacerse del fuego divino, convertirse en lo absoluto de carne, pedantería de algunos que la historia, la realidad y los acontecimientos terminan por deglutirlos.

Para vencer a un polivalente, algo que puede ser cualquier cosa, dos a la vez o tres, que su magia consiste en concentrar anulando, destruyendo otras unidades, convirtiéndose en “uno” antropófago, no es conveniente enfrentarlo en el terreno que domina, el que tenga la valentía suficiente, la inteligencia y astucia lo hará donde la magia flaquea, donde termina el limes de su control, donde es débil, propenso al desajuste, donde no tiene el control de los acontecimientos, allí donde no ingresa por desconocimiento o pereza, el adversario deberá llevarlo a tierra fértil propia, donde el hechicero no tenga los dones del engaño. Para vencer a Ricardo, hay que llevarlo al campo de las ideas de la democracia consensual, donde no hay templos, ni luces divinas, donde no hay absoluto ni látigo. Donde Metis muere.


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