Las nuevas dinámicas del saber y la reconfiguración de la autoridad.

El antiguo tejido social, rediseñado por las vinculaciones virtuales de nodos, bucles, algoritmos, nos sitúan en un ámbito dónde el concepto de lo real, es lo que un creativo, influencer, streamer, decide “crear” o sugerir tal creación, a una aplicación o a la inteligencia artificial. En instantes, breves, puede viralizarse, alcanzar millones de reproducciones, y con ello, el trader o quién esté detrás de la cuenta que emita tales producciones, alcanzará la autoridad para decirnos como son o debieran ser las cosas.
Desde “ganar” dinero o invertir. Pasando por los modos, tiempos y cantidades de lo que ingerimos, hasta las sanaciones espirituales, materiales, de todo tipo de males, curaciones de sensaciones, y a que dedicar el tiempo en nuestras vidas, el saber actual viene a sepultar la valoración de las cosas como eran tras la imposición del conocimiento como base de la autoridad hasta ahora conocida.
Ya no se necesita que luego de años la verticalidad del vínculo profesor-alumno, legitimada por los exámenes que los últimos le rindieran a los primeros, determine la habilitación del ejercicio profesional de las actividades.
Con una cuenta verificada (el pago o la doble concesión a la aplicación), sumar de a cientos de miles seguidores (lo cuantificable o numérico como determinante) y emitir mensajes, audios o videos, bajo la única premisa que duren menos de un minuto, y hacerlo varias veces en el día, ya se puede uno licenciar, en las categorías que irrumpen y que mencionábamos como “influencers, streamers, traders” y demás categorías que emergen desde esta nueva disposición del saber que construye su propio sistema de autoridad.
Aún, cada vez menos, espectadores de esta nueva disposición no pueden dimensionar que la política, por ejemplo, discurra principalmente por un circuito, de escasos caracteres y sobreabundancia de agresividad y de íconos “creativos” de lo violento, llamados “memes”. Fin de la época de los actos masivos, de los discursos elaborados, de la palabra precisa y los tiempos marcados. Muerte del nunca alumbrado tiempo de las plataformas, del debate de ideas o del ejercicio del pensamiento como síntesis de propuestas en contracción.
En la instantaneidad del desliz del índice, del click, del apretar el botón para la captura, la apelación a los bajos instintos, a la animalidad que nos priva del razonamiento, nos convertimos en halcones, en palomas, en leones, en corderos, en cualquier otro bicho del ecosistema, pero tales como los nuestros, con derechos, es decir no estamos privados ni de ir a centros comerciales, ni de viajar, ni a que nuestros restos descansen en un campo santo, lo conseguimos todo, salvo, claro está razonar.
Así como la escolástica, todo el sistema de concebir y de imponer (aplicar la autoridad de ese conocimiento) fue desplazada por la universalización del acceso al saber cientificista, recordar el libro (luego hecho película de Umberto Eco. “En el nombre de la rosa”) que graficaba como los monjes medievales, al ser los únicos con acceso a la traducción de los papiros griegos, se habían adueñado de tal saber, cosificándolo, asistimos al tiempo del quiebre de la producción de la autoridad hasta hora conocida y respaldada por la lógica que impuso la universidad “democratizada”.
La política que alumbra, por intermedio de las disputas que se libran a modo y en la arena virtual, a representantes y gobernantes, irá en breve, por el último bastión donde se asienta este sistema en agonía. Los integrantes de un poder del estado, el judicial, son los únicos que tienen haber pasado por el sistema universitario (abogados) para formar parte de sus estructuras jerárquicas. Cuando esta inequidad, sea desarmada y desarticulada, por las nuevas dinámicas del saber y la imposición de un nuevo circuito, y por ende, la estructuración de un nuevo sistema político-social, ya en curso, sobrevenga, apenas nos quedará tiempo y ánimo para asimilarlo.
Destacamos el valor de pensar y desde tal actitud, nos apena tu indiferencia diaria, que habla, exclusivamente de tu pavor, convertido en violenta indiferencia o destrato.
Escuela Correntina de Pensamiento.
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