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ACTUALIDAD

28 de mayo de 2022

Ray Liotta/Henry Hill: ¿uno de los suyos?...

"El hombre no es el centro del mundo, es el fin del mundo", Paul Virilio


La muerte -parece que plácida- del actor Ray Liotta nos ha traído a la memoria esa película que concitó el aplauso unánime casi toda la humanidad (o al menos de su mitad masculina, puesto que el retrato que se hace de las consortes de los gangsters resultaba tan choni como certero), traducida en España como Uno de los nuestros, y que ciertamente era más que una película: era, diría yo, casi una tesis  antropológica. La idea era que existe una “minoría selecta”, como lo llamaba Ortega y Gasset con otras intenciones, o una “élite extractiva”, como se dice más gráficamente ahora, que en la película se autodenominaban los “chicos listos”, a los cuales lo que más les gusta en este mundo era vivir por encima de la gente común, aprovechándose de la buena fe de los pringados y/o boludos. Y esto no solamente es que sea completamente cierto, es que os puedo asegurar que atrae a los adolescentes como  moscas a una bosta. Uno de los nuestros, Scarface y cualquier película sobre nazis, la que sea, son las únicas músicas capaces de amansar a las fieras más fieras de un instituto público español, y quizá del mundo entero. Lo que menos importa aquí es la habilidad actoral que demostró Liotta, que realmente daba el pego de macarra vestido de traje hortera, o el ritmo frenético de Scorsese, al que se le nota que le gustan esos submundos, lo que realmente importa es el poder, y la mayoría de los varones adolescentes preferiría ser Tony Montana (o Pablo Escobar), aun muriendo joven, que Gandhi o Greta Thunberg, por eso digo que Uno de los nuestros se postula como una exposición cínica de la naturaleza humana desnuda.


Tan solo, por ejemplo, por la secuencia en la que Henry Hill sale de su coche y le destroza la cabeza con la culata de su pistola al pijo del barrio que ha intimidado a su futura esposa ya la cinta se ha ganado a gran parte de su público, a mi incluido. Los chicos listos del mundo real no te revientan la cabeza, sino que pagan a otro (pongamos por caso el ex-comisario Villarejo), a una rata de alcantarilla, para que lo haga. Hace unos meses el diario Público contaba que la pandemia había reportado el mayor incremento de riqueza de los milmillonarios desde que se tenían registros, y que aunque se aplicara un impuesto excepcional del 99% sobre la variación de la riqueza generada desde el principio de la pandemia por los diez hombres más ricos del mundo lo recaudado serviría para producir suficientes vacunas para todo el globo así como para financiar sistemas de salud y protección universales, dotar de recursos la necesarias medidas de atención climática y reducir la violencia de género en más de 80 países. Pues bien, esos diez hombres esquilmados por el fisco seguirían habiendo ganado, aún con todo, 8.000 mil millones más que antes de la pandemia. Son unos datos que, en mi opinión, hacen superflua toda sociología, filosofía o prognosis del tipo que sea acerca de los problemas del ser humano sobre la tierra. No hay, en efecto, nada misteriosamente estructural que desentrañar: nuestro problema son los “chicos listos” y punto (que tampoco es que sean tan listos, allí están los audios de Florentino Pérez para calibrar el nivel intelectual...)


Tiempo más tarde, Paco Fuentes en El País, en un artículo titulado Yates y coches de lujo en Puerto Banús, nos descubría que “ese 1% que controla gran parte de los 418,3 billones de dólares (unos 370 billones) de la riqueza del planeta (...) poseen ingresos en distintas localizaciones” y que “su principal preocupación es cómo traspasar su patrimonio a sus hijos; nunca cómo repartir el dinero a la sociedad”, según apunta el director de un family office que pide el anonimato. Sin embargo, Fuentes remata su estremecedor informe puntualizando que “hace contados años, pocos conocían a MacKenzie Scott. Pero se casó con Bezos y se divorció de él. Le ayudó a construir Amazon y le correspondía una cuarta parte de la empresa. Unos 57.000 millones de dólares. Y pensó: “¿Cómo puedo donar millones?” De una forma inusual. Directamente. Acorde con el trabajo Giving USA 2021 escogió 116 organizaciones que trabajasen en nueve causas, incluido racismo, LGTBTQ+, cambio climático, salud pública… Y regaló 5.700 millones. Hoy la cifra es más alta (8.600). Sin que hubiera ninguna petición. Sobre todo, a pequeñas organizaciones que quedan lejos de las grandes fundaciones. “Las donaciones” —sostuvo MacKenzie Scott en varias ocasiones— “se dan con total confianza y sin ningún tipo de condición”. En 2025, el 60% de los multimillonarios serán mujeres. La última esperanza.” Es decir, y tal y como yo lo veo. Henry Hill, como el propio Capone, no son más que pandilleros en comparación con los verdaderos amos del mundo, y no “uno de los suyos”, aunque suscriban su filosofía de vida. Sus “chonis”, sin embargo, las chonis de los verdaderos “chicos listos”, no parece ser tan chonis, y tal vez sólo ellas puedan salvarnos...

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