Antes de Ricardo Colombi, los jefes comunales no eran más que meros representantes simbólicos de la política local. El mercedeño, paso por su intendencia mediante, al arribar al sillón de Ferré, no sólo que empoderó sino que los ungió a una suerte de monte del olimpo a sus otrora pares y catalizo mediante ellos una marca registrada de su impronta o gesta política. Decir intendentes o municipalismo, es sinónimo de Ricardo Colombi. Algunos de sus socios minoritarios, a pedir del mandamás político, se agruparon en esta suerte de foros, y de allí surgieron valiosos hombres y mujeres, de partidos integrantes de Eco, que supieron usar esta máscara de lo democrático, una de las preferidas de la marca registrada del colombismo. Marca que por otra parte, continúa mediante el gobierno de Gustavo Valdés, quién a pedir de boca, logro que sus regentes peronistas en la campaña electoral (los de la llamada liga del norte, que aglutinó a los jefes comunales de Ramada Paso, Itatí, Loreto, Berón, Olivari) se sumaran o sumaran al resto de los intendentes del PJ. Lentos y perezosos, estos, salieron rápido a los medios (pagos por el gobierno provincial) a dejar en claro que no harían una oposición, sino constructiva, o lo que es lo mismo, edulcorada o afrancesada al gobierno de Valdés.
¿Quiénes representan a los que viven por debajo de la línea de la pobreza? ¿Acaso el mismo estado, en su representación e institucionalidad, que los somete a la indignidad de no generarles la posibilidad de que puedan salir de tal piélago de la marginalidad sin límites? ¿No constituirán acaso, la marea de pobres, desperdigados por los diversos rincones del mundo, una nación que en la petulancia de su naturalidad, no pueda organizarse social, política ni teóricamente?¿No debería imperar, un categoría política que imponga, o en el mejor de los casos, disponga de la existencia efectiva y real de esta nación, apátrida pero con la firme necesidad de que emerja en forma prístina y contundente, bajo una declaración o manifiesto, la voz de los que necesitan, con premura y urgencia, volver a ser considerados humanos por quiénes nos decimos sus pares?
Nuestra vinculación con la finitud, es probablemente, el elemento sustantivo, por antonomasia, que nos hace tal como somos. Probablemente sin tal vinculación no hubiésemos desarrollado el razonamiento y de nada nos hubiese interesado aquel no lugar que llamamos libertad. Quién se proponga realizar una historiografía desde la perspectiva del vínculo con la muerte, seguramente constituirá un punto bisagra, al menos en la filosofía, en la psicología y la antropología, lo cual no es poco, pero de ninguna manera es nuestra actual intención. Partimos de la base hipotética que habitamos una actualidad en donde se ha resuelto dar una batalla al morir, un combate pírrico, donde el ganar no es, como engañosamente se puede presumir, lo imposible de la eternidad, sino el acumular años, aquilatar y acopiar, tiempo segmentado, independientemente de cómo se ha transcurrido el mismo, llevándonos a una obesidad mórbida existencial.
Ninguna de las conflictividades que desde hace décadas enlutan África, y por las que ese occidente tutelador cada tanto muestra su sorpresa en algún medio de comunicación (es decir lo publicita y explicita), como para estar a resguardo de no ser acusado de ser tan culturalmente egocéntrico y dominante, podrían ser explicadas desde otro lugar que no sea el que, humildemente, pretendemos trazar. Reseña de: González Cabañas, Francisco Tomás. La democracia africanizada. (2018) Editorial Camelot. México. 232 pp.
Sí nos remitimos al significado de las palabras, peregrinar es viajar al extranjero; el peregrino es un exiliado un expatriado, que motivado, básicamente para expiar culpas o pecados de su sentir religioso, se va de sí (espiritual como realmente), a un lugar específico y determinado, que por circunstancias concretas, de tal religiosidad, se considera como el centro o la meca de tal peregrinar, que no es más que este viaje para pagar culpas que se realiza en un momento dado en el sitio indicado o señalado por tal liturgia. ¿Será entonces, de acuerdo al significado de las palabras, que festejemos tanta ciudadanía, tanto pueblo, tanta feligresía, que sale de su patria, de su hogar, para ir en busca de un perdón, dada la cantidad de pecados, errores o faltas que cometen en donde viven, y que se grafican, que se palpan, que se demuestran a diario, la criminalidad de estas falencias, ante el número escandaloso de pobres, de marginales, de seres humanos postergados en sus necesidades más inmediatas, por una casta que demanda el esfuerzo de estos, para extasiarse más luego, en excesos materiales, que pagan, como culpa, mediante el reconocimiento del pecado, a través de la eucaristía, del peregrinar y gracias a la complicidad de la mayoría, que por holgazana o perversa, prefiere pasar por incauta y hasta engrandece el proceso, transformándolo en procesión, branding mediante?.
