ANÁLISIS
22 de abril de 2015
¿Los Homosexuales no hacen política?
Pese a contar con el matrimonio igualitario y un par de leyes que reconocen los derechos de quiénes eligen su sexualidad e identidad, el ámbito de la política, es tal vez, el único en donde no se produjeron “salidas del clóset” o reconocimientos expresos de lo que son ante la vida, un ariete que desnuda, sin ton ni son que las características culturales no se modifican ni subsanan con cambios en la ley, las organizaciones que trabajan en este sentido, deberían instar a los hombres de la política que clara y marcadamente sostienen una preferencia sexual y con ello identitaria que den a conocer su perspectiva de forma tal de contribuir con el testimonio en la acción de tener una sociedad más inclusiva e igualitaria.
Así como quiénes sostienen, que nadie que pretenda administrar los recursos públicos, puede tener una vida económica poco transparente u ordenada (de hecho las presentaciones juradas de bienes de los funcionarios son obligatorias) se debería reparar en que ningún político puede resultar creíble ante la sociedad que representa o pretende representar, si por una suerte de hipocresía o de falta de arrojo, decide no salir a manifestar su ideario de familia o de constitución o no de la misma.
Hace tiempo que la homo, la hetero o la bisexualidad, han dejado de ser aristas sexuales u opciones carnales de circunstancia, pasaron a ser elecciones de vida, sostenidas, fundadas o substanciadas en lo que uno siente y de esta manera, se transforma en un elemento clave, decisivo y vital, para todos aquellos que nos representan o pretenden hacerlo.
Es decir, no es la misma concepción de familia, de hogar y con ello de comunidad, las que pueden poseer aquellos que niegan por ejemplo la naturalidad de una unión homosexual (hablaría de su arbitrariedad), los que la aceptarían (hablaría de su amplitud), los que construyen desde allí (hablaría de su grandeza y de su autenticidad) y de quiénes la viven, la abonan, pero la esconden (hablaría de un grado de especulación y de no verdad). Insistimos que no se trata de cuestiones privativas, valga la redundancia, de un ámbito privado, más cuando en una sociedad inserta en un panóptico virtual, todos sabemos de todos y mucho más de las personas que ejercen un rol público.
Son cientos los casos, pasados y presentes, de hombres y mujeres asentados en el poder, que sienten y llevan una concepción homosexual de sus vidas, pero la restringen, inexplicablemente a un supuesto ámbito privado que no debería ser tal (no hablamos de que expresen con quién se acuestan o que hacen en la cama, sino cuales son sus elecciones trascendentes en la vida) como sí la política, estuviese exenta de cualquier otro espacio de la vida cotidiana.
Tanto los artistas, como los empresarios, profesionales y hombres comunes, que “han salido del clóset” contribuyeron con su enorme valentía en que tengamos una sociedad más amplia e inclusiva. Sus confesiones, asestaron duros golpes a la cabeza cerrada de obtusos y retrógrados arbitrarios que deben tragar saliva, entendiendo que el mundo y la sociedad avanzan hacia un espectro mucho más amplio y flexible que el encorsetado y ficticio sistema monoparental de unión heterosexual.
¿Por qué entonces los ciudadanos y sobre todo quiénes trabajan en organizaciones en pos de tener una sociedad más inclusiva, menos machista y patriarcal no le piden a los políticos que viven en su cerrado circuito de elección de vida, que además todos “por la galería” conocemos, que se hagan cargo de lo que sienten y testimonien con la acción de salir del armario, la contribución que la sociedad necesita y espera de ellos, que no por nada son o pretenden ser sus representantes.
Es inconcebible, que en la altura del siglo en que vamos, con los años de continuidad democrática que conseguimos, aún se pretenda esconder, enmascarar, o sacralizar o situar como elemento tabú que un político hombre, tenga como pareja otro hombre u ocurra lo mismo con dos mujeres.
Es otra de las tantas deudas de los políticos con la sociedad que dicen o pretenden representar, la ciudadanía, sobre todo ahora en tiempos de elecciones, le debe exigir a sus representantes, no sólo proyectos y propuestas, también honestidad, sinceridad y autenticidad, y no solamente en el ámbito económico (que además como sabemos esta siempre cuestionada, más allá de la obligación de la presentación de la declaración jurada, siempre presta a ser violentada) sino también en los aspectos trascendentes como lo es una elección en la vida que constituye, como piedra basal, una perspectiva de sociedad o de comunidad.
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