FILOSOFíA
13 de enero de 2021
EL "HUMANISMO" en HEIDEGGER Y SARTRE por Ana de Lacalle
En la Carta sobre el humanismo, Heidegger pretende desvelar cómo la metafísica desde la Grecia Clásica se ha limitado a pensar el hombre como ente, en cuanto el lenguaje utilizado estaba encapsulado por la lógica y la pretensión posterior de mostrar que la filosofía procedía con el rigor de cualquier otra ciencia. Esto atañe al olvido del ser, la confusión del ser con lo ente y a una metafísica en la que la pregunta por la verdad del ser subyace como lo no-pensado —lo originario—, ya que resta sometida al ente pensado, ese es su objeto.
En la Carta sobre el humanismo, Heidegger pretende desvelar cómo la metafísica desde la Grecia Clásica se ha limitado a pensar el hombre como ente, en cuanto el lenguaje utilizado estaba encapsulado por la lógica y la pretensión posterior de mostrar que la filosofía procedía con el rigor de cualquier otra ciencia. Esto atañe al olvido del ser, la confusión del ser con lo ente y a una metafísica en la que la pregunta por la verdad del ser subyace como lo no-pensado —lo originario—, ya que resta sometida al ente pensado, ese es su objeto.
Así, entendiendo el pensador alemán que “el pensar lleva a cabo la relación del ser con la esencia del hombre. No hace ni produce esta relación. El pensar se limita a ofrecérsela al ser como aquello que a él mismo le ha sido dado por ser”[1] Es decir, en el pensar adviene lo que ya es, nada nuevo producido por ningún tipo de subjetivismo, que es el enredo en el que se pierde la metafísica. A partir de aquí, debemos ser cuidadosos con el significado que Heidegger atribuye a determinadas palabras que, “patrimonio” de la metafísica tradicional, no están utilizadas con el mismo sentido, y ese giro en la comprensión del lenguaje es lo que lleva al alemán a entender que el lenguaje es la casa del ser, y no puede ser la jaula que lo reduce a lo ente, como ha sucedido en la Metafísica hasta ese momento.
Por consiguiente, si el hombre quiere volver a la vecindad del ser debe aprender a existir prescindiendo de nombres que tienen como destino el ente, y no el ser. La humanidad del hombre reside en su esencia que aparece como Dasein, es decir, porque el ser es, aparece de alguna manera en el ente que es el hombre, aunque lo que podamos captar de ese ser en el mundo nunca nos permita el acceso pleno al ser, que siempre es lo que resta como lo no óntico. Dicho de otra manera: todo cuanto podamos decir a través del lenguaje es lo que no podemos decir, el ser, el cual por otro lado es en la medida en que aparece y se mantiene oculto. Es aquello que siempre se nos escapa.
De esta manera, el escollo con el que hasta entonces han tropezado todos los humanismos es que la humanidad del hombre se determina desde una perspectiva previa que abarca lo ente en su totalidad, confundiendo en definitiva el ser con el ente, y estando ausente lo originario que es la pregunta por la relación del ser con el hombre -que Heidegger denominará Dasein y cuyo significado clarificaremos con sus propias palabras- que aún espera la pregunta por la verdad del ser que yace en el hombre. Asunto neurálgico que aún no hemos sido, afirma el pensador alemán, capaces de pensar.
Por lo tanto, procede Heidegger a explicitar la diferencia que hay entre esencia -el ser- y existencia -el lugar de lo ente- y, especialmente, lo que él entiende por existencia, que será la cuestión relevante que le distancia de la manera en la que hasta ese momento los humanismos han pensado el hombre. Afirma que a estar en el claro del ser es a lo que denomina existencia. Es decir, es el modo humano de ser porque su esencia no se produce como una realidad efectiva mediante la existencia del hombre como ente, sino como el aquí o el claro del ser, el modo en el que el ser se deja ver, se manifiesta como lo humano, restando oculto para nosotros en cuanto nos pensamos siendo, ese ser sin el que no existiríamos, pero del cual no podemos más que pensarlo como claridad que acontece, y a su vez ese ser que es en cuanto aparece. Sin aparición y ausencia no habría ser. Por lo tanto, preguntarse por la existencia del humano es preguntarse por su esencia, no sobre su realidad en cuanto ente. De aquí, entendemos que el Dasein es el hombre que soporta el ser aquí, como el arrojo del ser que es su destino, es el ser en el mundo o la apertura del ser.
