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19 de diciembre de 2021
Me encanta el olor de la Ómicron por las mañanas…
Es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin de la estupidez humana... (Texto de Óscar Sánchez)
Mi hijo se ha bajado un estúpido videojuego que versa acerca de bombardear el planeta Tierra desde el espacio exterior. Sólo con un pepinazo ya abres un cráter del tamaño de Alaska. Debo aclarar que mi hijo tiene diez años, y le divierte. Para eso han servido los esfuerzos de la NASA y otros por proporcionarnos una perspectiva de nuestro querido hogar desde la Luna, para despreciarlo y minusvalorarlo mejor. Ayer, un artículo magufo de El País anunciaba que “el universo se muere”, nada más y nada menos, como si se tratase de la muerte de los teléfonos fijos o de la poesía de verdad, y la semana pasada un científico loco vaticinaba que la humanidad se extinguirá antes de 2100 por escasez de población y falta de variedad genética. Que vamos a morir todos y a la vuelta de la esquina se da ya tanto por hecho que se está aprovisionando nuestro epitafio como especie en un enclave especial de Australia (se trata de una especie de granítico teléfono móvil más bien tocho relleno con todas las fotos de la familia y algo de porno chungo en el historial de navegación: https://www.eldebate.com/sociedad/20211214/gran-caja-negra-explicara-extincion-humanidad.html) Ante el avance de la Ómicron, nuestros adolescentes se mueren por volver a ser cuarentenados de nuevo, porque no sé si sabéis que jamás fueron tan felices como en el encierro de 2020, y sin embargo los expertos nos dicen que entraron en depresión y que incluso acariciaron la idea del suicidio (a lo mejor, visto lo visto, es eso, precisamente, lo que echan de menos…) En EEUU, paradigma de civilización y paladín del progreso global, está teniendo lugar el fenómeno denominado Gran Dimisión, que es como lo de los adolescentes pero en serio, y uno se pregunta cómo esto no ha ocurrido antes. Si yo tuviera que vivir bajo la presión laboral y la competencia salvaje característica del país de la libertad y las oportunidades, donde muchas personas viven en su coche y carecen de seguro médico, hace años que me hubiera echado la manta en la cabeza para realizar la migración inversa a Tijuana, México. A todo esto, Putin se arrima a China y provoca a la OTAN que a su vez espolea a Bruselas y la inminencia de una crisis de Ucrania junto con la calamidad de los refugiados en la frontera de Bielorrusia nos hacen olvidar el hecho de que en la última Cumbre del Clima los líderes mundiales hicieron lo mismo que los padres beatnicks de Ned Flanders cuando éste era un niño donaldtrumpiano y disruptivo: nada. Hemos intentado por todos los medios “nada” y no ha funcionado…
Pues bien, lo que yo me pregunto ante tal avalancha de señales del Armageddon de Todo a Cien que nos sobreviene (hasta los sabios asimismo locos lo ven crudo, como el famoso ¿Hay mundo por venir? de Danowski y Viveiros de Castro, editorial Caja Negra, otra vez caja negra…) es cuándo comienza la orgía. ¿Será posible que estéis todos por ahí dándolo todo y yo, una vez más, no me haya enterado? Como dijera Valle-Inclán en Romance de lobos -y versioneara genialmente José Luís Cuerda por boca de Luis Cigés en Amanece que no es poco-, “¿Sois almas del purgatorio o sois hijos de puta?”…
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