ANÁLISIS
21 de abril de 2017
La vulva democrática o de la urna electoral.
Dentro del campo del simbolismo, en la jornada electoral, el día de la votación, o la ratificación del contrato social que devino en instituciones democráticas, el factótum, por antonomasia, el objeto fetichista que define nuestra occidentalidad política, es la urna, el recipiente en donde, se nos invita a que penetremos en la ranura, para dejar, mediante sobre, papel o pantalla, estampado, el fluido, traducido en voto, el acabose de nuestras posibilidades de que nos gobiernen con un sentido de equidad y racionalidad. Esta metáfora, desnuda también nuestra cultura acendrada en valores machistas, en rituales fálicos, apreciando el acceso, la penetración, como sinónimos de imposición, de criterios discrecionales que condicionan la posibilidad de elección verdadera o de toma de posición en un ámbito de libertad. La rajadura, símil a la vulva, expuesta al público, dispuesta para que los ciudadanos, hagamos cola para penetrarla, es tal vez, la más barbárica como pornográfica, violación a nuestros propios derechos, que llamamos humanos.
En los tiempos actuales en donde remitir a una cita textual, es una invitación a que lo comunicado no sea leído más que por un puñado de seres exóticos, que por lo general, no escapan a la regla general de parcelar, de reducir a un gueto el posible conocimiento que obtienen de tales lecturas, obturando con ello la mejor de las posibilidades; la de pensar, agudizamos el método y remitiremos, en pleno apogeo de la imagen, al video clip, del cantante popular (con cierta tendencia de ser clasificado como un artista con compromiso social) “Residente” quién en su trabajo audiovisual Somos Anormales, inicia la filmación con un huevo que dentro tiene una mujer, que se abre de piernas, dejando ver su vulva, que comienza a parir, o escupir, seres humanos, ya adultos, de diferentes composiciones genotipales.
Hablar de la imagen o de superproducciones cinematográficas en relación a lo filosófico, es el último grito de la moda, o el estertor del pensamiento, encabezados por autores afamados como los caso de Zizek, que no deja película a la que no filosofe o quiènes hicieron lo propio con los superhéroes (Libro de Morris, T) o Star Wars (Libro de Irwin, W).
La filosofía a medida que se corre de los programas educativos, va ocupando el espacio perdido, en set de televisión, en espacios que no le han sido asequibles, pero que en tal dificultad puede encontrar su gran desafío de constituirse en vez de en un discurso del poder, en un lenguaje del entendimiento.
La política, al posicionarse desde sus definiciones perspicuas, debe encontrar un plafón aún más amplio, que integre, incluye y forme desde lo filosófico, para luego, ejercer una dimanación natural de lo constituido, en canales, como la expresión, la manifestación y las superproducciones. Par esto, es indispensable que se trabaje sobre los símbolos, de aquí y no por la siempre seductora posición irreverente de provocar, es que se decidió hacer emerger, socializar, la manifestación clara y contundente que tiene la figura de la urna, su rajadura, como la vagina jugosa y presta a ser penetrada por nuestra decisión política, por nuestro falo constituido en voto.
Este polvo, este sexo, este hacer del amor democrático, no es más que una caricatura de como concebimos tanto la política como las relaciones sociales, determinadas por lo laboral y educativo, en donde el machismo, o el falocentrismo imperante, no podrá ser subsanada solamente por el fervor de marchas denunciatorios de las que seamos parte, multitudinariamente. Por más que estas sean necesarias e indispensables, en este fervor, en esta erección colectiva no podemos dejar de señalar que a lo sumo es condición necesaria, no así suficiente, como para que constituyamos, para que alumbremos, demos a luz, una sociedad más equitativa, tanto con lo que nos ha tocado (nuestros cuerpos) como con lo que podemos elegir (que hacer con ellos).
La vulva es arquetípica, Isidoro de Sevilla, a quién debemos su transliteración de raíces etimológicas no precisadas con exactitud, del término, la definía metafóricamente como la Puerta de Batientes, donde ingresa el semen para fecundar, y desde donde, sale más luego, el humano, alumbrado.
Cabe consignar, sobre todo en los campos de la psicología que el Útero, se transformó en un significante decisorio, para análisis teóricos como para ejercicios prácticos acerca de diversas ramas, sobre todo el psicoanálisis, que hace hincapié en el sentido de protección, en ese estadio acorazado, en ese hogar de híper protección, del cual, siempre querríamos retornar o del que nunca nos hubiese gustado salir.
Sin embargo, la vulva, no se ha constituido ni en un significante determinante, ni en una figura simbólica que nos remita a otra cosa que no sea, casi una invitación a un primer erotismo, a las primeras armas en las calenturas adolescentes.
Más si, creemos que se debe constituir, en esta asociación que desde la occidentalidad democrática, realizamos, en relación a nuestra copula, con lo democrático. Es decir, la vulva es para la ciencia política, para la filosofía política, lo que es el útero para la psicología o el psicoanálisis
Finalmente una apelación al mundo del arte. Así como en otra oportunidad, desarrollamos la posibilidad de llevar a cabo una muestra de pobres, en una galería de frondosos recursos, a los efectos de sensibilizar a quienes teniendo la posibilidad de hacer mucho por ello estuvieran haciendo poco, creemos, dado que el canal artístico, es un lenguaje solo hablado por los que hubieron tenido la posibilidad, previa, de comer y pensar, que sea ante un acto electoral, en un día de elección, en una galería de arte, en una muestra se exponga la siguiente situación.
Una Mujer disfrazada de urna, recostada y abierta de piernas, en donde desde una perspectiva de frente sólo pueda ser vista su vulva y ésta, escenografiada, bajo técnicas como el bodypainting, tal como se presentan las urnas electorales, con sus colores, con sus leyendas, con su ranura, expuesta, presta a ser penetrada, a ser violentada por la soberbia fálica de nuestros votos, que en la muestra sería el público, esperando, haciendo cola, turnándose, para meterla a la urna, para sodomizarla, en el éxtasis colectivo, en la orgia pública, en lo que algunos llaman democracia y nosotros; el acabose democrático.
Por Francisco Tomás González Cabañas.-
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