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TEOLOGÍA

11 de julio de 2024

Francisco de Asís: “Repara mi Iglesia” y La Realidad de Hoy

Ensayo preparado por el Maestro Miguel Arcángel

El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica nos dice: “La misión de la Iglesia es la de anunciar e instaurar entre todos los pueblos el Reino de Dios inaugurado por Jesucristo. La Iglesia es el germen e inicio sobre la tierra de este Reino de salvación” (150). Cristo inaugura y predica el Reino de Dios en el mundo; y, terminada su misión, envía a los apóstoles que lo implanten en el mundo. “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de todos los tiempos” (Mt 28,19-20).

 

En un principio de su vida en Dios, durante el invierno de 1205, Francisco de Asis recibió, del Cristo de San Damián, aquel famoso pedido. “Repara mi iglesia; ¿no ves que está en ruinas?”

¿A qué iglesia se refería el Señor? Los documentos de la época interpretan que Francisco comprendió que se refería a la pequeña capilla donde estaba, en estado ruinoso, y se puso a reconstruirla. También se apuntan que el Señor se refería a la Iglesia universal, constantemente amenazada siempre por mil y un peligros. 

El llamado del señor se refería a la Iglesia como comunidad de los seguidores de Jesús, no obstante, San Francisco entendió que se refería a la iglesia de San Damián. Derivando esto en que el santo de Asís fue a la tienda de ropa de su padre y vendió las telas, y con ese dinero se pudiera reparar aquel templo. El sacerdote de San Damián no aceptó el dinero que le ofreció Francisco, primero creyendo que era una broma de aquel joven juglar y también por miedo a los padres de Francisco.

Decide entonces quedarse en la iglesia para restaurarla él mismo, a la vez que ayudaba a los pobres.

Avasallador resulta hoy que de  la misma manera que se derrumbó la iglesia de San Damián, hoy ocho siglos después, encontramos un boquete en nuestra Santa Madre Iglesia que hay que reparar, con urgencia. Tendría que ser un signo que nos mueva también a reparar la Iglesia de Cristo, como le pidió Jesús a San Francisco.

El teólogo Leonardo Boff, nos dice que San Francisco: “comenzó un movimiento de renovación de la Iglesia, viviendo con los leprosos y predicando en la lengua del pueblo y no en latín”. También el papa Francisco, dice Leonardo Boff, eligió este nombre “porque se dio cuenta que la Iglesia está en ruinas por la desmoralización, debido a los escándalos que han afectado a la moral y a la credibilidad”. Por eso, continúa Boff, “Francisco no es un nombre sino un proyecto de la Iglesia”, que ha de ser “pobre, sencilla, evangélica, alejada de los palacios y del poder”, donde el papa la presida y la sirva en la caridad.

 

Interpelándome..¿Y si hubiese una tercer interpretación a este llamado? De entrada, tendríamos que responder a la siguiente pregunta: ¿Qué es la Iglesia? Pedro, en su primera carta, nos dice que somos “piedras vivas”, “templo espiritual”. Piedras hechas de una “piedra angular”, principal que es Cristo (cf. 1 Pe 2, 4-5). San Pablo será más específico y nos dirá que somos “templo de Dios” (1 Cor 3,16) y que el Espíritu Santo habita en nosotros, hace su morada en nosotros (1 Cor 6, 19).

Jesús mismo nos dice que si lo amamos, habitará, junto con el Padre, en nosotros, hará de nosotros su casa (Cf. Jn 14, 23).

Está claro por tanto que cada uno de nosotros es TEMPLO donde habita el Señor. Cada uno de nosotros es la CASA donde él habita. En este sentido el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) nos señala que el término “Iglesia” designa al pueblo elegido y convocado por Dios (CIC 751, 752). Nos dice, además, que la Iglesia es cuerpo de Cristo y nosotros, al estar unidos a ella, principalmente por medio de la Eucaristía, somos miembros de ese cuerpo del cual Cristo es la cabeza. (CIC 781-795)

 

Reparar la Iglesia.

En el mundo de hoy y en las realidades actuales vivimos una crisis sin precedentes. Una crisis económica global, originada en un falso progreso y un falso estado de bienestar. Originado a su vez por una profunda crisis moral (SS Benedicto XVI en el libro “Luz del Mundo” cap. 4), se hace evidente la necesidad de volver a las fuentes, volver al principio. Es urgente hacer un profundo examen de conciencia y ver en que hemos fallado y cómo podemos sembrar la semilla en un mundo descristianizado.

En esta dolorosa realidad donde cada día miles se quedan sin trabajo, miles cruzan paises buscando mejores oportunidades de vida y son secuestrados por la delincuencia o como el hombre que descendía de Jerusalén a Jericó que quedó tirado a mitad del camino (Lc.10, 30-35), miles se quedan sin hogar y miles mueren de hambre (un niño muere cada cinco segundos), necesitamos volver a interiorizar, volver a interpretar, volver a leer, aquel pedido de Cristo: “Francisco, repara mi Iglesia!”