En este momento es oportuno recordar que el escrito de Heidegger se publica un año después al de Sartre “El existencialismo es un humanismo” (1946) como respuesta a Jean Beaufret a raíz de una carta en la que este comentaba a Heidegger la evolución del existencialismo en Francia. Por este motivo, resulta de interés la identificación que en su texto expresó Sartre con el existencialismo de Heidegger, y por el contrario la crítica que en la Carta hace el último del existencialismo sartriano.
Bien, recordemos que Sartre desarrolla en su breve obra una serie de argumentos que sustentan la afirmación de que en el hombre la existencia precede a la esencia.
“Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y después se define. El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es porque empieza por no ser nada (…) no hay naturaleza humana, porque no hay Dios para concebirla”[2]
Y en este existencialismo ateo que arrasa con lo que él considera el concepto de naturaleza humana -lo que equivaldría a la esencia de la humanidad- incluye sin reparos a Heidegger, entendiendo a lo largo del texto que su existencialismo es afín con el heideggeriano.
Es obvio que tras exponer el planteamiento que del concepto de existencia desarrolla el filósofo alemán, ambos se hallan a una distancia parece que insalvable, como sí percibió Heidegger.
“Por el contrario, Sartre expresa de la siguiente manera el principio del existencialismo: la existencia precede a la esencia. Está adoptando los términos existencia y esencia en el sentido que la metafísica, desde Platón, formula lo siguiente: la esencia precede a la existencia. Sartre invierte esa frase. Lo que pasa es que la inversión de una frase metafísica sigue siendo una frase metafísica”[3]
La dificultad del existencialismo sartriano es, según Heidegger, que, intentando zafarse de lo que el francés consideraba humanismos esencialistas, cae en el mismo hoyo, en cuanto lo único que hace es, inmerso en la metafísica de lo óntico, invertir un enunciado que nada supera. Y esto porque Sartre sigue pensando al hombre como ente, olvidándose del ser del hombre y no apercibiéndose de que devenir humano es estar iluminado por el ser que se manifiesta en el ente, no como una actualización de una potencia que aguardaba realizarse —porque esto implicaría que su ser ya estaba determinado— sino como la aparición del ser en el mundo, esencia extática del humano —nos dice Heidegger— que consiste en su existencia, que es distinta de la existencia metafísicamente pensada. Aquí debemos entender el término éxtasis en su origen griego, como estar fuera de sí, desplazado; lo cual conecta con el significado que el pensador alemán otorga al término existencia, que —insiste a lo largo de la Carta— consiste precisamente en hallarse allí donde el ser aparece, en el claro del ser, es estar dentro estando fuera. De aquí que la esencia del hombre, el Dasein, sea hallarse en el ser, en esa relación que ilumina y posibilita la aparición del ser en el mundo, algo que afirma es sólo propio del humano. Estamos, por lo tanto, situados en lo originario del ser cuando hablamos del Dasein, cuando no hay distinción entre esencia y existencia cuya distinción fue una de las razones que provocó que la metafísica fuese ontología, es decir la pregunta por lo ente, y el ya mencionado olvido del ser. El mundo es, en el sentido utilizado, el claro del ser. Por eso, el hombre es el Dasein, el ser arrojado por lo que arroja, el ser en el aquí, des-ocultado, porque es el destino del ser su desvelamiento.
En síntesis, Heidegger considera que el existencialismo sartriano no es un auténtico “humanismo”, en la medida en que no se desenreda del curso de la historia de la Metafísica, y por lo tanto diferenciando la esencia de la existencia resta atrapado en la pregunta por el ente y no por el ser.
[1] Heidegger, Carta sobre el humanismo, Alianza Editorial. Madrid 2006. Pg.11
[2] Sartre, J.P. El existencialismo es un humanismo. 2013. Edición sin fines comerciales. Texto obtenido de
http://www.angelfire.com/la2/pnascimento/ensayos.html. Pg. 5
[3] Heidegger, Carta sobre el humanismo, Alianza Editorial. Madrid 2006.pg.34-35
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