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14 de abril de 2016

El cuarto poder es psicopatología política.

Las sociedades son sociedades mientras imaginan con éxito que son sociedades. Peter Sloterdijk.

Lo medios de comunicación nos vienen “metiendo el perro” hace bastante tiempo, semejante atropello a la inteligencia colectiva colabora poco y nada para dilucidar e intentar colocar cada cosa en su lugar. Desde el momento en que algún perverso se le ocurrió teorizar sobre la existencia de un cuarto poder, que serían eventualmente los medios de comunicación, provocaron una borrachera masiva en las empresas del ramo y en los obreros de la noticia. ¿Qué pretenden ser algunos medios de comunicación? En los últimos -al menos 20 años- los nichos de información se trasformaron en una bestia manipuladora de símbolos que se relacionan con los actores sociales y las instituciones. Estos medios de comunicación se insertan como protagonistas en la socialización de símbolos funcionales a la reproducción ideológica ubicándose en los flancos en las batallas por el poder, para terminar por utilizar el método el yunque y el martillo.

De repente se aparecen construyendo, definiendo e interpretando la realidad pero solo parcial, a media agua, cubriendo algunos temas y silenciando otros, sirve en bandeja fama y un hipotético, pero súper difundido reconocimiento a los actores culturales y políticos selectos, para lograr una suerte de patrón de comportamiento útil para la construcción y reconstrucción de las identidades individuales y colectivas. Los medios buscan descaradamente ejercer la dominación simbólica a todos los espacios de la vida social donde tienen sus bases de acción.

 

 

 

Es a través y por medio de ellos que los ciudadanos se reflejan y reaccionan de determinada manera, si los medios mediatizan -valga la redundancia- un tema desde el punto de vista incorrecto confunde –mayormente a propósito- la esfera de realidad que expresa el tema que “comunica”.  Exactamente lo mismo hace el marketing estatal oficial, por ejemplo: “Policía Federal, al servicio de la comunidad”. Es un claro ejemplo de una burla, si la policía no está al servicio de la comunidad será cualquier cosa, menos policía.

La mega-confusión que insertan los medios en la sociedad –muchas veces para captar lectores, oyentes, televidentes y otras para “chupar” poder de otros ámbitos-, desclasifica a los hechos de su verdadera entidad, al punto de no saber que es cada cosa y todo termina siendo lo mismo, en una inmensa bolsa arpillera. La concesión regalada a los medios para ejercer el poder simbólico centraliza la evidencia que confirma la habilidad para lograr legitimación, ocultando su condición intrínsecamente opresiva.

Si cualquiera de los mortales hojea un matutino, escucha un programa radial, prende el televisor o navega en portales de información hoy, se encontraría con títulos de causas judiciales tales como: dólar futuro, lavado de dinero, Fariña, Lázaro Báez, Cristóbal López, Elaskar, Pérez Gadin, causa Los Sauces, Hotesur, tragedia de Once, coimas de Jaime, evasión tributaria agravada, encubrimiento, Panamá papers etc. Toda esta información aparece en la sección “política” en dichos matutinos, cuando su lugar correcto es en la sección de “policiales”.

La corrupción como tema genérico no es un tema político en sí mismo, es una cuestión policial, son delitos, son desviaciones de la conducta, acciones típicas codificadas en un plexo penal, son conductas antijurídicas, reprochables entonces, todos aquellos que lo perpetran son delincuentes o sospechados de cometer delitos, están en la misma situación que un motochorro que arrebata una cartera en la vida pública o la de un abusador sexual. Ahora, que una cuestión policial lleve a una situación, -digamos “política”- es otra cuestión, Desvirtuar la realidad confunde y coloca a sus personajes principales por encima la media, no hay igualdad de trato que termina por profundizar una compleja realidad social. El motochorro podría exigir con total acierto que su “noticia” salga en la sección “política”, ya que podría esgrimir un argumento tal como: robo carteras porque no consigo trabajo, el dinero no me alcanza por la alta inflación para alimentar a mis hijos, el alquiler de la pieza donde vivimos es muy caro De hecho, el arrebato puede ser la resultante de una situación de política económica, de política habitacional entre otras tantas cosas. Entonces, el motochorro debería salir en los titulares de la sección “política”, porque tiene las mismas implicancias sociales que los otros temas.

Llegamos a la sobre-estimación de delincuentes que deberían compartir y competir por salir en los titulares de la sección “policiales”, se los convierte en un caso aparte, no se los mezcla, se cambia el foco de lo importante, como si los delitos de “corrupción” no los fueran, sería otra cosa, quien sabe que, e igualando de arriba la política –bien entendida- con la delincuencia. Trastornan los temas suficientemente iluminados, visiblemente sensibles  para provocar la reflexión de amplios y heterogéneos sectores sociales, pero lo hacen desvirtuando el tema, llevándolo donde no corresponde, es otra forma de oprimir una sociedad. Los medios de comunicación se trasforman en un arma masiva que desparrama una psicopatología política a los cuatros puntos cardinales.

 

Por Carlos Coria Garcia.

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