Martes 15 de Octubre de 2024

Hoy es Martes 15 de Octubre de 2024 y son las 15:38 - A propósito de la reforma judicial en México y su cariz democrático-electoral. / Jorge Terrile recibió a los pesistas correntinos que se destacaron en el mundial de España. / Crítica a Joker 2 Folie à Deux sin spoilers. / Corrientes el único lugar del país dónde ninguna mujer integra el alto tribunal. / Se mojo la pólvora. / La escuela correntina de pensamiento realizó panel de relaciones internacionales en la Universidad de Belgrano. / ?Juegos Correntinos 2024?: El taekwondo olímpico tuvo su etapa provincial. / CICLO DE RELACIONES INTERNACIONALES / Hipismo: Jorge Terrile recibió a competidoras que representarán a Corrientes en el Torneo Federal de Rosario. / La UCR tiene el desafío de mantener sus principios. / Se presentará "La otrocracia" en la escuela de Disenso, seminario a cargo del Dr. Alberto Buela. / ?Juegos Correntinos 2024?: Este jueves arrancan las etapas provinciales. / Decir que se lo recuerda a Borges es pretender olvidarlo. / Se viene el 1º Torneo Internacional y 2do Nacional de fútbol de amputados. / ?El hostigamiento que padece la jueza Pozzer Penzo tiene más que ver con que incomoda al poder?. / Levantamiento Olímpico de Pesas: Martina Giménez y Domingo Meza representarán a la Argentina en el Mundial de España. / Selección Correntina Sub 16 de hockey competirá en el Argentino de Selecciones. / Intensa agenda de Ingrid Jetter en la CARU. / Jorge Terrile recibió a dirigentes nacionales del Levantamiento olímpico de pesas. / La Secretaría de Deportes rubricó un convenio con el Comité de Prevención de la Tortura de Corrientes. /

  • 20º

L@PIZ EN MANO, POR NOELIA BARCHUK

30 de abril de 2020

Soledad, otra vez. De Noelia Barchuk

La historia de una mujer que decide ser feliz a pesar de haber sufrido violencia de género.

SOLEDAD, OTRA VEZ

DE NOELIA NATALIA BARCHUK

 

     Trizia se ganaba la vida en un bar de mala muerte. Aún le calzaban los mismos vestidos que usaba a los dieciséis años, un tanto más ajustados en las caderas y dejando notar una incipiente celulitis. Limpiaba el local, se encargaba de la cocina con lo poco que se ofrecía para comer, atendía al público, sean estos clientes, proveedores o inspectores; éstos muy raramente aparecían. Pero no tocaba la caja. Fernández era el único que, muñido de la llavecita bendita, abría y cerraba el cofre de la felicidad.

       Los días y las noches eran siempre las mismas. Las tardes quizás, dentro de la rutina, repuntaban con el amor de las telenovelas. Una o dos horas de lunes a viernes, para deleitarse con las ficciones mexicanas o colombianas: melodramas rosas, donde siempre, y pese a infinitas peripecias, la muchachita pobre termina convirtiéndose en la gran dama rica, con galán y medio a su lado… ¡Qué sola se sentía los fines de semana!  

      Suspirar… alguna vez Soledad Castuña había sido una de esas muchachitas lindas e ingenua de las novelas. Seguía siendo pobre, y con un hombre que no la trataba galantemente. Se llamaba Soledad, antes de Trizia, nombre que su patrón-marido le dio rebautizándola.

      Al compás que a él le crecía la barriga, los celos a la par, por igual razón alcohólica. En resumidas cuentas, Fernández comenzó a propinar a su empleada-mujer, esporádicas palizas, con ataque de arrepentimiento final. Luego pasaron a ser frecuentes y sin sombra de posterior vergüenza.

     Trizia juntó coraje, y hasta tres veces, llegó como sus fuerzas la acompañaron hasta la comisaría del pueblo a formalizar ante la ley su clavario. Los policías le tomaban la declaración, simulaban oírla atentos y preocupados se ofrecían de mediadores; también la espiaban cuando el médico la revisaba. De ahí no pasaba la cosa.

      Fernández se apalabraba a los milicos fácilmente tras servir una ginebra tras otra. Todo quedaba entre hombres, la culpa de los cintarazos siempre sería de ella; esa guaina loca que atraía las miradas ajenas. Ella pensó en huir, pero tras un intento fallido, fue amenazada la suerte de su familia. Fernández juró que, hasta Chicho, el perro, pagaría con creces, si se iba.

      Quiso hablar con el cura, pero sintió pudor y un poco de culpa, por estar viviendo en pecado con ese hombre, que alguna vez fue bueno y la enamoró. Tal vez se lo tenía merecido, llegaba a su mente, ese común denominador de la víctima. Pero una noche, se escucharon sus ruegos. Misteriosamente, el patrón-marido no volvió a casa. No volvió nunca jamás. En su reemplazo, llegó Manuel, aseverando ser el nuevo dueño del “Azul”. Lo era, de algún modo, obtuvo las escrituras y la documentación pertinente al comercio.

      El nuevo patrón venía con un crío pequeño, por eso pidió a Trizia que por favor se quedara; pero nunca osó traspasar la barrera de su alcoba. Es más, entre las modificaciones realizadas, fijó el descanso semanal para ella, además de techo y comida, convino en un modesto salario. Lo mejor para Trizia fue cuando le encargó confeccionar cortinas y manteles nuevos. Se trataban con respeto y el niño era un ángel.

       Así el tiempo fue curando las heridas del cuerpo de aquella mujer, sin embargo, las del alma, seguían en carne viva. Cierta tarde, el viento había alborotado los cabellos de Trizia, mientras concienzudamente intentaba barrer la vereda. Manuel salió a su encuentro y en un rapto de locura, quiso acomodar una flor en la despeinada cabeza.

      Ella no vio la flor. Ante el amague de un brazo de hombre sobre su sien, el miedo se hizo presente y la desesperación de protegerse la hizo dar escobazos por la espalda a Manuel. Él por fin se atrevió a abrazarla. Alzó el jazmín pisoteado del suelo y se lo guardó entre las manos.

      La misma flor eligió un año después para el ramo de novia. Dejó bien dobladita la tristeza con el nombre Trizia. Volvió a sentirse Soledad, pero nunca más sola ni mal acompañada.

 

 

 

COMPARTIR:

Notas Relacionadas

Comentarios

Escribir un comentario »

Nombre
María Rosa Fernandes

Comentario
Triste transcurría la vida de Trizia, pero Soledad pudo sobrevivir, y así resurgir del interior. Teniendo una vida digna, valorandose ... me encantó ...sin palabras Noelia 👏👏👏👏

Responder

Nombre
Marga

Comentario
La historia de toda mujer de los pueblo. Recuerdo que mi madre siempre decía, en cuanto intenten ponerles las manos encima denles palazos, no se dejen golpear.

Responder

Nombre
Amílcar

Comentario
Estupendo relato que lleva al lector a querer devorarlo en un minuto. Diría que fluye como el agua, bien llevado y con un giro final que sorprende. Tiene todos los condimentos del buen relato. Se dice que un relato es como una flecha: tiene un inicio apacible sobre el arco que comienza a tensarse, se ejecta con fuerzas, llega a su punto máximo (éxtasis) y "da en el blanco".

Responder

Nombre
Lilia

Comentario
Me gusto el relato ameno y emotivo

Responder