En la presentación de su obra “Interdicciones políticas, filosóficas y psicoanalíticas”, Francisco Tomás González Cabañas, presentado por Carlos Coria García, gráfico con poética precisión por donde pasa la compulsa cultural del momento en occidente: “Mediante el número, venimos totemizando, sacralizando los ámbitos conceptuales donde agoniza lo que va quedando de nuestra humanidad, creemos en la democracia porque nos dicen que uno tuvo más votos que otros, creemos en los libros por la cantidad de páginas que tienen, por la cantidad de títulos mediante notas numéricas, que obtuvieron los que los escribieron, o por la cantidad de público que asisten a las presentaciones de los mismos, en la retahíla de estas multiplicaciones pornográficas de me gusta, de aceptaciones, del compartir, en donde todo se lee bajo el resultante aritmético, prostituimos nuestra posibilidad de pensar, de expresar lo que sentimos, censurando nuestras perspectivas, poniéndonos bajo el número-amo, que nos enajena, que nos convierte en meros receptáculos de las emanaciones de lo que le sobra al mercado, somos las prostitutas acodadas en las barras de las whiskerías, esperando vender nuestra dignidad, por los mendrugos en los que terminamos de cosificar la experiencia de lo que seriadamente, nos convencen que es la vida, una cifra, antes que una emoción, que un concepto, que una frase, que una imagen, que una palabra”.
En la reconocida obra social de ejecutivos, en su solemne y moderno edificio, disertó el afamado filósofo pincharrata, hermano del periodista policial, Mauro Z. Ataviado con pañuelo verde, la gacetilla, organizada, con precisión europea, adelantaba que se referiría a la interrupción del embarazo, práctica médica, que en caso de que se apruebe la ley, no solamente será legal, sino que podrá ser contemplada en programas de pre pagas o de quiénes trabajan brindando coberturas de salud, que en la actualidad, y con relación al aborto, se pierden un negocio, de cifras siderales para sus fines comerciales, a los que solapadamente, y fundaciones ad hoc, mediante, hacen desfilar, personajes como el disertante en cuestión, quién incautamente o no (para el caso da igual) se prestan, honorarios mediante (tal vez) bajo la apariencia de la defensa de la emancipación femenina y las libertades (hasta en las vestimentas descontracturadas y juveniles de los expositores que profesan esta estética como una cuestión de fe) puras a los efectos de generar más recursos para una entidad privada, que seguramente terminará beneficiándose con una práctica médica, que prontamente, pueda que salga de la oscuridad de la ilegalidad, con el empuje de estos sofistas de la buena verba al servicio del capital.
Siempre es difícil hablar de la actividad desde la que se trabaja, pero en verdad, es política de nuestro medio transparentar desde el lugar del que hablamos. Siempre hemos bregado, con proyectos y planteos en la legislatura local, por una ley de distribución de pauta oficial, por tanto consideramos que el tener la misma, sea provincial o de determinado municipio, no condiciona, ni debería hacerlo en caso de que las partes planteen con claridad y transparencia como y de qué manera trabajan.
En el marco de la primera feria municipal del libro, en la Ciudad de Esquina, Corrientes, la obra “Interdicciones filosóficas, políticas y psicoanalíticas” del autor Francisco Tomás González Cabañas, prologada por la reconocida Psicóloga y Magister en Ciencias Políticas, Nora Merlin, tendrá su estreno en una suerte de performance o stand up, en donde la política actual, el poder de siempre, y las coyunturas de todos los momentos, son diseccionadas por las perspectivas teóricas del procaz como sesudo González Cabañas, convirtiendo las categorías en instrumentos como posibilidades para tener una comunidad más ecuánime o más justamente organizada.
También en Italia, la figura del “Senador vitalicio” acendra el prestigio de lo democrático, desde el origen de la figura en la Roma antigua, que reservaba lugares de noble destaque, para quiénes habían dedicado su tiempo a la administración de la cosa pública, y la reverencia, representativa que acciona a la comunidad toda con el buen ejemplo y proceder de figuras encumbradas a un rol institucional. Actualmente en el país Europeo, los senadores vitalicios también pueden ser personalidades del ámbito de la cultura designados por el Presidente y en Paraguay, el presidente saliente, Cartes, en su condición de tal (pese a haber sido ungido como senador no vitalicio) le corresponde la senaduría vitalicia que no implica voto, pero si voz. En Corrientes y para evitar tener que reformar la constitución para tal cometido, el Centro de estudios “Desiderio Sosa”, propone el siguiente proyecto de observatorio de política provincial que unge, desde lo simbólico a los ex gobernadores, como una suerte de senadores vitalicios, para que reciban en vida los reconocimientos y validaciones por el proceder llevado a cabo en sus tiempos de administradores a los efectos que la ciudadanía comprenda del honor que significa la investidura misma.
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