ACTUALIDAD
28 de septiembre de 2023
Pobreza que duele y un estado ausente.
Uno se queda sin palabras, con la sensación de una profunda angustia ante la terrible realidad que indica que en Argentina en el primer semestre del año, la pobreza se ubicó en el 40,1 por ciento y la indigencia en un 9,3 por ciento, que decir ante esto como sociedad tenemos el deber y la obligación de hacer algo ante esta realidad que nos golpea a todos, y cuál es la posibilidad que tenemos en este sistema democrático en crisis, el voto, es la herramienta que nos permitirá manifestarnos y expresar nuestro horror ante esta circunstancia extrema.
Cómo en una sociedad con estos índices de pobreza, la mitad de la población es pobre o indigente, podemos hablar de un Estado de derecho, que es entendido como un conjunto de principios rectores que dictan que nadie, incluidos gobiernos, políticos o legisladores, está por encima de la ley. Esta filosofía política se refiere a la idea de que el sistema de leyes, instituciones y normas está establecido para garantizar la responsabilidad en todos los niveles de la sociedad, y por ende, nadie tiene vía libre.
El Estado de derecho no se refiere a ninguna ley en particular, sino al conjunto de leyes y normas comunes dentro de un país, región o comunidad que todos, tanto los ciudadanos como las instituciones, deben cumplir, así como el sistema y los mecanismos que garantizan el cumplimiento de esas leyes. Estamos en presencia de que las leyes sólo se cumplen o benefician a algunos. Dice nuestra Constitución Nacional, todos los ciudadanos son iguales ante la ley, principio fundamental que no condice con los índices de pobreza indicados. Los organismos de derechos humanos son contestes sobre el tema indicando que la “pobreza es una violación de los derechos humanos”.
Cómo podemos pensar que vivimos en un estado de derecho, si el trabajador que día a día se levanta para cumplir sus horas de trabajo, cada vez se vuelve más pobre, sin poder asegurar las condiciones dignas que su familia necesita para vivir.
Cuando el trabajo informal es la regla y no la excepción, cuando el trabajo mejor remunerado es el trabajo que da el Estado, y no el trabajo privado, generado con inversión y credibilidad.
Cuando la educación, la salud, la seguridad están en crisis, no se puede hablar de un estado de derecho si estos pilares básicos de una sociedad no llega a todos, por el contrario con el transcurso de los años están circunscriptos a un círculo cada vez más selecto.
Para quienes tenemos unos cuantos años, y hemos pasado varias elecciones, cada vez nos cuesta más creer en que el cambio es posible, y no utilizo cambio para hacer mención a ningún sector político, simplemente señalando lo que como sociedad esperamos desde hace mucho tiempo.
Cada cuatro años, son las mismas promesas, y después los mismos errores, por llamarlos de alguna manera, y tal vez no decir mala praxis política, entonces es lógica la reacción que como sociedad hemos adoptado, manifestando nuestro descreimiento, desinterés, tristeza, enojo y toda otra emotividad posible.
Como sentirse si la regla en el país no es más el trabajo, el esfuerzo, el sacrificio, el mérito, los parámetros han cambiado es lo que se escucha, como explicarle eso al trabajador que se levanta todos los días y trabaja más de 10 horas por día para hacer su vida más digna.
Como explicarle que a pesar de todo lo que se esfuerce no podrá salir de su condición de sobreviviente de una sociedad desigual, de una sociedad sin estado de derecho, entendido en el concepto de igualdad ante la ley.
Tal vez, y esto sea más un deseo de quien escribe, en estas próximas elecciones tengamos la oportunidad de que algo se modifique en esta realidad que duele, que entristece y podamos hablar dentro de poco que algo ha comenzado a cambiar….
Por Viviana Verón.
Abogada y periodista.
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