Cristo nos demanda un NO a la indiferencia, a dejar a un lado el estado de confort y ver en el otro a un Cristo sufriente, Cristo nos llama hoy a reparar la humanidad, a reparar su “casa”, su “Iglesia” que es cada hombre, cada mujer, cada niño en los que El habita.

Es mirar con la mirada de una Teresa de Calcuta a la dignidad humana; ya no son suficientes los “gestos solidarios”, las acciones puntuales, las “caridades” que no son más que asistencialismos. Estamos ante la hora histórica de emprender un cambio radical (como el de Francisco), de comenzar a desarrollar líneas de acción que busquen ayudar a nuestros hermanos más necesitados, no a paliar su miseria, sino a salir definitivamente de ella.

La época de Francisco fue de profundos cambios y crisis, similares a la de nuestro tiempo. La entrada en acción del “comercio” dio lugar a nuevas clases sociales, a nuevos roles y fomento que los ricos fuesen cada vez más ricos y los pobres, cada vez más pobres. De allí la profunda elección de Francisco por estos últimos. En su entrega con los marginados, con los leprosos, hay una clara evidencia de esta “iglesia” que se debía reparar.

La postmodernidad nos ha enloquecido. El siguiente dato de la realidad que vivimos; Alemania pago en 2010 43.900.000.000€ (cuarenta y tres mil novecientos millones de euros) solo en intereses a los bancos, por créditos que ha tomado para mantener ese falso estado de bienestar del que hablaba. Con todo ese dinero podría haberse solucionado el gran problema de hambre de todos los pueblos en vías de desarrollo, durante un año entero!

Escribir sobre un hombre providencial, un hombre que supo ver en la creación la imagen viva de Dios y que, sobre todo, supo ver en sus hermanos más necesitados, a Cristo sufriente, pidamos a ese mismo Cristo que nos ayude, que nos ilumine, para que encontremos la forma de reparar su Iglesia, esa Iglesia que somos cada uno de nosotros.

Es urgente reparar la Iglesia, que es la comunidad de los seguidores de Jesús. Y este trabajo de reparar la Iglesia es misión de todos los cristianos, obispos, presbíteros, religiosas y laicos, bajo la guía del Espíritu Santo.

Hemos de ser reflejo de la luz de Cristo vivo para reparar la Iglesia,  para que sea como Jesús la pensó: un signo de misericordia y de esperanza para nuestro mundo. Una Iglesia al centro de la cual esté Jesús, no los dogmas, ni el Código de Derecho Canónico, ni la Tradición. Una Iglesia que sepa escuchar antes que hablar, capaz de acoger sin condenar y de perdonar sin juzgar. Una Iglesia que lleve un mensaje de paz y de reconciliación a todos los hombres y mujeres. Una Iglesia misionera y samaritana, que cure las heridas que todos llevamos en el corazón y que muestre el rostro misericordioso de Dios. Una Iglesia servidora de los pobres, en diálogo con la cultura y con el mundo postmoderno, abierta al ecumenismo y fuente de alegría y de comunión. Una Iglesia que sea un hogar de perdón, donde ninguna persona sea excluida, donde todos sean acogidos fraternalmente, con afecto y solicitud fraterna, para así formar la familia de los hijos de Dios. Una Iglesia alejada de sospechas, de condenas, de desconfianzas, de juicios. Una Iglesia que confíe y siga a su Maestro, Jesús, el Señor.

Este es el reto que hoy tenemos los cristianos, para reparar, gozosos, una Iglesia creíble y fiel al Evangelio, para así anunciar a nuestro mundo la Buena Nueva del Reino.

La Iglesia de Jesús hemos de repararla, para que sea el hospital de campaña que el papa Francisco nos pide que seamos, todos los que nos llamamos discípulos del Señor y hemos comprendido la convocatoria en la carta encíclica Laudato si del Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la casa común (24 de mayo de 2015).

Paz y Bien!!

 

Master en Ciencias de la familia y Master en Educador de la Fe,Tanatólogo, Logoterapeuta, Psi. Desarrollo Humano, Psicoterapeutay Contador Público.

Miguel Arcángel Gutiérrez Bocanegra

 

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Referencias:

 

  1. https://www.religiondigital.org/josep_miquel_bausset_24970/Francisco-repara-Iglesia_7_2479622017.html

 

  1. https://rivotorto.wordpress.com/2011/10/04/francisco-repara-mi-iglesia/

 

  1. https://www.vatican.va/archive/compendium_ccc/documents/archive_2005_compendium-ccc_sp.html

 

  1. Boff, Leonardo. 1989. SAN FRANCISCO DE ASIS: ternura y vigor. Chile, Santiago. Edit.Ediciones Paulinas.

 

  1. https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/genesis/1/

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