7 de junio de 2016
La bala de plata de Ricardo.
El berenjenal de la reforma constitucional sigue en el tapete, nadie quiere lanzar la moneda a la fuente y verificar que le depara la suerte. Algunos no temen y hablan de lleno y sin censura alguna, como el caso del Diputado Omar Yung que hace instantes, en una emisora radial sostuvo tajantemente que no le parece mal una intervención a la carta magna e incluso, una prorroga de mandatos. Desde esta humilde pluma en Comunas del Litoral venimos adelantando hace al menos, año y medio que debía suceder un movimiento reformista de semejante talante, los ríos de tinta no fueron en vano.
Al gobernador se lo ve desde hace algunos meses imbuido en el mundo de las ideas, precisamente dentro de la esfera de la filosofía política, universo que por fin entendió, es la única capaz de darle las respuestas que precisa al momento bisagra que vive su carrea “política”. Dejo de lado el campechanismo y su balbuceo monosílabo, entro de lleno a reflexionar sobre el fondo de las cuestiones, sobre todo filosóficas que fundamentaran su permanente permanencia a la cabeza de las instituciones públicas.
En Ituzaingó, en la reciente inauguración de una sede partidaria de la UCR, el hombre fuerte de la provincia reflexiono sobre temas como la democracia, el valor filosófico del voto y como novedad, ahora se refiere al correntino como un sujeto de derecho por el contrario de su tesis anterior de amo-siervo del gobernante. Sostuvo que el 10 de diciembre último los correntinos recuperamos la libertad, frase que esconde un cosmos ideario e identitario que se desvanece, se pierde por la simple constatación de la realidad, pero sirve a los fines de un llamado al soberano por excelencia, a que haga de su mera existencia un epopeya como sujeto de derecho, como si fuera el fuego hurtado a los dioses use su cualidad diferencial del reino animal a nivel institucional, que no es otra cosa, que el voto, el sufragio, su elección plena y consciente, reflexionada, en convicción, verdadera y pura.
Ricardo Colombi es discípulo, acobijado en las ideas filosóficas de Francisco Tomás González Cabañas, cabalga el gobernador, en el campo del poderío y derecho humano del voto, como único valido a la hora de revalidar cualquier cargo o titulo institucional, González Cabañas habla de la siguiente manera: “…hablamos de devolverle, al pobre, al marginal, lo que se le quitó, se le quita y se le sigue quitando, suspender el delito permanente, del que es víctima desde lo institucional, para que se lo reconozca como sujeto a ser compensado, regresado en su condición de humano, integrado a un contrato social, en donde no tenga excusas como para una vez dentro, cometer ningún tipo de delito o desacato”.
Ricardo Colombi, dejo de lado la praxis clientelar como punto de partida y apoyo para constituirse como único rector del destino de los correntinos, entendió por fin, que la filosofía política con centro de gravitación en el sufragio, voto o derecho ciudadano, a elegir quien lo gobierne y por cuánto tiempo como manifestación de lo democrático, es la sopa primordial que le dará los argumentos necesarios para consolidarse en la cúspide de la montaña política. Entendió el discípulo que gobernar es crear deseos, como sostiene su maestro González Cabañas.
Los que no entendieron todavía la idea de Ricardo Colombi son sus antagonistas, que la politiquería llama oposición, se levantan como garantes de las instituciones pero acuden al voto, al poder del soberano cuando les conviene y necesitan colar su “gente” en bancas legislativas municipales o provinciales, pero anulan de cuajo ese mismo derecho fundamental del ciudadano cuando saben que se les vendría como un boomerang. Los opositores, ignotos hasta para sus propios militantes no conciben como posible que el pueblo elija un gobernador indefinidamente, pero si ven con buenos ojos cuando el mismo pueblo soberano vota por sus “candidatos” a calentar bancas, como si empollaran grandes ideas de progreso. Ricardo Colombi con nueve les canta falta envido a sus “opositores” y los manda al mazo.
La bala de plata, que jocosamente fue advertida de Ricardo Colombi, no tiene que ver con el tiempo calendario que debe permanecer un gobernante, la bala de plata es la filosofía política en la praxis, es el sufragio, el voto de los correntinos como sujetos de derecho que sabrán tomar su decisión. Colombi aprendió que la verdadera bala de plata es la filosofía por excelencia.
Por Carlos A. Coria Garcia.
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