ANÁLISIS
6 de marzo de 2016
El contubernium de los precios.
Existe un culto a la ignorancia en EE.UU., y ha existido siempre. El anti-intelectualismo ha sido un hilo constante que se desenvuelve a lo largo de nuestra vida política y cultural, alimentado por el falso concepto de que la democracia significa que mi ignorancia es tan buena como tus conocimientos. Isaac Asimov.
Víctor Fera, para quien no lo conoce es el propietario del supermercado mayorista Maxiconsumo y de las marcas Marolio y Molto que de seguro le suenan, resulta que Fera se ve acorralado nuevamente, y denuncia a las gigantes cadenas de supermercados de cartelización ya que se niegan a vender sus productos con el argumento desopilante de ser muy baratos.
Quien lo tiene a Victor Fera estampado contra la pared como poster de taller mecánico y a punta de espada, es el sobrino del propietario del supermercado La Anónima y ¿Quién es este buen hombre? Es nada más y menos que el Secretario de Comercio de la revolución de la alegría Miguel Braun, sucesor del púgil Guillermo. Todo tiene que ver con todo, se teje una gigantesca red que ira tomando y llevándose todo puesto como un alud.
Los regímenes cambian en Argentina pero las costumbres colombinas de garrote sin mediar palabra siguen intactas, mienten a viva voz durante las campañas y garrotean cuando ganan con total soltura y desparpajo, asumiendo que la victoria cuantitativa le da derecho absoluto por sobre los de abajo, que llamativamente no son súbditos sino que reyes y un día, la ecuación se va invertir y van a sentir en carne propia el frio del látigo. Sera imposible por esta vía llegar a la “pobreza cero” del eslogan macrista o si fuera posible, solo seria por la desaparición física de los pobres por la muerte de hambre de cada uno. Con un Parlamente adicto a las rosca más que a los asuntos públicos, intoxicados hasta el pescuezo y sin perder esperanza algo de común sentido se espera, si continúan con la excusa de la herencia debían de antemano hacerse del des-gobierno con beneficio de inventario, como si fuera que la manada de empresarios devenidos en funcionarios públicos son el ejemplo de trasparencia.
Antes, el antiguo Secretario de Comercio Guillermo Moreno era blanco de ataque por su peregrinación (según él) para lograr la baja de los precios en los alimentos, Moreno llamaba a los supermercadistas y los apretaba para que bajen los precios, ahora llaman y dicen: porqué lo vendes tan barato, hay que subirlo. Mientras esto ocurre en las penumbras como normalmente se maneja la “democracia” argentina se espera de los revolucionarios de los globos, pitos y matracas un acto heroico, como implementar un Impuesto al Valor Agregado (IVA) escalonado que prácticamente saque de la esfera impositiva los productos alimenticios, no ha de existir “pobreza cero” mientras los alimentos sigan sometidos a un impuesto perverso y mata pobres, en una encomia mega-concentrada en cinco o seis vivos que vienen esquilmando a los argentinos desde que los iluminados españoles nos descubrieron como humanos y no animalitos salvajes de alto valor nutritivo.
Por Carlos Coria García.
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