ANÁLISIS
29 de abril de 2020
En el nombre del miedo.
Nación, mediante el instituto respectivo, dio a conocer los once (11) conglomerados urbanos que en la Argentina poseen más de medio millón de habitantes. Sólo en ellos, no podrían los ciudadanos recuperar la libertad (al menos por una hora al día) de libre-transitar por el bien jurídico mayor de la pandemia que en términos reales (luego de dos meses) se cobró la vida de un poco más de 200 habitantes. Corrientes, no figuraba en tal nómina, sin embargo, presa del temor, el primer mandatario provincial pese a haber judicializado la relación con Resistencia, y de haberle planteado (vía uno de sus diarios de Irigoyen) una disputa mediática, distorsionó o emitió otra versión de lo dictaminado por Nación. El gobernador se llevó puesto, en una decisión de la que no comunicó razones (sólo sensaciones personalísimas, al punto de que en el cierre de la conferencia de prensa del domingo, se encomendó a las deidades mencionándolas de distintas formas) la libertad de sus gobernados, sometiéndonos a que sigamos enfermando de tantas otras enfermedades más, que se agravan ante el aumento de la pobreza e indigencia, que agigantan los números estructurales que ni Valdés hace años, ni su grupo político hace veinte, pudieron o pueden disminuir de la mitad del millón de correntinos afectados por este flagelo.
Preso del pánico, el encarcelador del millón de Correntinos, el señor Feudal que decidió cerrar los portones de castillo de la república aparte, hubo de mencionar que volvería atrás con la decisión de acompañar lo resuelto por Nación de ir recuperando la normalidad y por ende la salud en su sentido completo y no sólo relacionado al coronavirus. Cómo si fuese poco, en el mismo momento, a nivel internacional, pese a que se reportaban centenares de muertes diarias, se establecían medidas en tal sentido.
Al gobernador, asustadizo hasta el tuétano, le alcanzará seguramente, con mostrarse temerario con quiénes, vemos la perspectiva desde otro ángulo. Nos dirán que por el simple hecho de plantear esto, seremos responsables sí los casos de coronavirus se disparan o en unos días, contamos los muertos de a decenas. En el caso de que esto ocurra, que seguramente nadie sano desearía, los responsables no seríamos los ciudadanos comunes, por más que nos movamos o digamos que nos queremos mover (que dicho sea de paso es defender nuestros derechos humanos y nuestro estado de derecho), sino los gobernantes, que hace 20 años en el caso de Corrientes, nos dominan en todos los sentidos y que ahora se sienten atemorizados porque el virus les puede desnudar, que se vienen “fumando” los recursos que debieron haber invertido en un plano esencial como la salud pública.
El gobernador, abotagado por su poder efímero, temeroso porque su fantasma, quién lo puso y quién posee para algunos el poder real, podría estar haciendo mejor las cosas que él (no por casualidad, a diferencia del gobernador temeroso, salió con arrojó, con coraje y valentía a denunciar mediáticamente a quiénes considera traficantes que gobiernan su ciudad) salió horas después a realizar anuncios económicos y a censurarnos en nuestras libertades más básicas.
El primer mandatario correntino, pese a qué desde el domingo, cuando hubo de comunicarse la última vez, la provincia sólo exhibió un caso más de coronavirus, expresó que el próximo sábado no debiera haber en la capital de corrientes actividad comercial, la que tímidamente empezaba a activarse tras las autorizaciones efectuadas por el Presidente de la Nación y su comité de expertos científicos.
El gobernador, que no tiene ningún comité de expertos y el único médico que exhibe (el otro es médico pero de animales, el que antes estuvo en el plan Belgrano y ahora volvió a ser lo que era antes de que sea Ministro nacional sin cartera en tiempos de Macri) es el ministro de Salud de la provincia, que fue el único observado, hace unas pocas semanas, por el Ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, por haber realizado maniobras de “politiquería”, no reparó siquiera en lo informado, públicamente por el director del instituto de cardiología.
El doctor Vallejos, minutos antes de la demostración de poder (con sus súbditos claro esta, con los que están bajo su dominio) del primer mandatario, había trazado el primer dato estadístico y claro de lo que veníamos trabajando en estas columnas, de cómo estamos enfermando por la idea de poder enfermar.
De 36 turnos otorgados, con todos los protocolos, por el instituto de cardiología, sólo hubieron de asistir 6. La prueba explícita de cómo los correntinos, estamos enfermos del pánico y del terror, real como exagerado, pero que en ningún caso es bueno, dado que además de los problemas que no se irán porque continuemos, en el imposible, encerrados eternamente, sumaremos otros problemas de salud, como económicos, laborales, emocionales y mentales. Sí bien son decisiones dilemáticas, un gobernante nunca puede dejar de ver el aspecto general de una determinación, es decir un principio básico de la lógica y del sentido común es que sí decidimos una cosa, tendremos consecuencias no sólo de ello, sino también la consecuencia de no haber decidido otras.
El gobernador, preso de su temeroso entusiasmo de contar con nuevos socios en el ámbito de la comunicación (el diario del empresario ganadero peronista, que le arma hace unos meses otro diario de Irigoyen) cree que podrá continuar con su dominio, basado en el temor que él tiene y proyecta a la población, por mucho tiempo más (Moriremos en misma cantidad o más sí es que continuamos en este encierro, que es a todas luces criminal para nuestro comportamiento y costumbre, que nos exige un esfuerzo en el que se nos irán más vidas que las que podríamos perder por el supuesto de infectarnos del virus, del que ya sabemos que lo combatimos con higiene y distancia).
Se equivoca, y se lo puede preguntar, a quién lo puso donde esta. El ex gobernador conoce muy bien la identidad cultural de los correntinos. Sabe muy bien que somos respetuosos, mansos y obedientes. Como también valientes o corajudos.
Sí a algo sabemos enfrentar los correntinos es al temor. Así lo hemos demostrado en los tristes años incipientes de los comuneros, de la triple alianza, de las Malvinas y del combate diario que le hacemos, estructuralmente, a la pobreza y a la marginalidad.
Necesitamos que el sistema sanitario tenga los recursos que deba tener, es decir un gobernante para ello, no necesitamos a alguien a quién cedimos poder para que nos diga cuando salir a caminar, a comprar o a que dios o bajo que nombre rezarle.
Los correntinos, esto lo sabemos perfectamente, y en las urnas lo vamos a hacer saber a quiénes pueden tener un poder circunstancial y presa del miedo nos quieran atemorizar.
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